AUSIÀS MARCH
(País Valencià, 1397-1459) El primer poeta culto, que, en el ámbito de la literatura catalano-valenciana, rompe con la tradición de la literatura provenzal: la lengua, las referencias culturales y el preciosismo de los trovadores. Nació probablemente en Gandía (Valencia), en el seno de una familia de la pequeña nobleza; su padre (Pere) y su tío (Jaume) fueron también poetas. Durante el reinado de Alfonso el Magnánimo tomó parte en diversas expediciones militares, por lo que fue recompensado con concesiones territoriales y títulos honoríficos. Establecido en Gandía, se casó con Isabel Martorell (1437), hermana de Joanot Martorell, autor de Tirant lo Blanc, y tras haber enviudado contrajo nuevas nupcias con Joana Escorna (1443) y se afincó en Valencia, donde murió. Sin descendencia de sus esposas, en el testamento del poeta se citan cuatro hijos naturales y varias concubinas. Sus 128 poemas son, en gran parte, el vigoroso testimonio de este hombre angustiado por la contradicción entre sus hondas convicciones religiosas, reforzadas con un conocimiento muy directo de la filosofía tomista, y su debilidad ante el amor carnal. Los recursos expresivos de los trovadores, de algún modo presentes, quedan desbordados por su lenguaje áspero y vigoroso, rico en antítesis y en insólitas comparaciones. Publicadas por primera vez con su correspondiente traducción castellana de Baltasar Romaní (1539), las poesías de Ausias March, con seis ediciones durante el siglo XVI, tuvieron una amplia repercusión en la poesía catalana y castellana de la época.
Fuente: http://www.epdlp.com
QUIEN NO ESTÁ TRISTE DEJE MI LECTURA...
Quien no está triste deje mi lectura
o en algún tiempo no haya triste estado,
y el que es de males mal apasionado,
obscuridad no busque a su tristura.
Lea mis versos, mi razón turbada,
sin algún arte muestra de hombre loco,
y la razón que en tal dolor me apoco
sábela amor, por quien la causa es dada.
Alguna parte, y mucha, fue hallada
de gran deleite al triste pensamiento,
y si me ha visto alguno en gran tormento,
de gloria mi alma estuvo acompañada.
Sencillamente amor en mí ha morado;
deleite siento cuanto no da el mundo,
y si sus hechos miro, yo me fundo
que en mí dolor y gozo se han mezclado.
Seré ermitaño, el tiempo está en la mano,
y ansí podré de amor honrar las fiestas;
de mi estraño vivir no haya recuestas,
pues en corte de amor soy cortesano.
Y yo le amo por sí tan solamente,
no desechando el don que puede darme;
a su tristeza quiero abandonarme,
viviendo en todo tiempo tristemente.
No arrancaré de mi entendimiento
no ser más cierto y muy gentil partido
su gran tristeza que otro bien cumplido,
pues lánguido deleite aquí lo siento.
Y es de mi gran deleite partezuela
aquella que todo hombre tiste porta,
que ansí plañendo el planto le conforta
más que si todo el mundo de él se duela.
Bien sé tacharán muchos mis cuidados,
pues loo vivir en solitario enojo;
mas yo, que he ya su gloria visto al ojo,
deseo sus males con deleite aguados.
No se puede saber sin experiencia
el gran deleite del querer sincero
de aquel que es en amores verdadero;
él se ama a sí viéndose en tal querencia.
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(País Valencià, 1397-1459) El primer poeta culto, que, en el ámbito de la literatura catalano-valenciana, rompe con la tradición de la literatura provenzal: la lengua, las referencias culturales y el preciosismo de los trovadores. Nació probablemente en Gandía (Valencia), en el seno de una familia de la pequeña nobleza; su padre (Pere) y su tío (Jaume) fueron también poetas. Durante el reinado de Alfonso el Magnánimo tomó parte en diversas expediciones militares, por lo que fue recompensado con concesiones territoriales y títulos honoríficos. Establecido en Gandía, se casó con Isabel Martorell (1437), hermana de Joanot Martorell, autor de Tirant lo Blanc, y tras haber enviudado contrajo nuevas nupcias con Joana Escorna (1443) y se afincó en Valencia, donde murió. Sin descendencia de sus esposas, en el testamento del poeta se citan cuatro hijos naturales y varias concubinas. Sus 128 poemas son, en gran parte, el vigoroso testimonio de este hombre angustiado por la contradicción entre sus hondas convicciones religiosas, reforzadas con un conocimiento muy directo de la filosofía tomista, y su debilidad ante el amor carnal. Los recursos expresivos de los trovadores, de algún modo presentes, quedan desbordados por su lenguaje áspero y vigoroso, rico en antítesis y en insólitas comparaciones. Publicadas por primera vez con su correspondiente traducción castellana de Baltasar Romaní (1539), las poesías de Ausias March, con seis ediciones durante el siglo XVI, tuvieron una amplia repercusión en la poesía catalana y castellana de la época.
Fuente: http://www.epdlp.com
QUIEN NO ESTÁ TRISTE DEJE MI LECTURA...
Quien no está triste deje mi lectura
o en algún tiempo no haya triste estado,
y el que es de males mal apasionado,
obscuridad no busque a su tristura.
Lea mis versos, mi razón turbada,
sin algún arte muestra de hombre loco,
y la razón que en tal dolor me apoco
sábela amor, por quien la causa es dada.
Alguna parte, y mucha, fue hallada
de gran deleite al triste pensamiento,
y si me ha visto alguno en gran tormento,
de gloria mi alma estuvo acompañada.
Sencillamente amor en mí ha morado;
deleite siento cuanto no da el mundo,
y si sus hechos miro, yo me fundo
que en mí dolor y gozo se han mezclado.
Seré ermitaño, el tiempo está en la mano,
y ansí podré de amor honrar las fiestas;
de mi estraño vivir no haya recuestas,
pues en corte de amor soy cortesano.
Y yo le amo por sí tan solamente,
no desechando el don que puede darme;
a su tristeza quiero abandonarme,
viviendo en todo tiempo tristemente.
No arrancaré de mi entendimiento
no ser más cierto y muy gentil partido
su gran tristeza que otro bien cumplido,
pues lánguido deleite aquí lo siento.
Y es de mi gran deleite partezuela
aquella que todo hombre tiste porta,
que ansí plañendo el planto le conforta
más que si todo el mundo de él se duela.
Bien sé tacharán muchos mis cuidados,
pues loo vivir en solitario enojo;
mas yo, que he ya su gloria visto al ojo,
deseo sus males con deleite aguados.
No se puede saber sin experiencia
el gran deleite del querer sincero
de aquel que es en amores verdadero;
él se ama a sí viéndose en tal querencia.
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