JOSÉ LUIS AYALA OLAZÁVAL
(Huancané, Puno 1942) es yatiri (adivino), además de cronista, poeta, ensayista, narrador y gran promotor de la cultura aimara. Ha escrito poesía infantil, poesía bilingüe aymara - español, narración y ensayo; ha escrito poesía suscrita dentro de la vanguardia. Estudió en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y en la Ecole Practique des Hautes Etudes de Paris. Se ha desempeñado como periodista, maestro y literato; es en este último quehacer en el que más ha destacado, obteniendo varios premios: Primer Premio Poesía Sur Peruana (1967), Primer Premio de Literatura Popular (1990), Premio de Literatura César Vallejo, CONCYTEC (1990); Premio Internacional de Poesía, DIP, Paris (1964).}
VIENTO DE MI PUEBLO
Recuerdo al viento que en las tardes
solía llegar a descansar
a mi antigua casa de Huancané.
Traía en sus escarchadas manos
maduros frutos silvestres
arrancados a los abismos
donde empieza el confín del silencio.
De pronto entraba por el zaguán
preguntaba por mi y si no estaba
esperaba que llegara
para dormir al pie del ciprés plantado en el patio.
Era un viento cuyo rostro reconozco
detrás de los infinitos hitos que limitan
a la realidad y al sueño.
A veces me llama desde el fondo de América
y quisiera volver a encontrarlo,
correr hacia él, abrazarlo y decirle
que yo también lo extraño.
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(Huancané, Puno 1942) es yatiri (adivino), además de cronista, poeta, ensayista, narrador y gran promotor de la cultura aimara. Ha escrito poesía infantil, poesía bilingüe aymara - español, narración y ensayo; ha escrito poesía suscrita dentro de la vanguardia. Estudió en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y en la Ecole Practique des Hautes Etudes de Paris. Se ha desempeñado como periodista, maestro y literato; es en este último quehacer en el que más ha destacado, obteniendo varios premios: Primer Premio Poesía Sur Peruana (1967), Primer Premio de Literatura Popular (1990), Premio de Literatura César Vallejo, CONCYTEC (1990); Premio Internacional de Poesía, DIP, Paris (1964).}
VIENTO DE MI PUEBLO
Recuerdo al viento que en las tardes
solía llegar a descansar
a mi antigua casa de Huancané.
Traía en sus escarchadas manos
maduros frutos silvestres
arrancados a los abismos
donde empieza el confín del silencio.
De pronto entraba por el zaguán
preguntaba por mi y si no estaba
esperaba que llegara
para dormir al pie del ciprés plantado en el patio.
Era un viento cuyo rostro reconozco
detrás de los infinitos hitos que limitan
a la realidad y al sueño.
A veces me llama desde el fondo de América
y quisiera volver a encontrarlo,
correr hacia él, abrazarlo y decirle
que yo también lo extraño.
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