ROMA — Algunas personas permanecían en silencio, otras hacían una reverencia, otras se persignaban. Otros dolientes extendieron sus brazos sobre una fragante espesura de ramos de flores —la mayoría de color amarillo, su favorito— para poder acariciar el ataúd. El homenaje floral fue creciendo a medida que cientos de fans soportaban el calor abrasador del jueves para presentar sus respetos a Raffaella Carrà, la querida estrella de la televisión que murió el lunes.
“Todo el mundo quería a Raffaella”, dijo Leonora Mingaio, una educadora, con la voz entrecortada, poco después de visitar la amplia sala de ceremonias de la alcaldía de Roma donde Carrà, de 78 años, estaba de cuerpo presente, acompañada por una guardia ceremonial. “Merece ser honrada”, dijo.
Las muestras de afecto hacia Carrà tras su muerte, que según su familia sobrevino tras una larga enfermedad, tienen pocos precedentes en Italia.
“Los italianos han pasado tantos años acompañados por ella, que era como de la familia, alguien a quien siempre te alegras de ver”, dijo Mirella Cappa, una funcionaria que acudió con un par de amigos a la alcaldía. Era una mujer sencilla, añadió una colega, Renata Calenda, “nunca una diva”.
A lo largo de seis décadas de carrera, Carrà atrajo a generaciones de italianos a sus pantallas de televisión, y sus canciones —vendió más de 60 millones de discos— musicalizaron sus vidas. Transgredió límites que, según los comentaristas, redefinieron las nociones italianas de moralidad pública y desafiaron las creencias machistas sobre el papel de la mujer en la sociedad.
A principios de los años 70, cuando las mujeres salían a la calle para protestar por su papel subordinado en la sociedad y a buscar el derecho de decidir sobre sus cuerpos y vidas, Carrà aportaba su granito de arena a la revolución desde un estudio de televisión que emitía a la emisora nacional RAI.
En 1970 mostró el ombligo, un escándalo para la época, lo que encedió un debate público sobre la decencia en la televisión. En 1971, interpretó el tema “Tuca Tuca”, cantando seductoramente “me gustas”, mientras tocaba el cuerpo de su pareja de baile, algo que fue rápidamente censurado en la televisión. Nunca se casó, pero vivía abiertamente con sus parejas en una época en la que la Iglesia Católica Romana condenaba ese comportamiento.
Más tarde revolucionó la televisión diurna con un programa de mediodía que batió récords. Sus programas de variedades incluían entrevistas con un surtido de celebridades y personajes de la actualidad como la Madre Teresa y Henry Kissinger.
El jueves, muchos cientos de fans acudieron a rendirle homenaje. Otros habían aplaudido en las calles el miércoles, cuando una carroza fúnebre con su féretro se dirigió desde la casa de la cantante en un elegante complejo de apartamentos hasta la alcaldía de Roma, haciendo paradas frente a varios estudios de la RAI donde Carrà había trabajado. La procesión fue retransmitida en directo por la emisora principal de la RAI.
Su funeral, realizado el viernes en una de las iglesias más emblemáticas de Roma, Santa Maria in Aracoeli, también fue retransmitido en directo.
“Cuando murió, me conmovió mucho. Estaba muy unida a la comunidad LGBT”, dijo Christian Principessa, peluquero, para explicar por qué se sintió obligado a presentar sus respetos. Las canciones de Carrà se referían a menudo a la libertad de amar a quien uno quisiera (y a la libertad de dejar a los hombres que engañaban). “Ella era cercana a nosotros”, dijo.
Carrà también había trabajado durante muchos años en la televisión española y era muy querida en el país, así como entre el público latinoamericano. Su muerte fue portada en muchos periódicos españoles.
El jueves, Ion de la Riva, consejero cultural de la Embajada de España en Italia, estuvo entre los que le rindieron homenaje. Carrà y su energía desbordante habían sido un estallido de color durante los días grises del régimen de Franco, al que se oponía, dijo.
“Bailar con sus canciones hizo una tremenda diferencia para nosotros”, añadió de la Riva. Además, estimuló a otros artistas a seguir su ejemplo “y a ser más audaces y comunicativos”, dijo. “Ella mostró a la gente una forma de liberarse de la opresión”.
El público estadounidense la conoce mejor por su papel en la película de aventuras de la Segunda Guerra Mundial de 1965, Von Ryan’s Express, junto a Frank Sinatra.
En 1986, David Letterman la invitó a su programa y dijo que era la presentadora del “programa más popular” de Italia, alguien a quien “a menudo han llamado el Johnny Carson y el Ed Sullivan de Italia”. Ella le respondió a Letterman que, como mujer, prefería que la compararan con Ann-Margret y Barbara Walters. “Pero yo solo soy Raffaella Carrà”, le dijo.
Sus propios espectáculos atrajeron a grandes artistas y, a lo largo de los años, cantó a dúo con estrellas como Ginger Rogers, Sammy Davis Jr., Tom Jones, Joe Cocker y Donna Summer, por nombrar algunos.
Más recientemente, una remezcla en 2011 de su canción de 1976 A far l’amore comincia tu”, realizada por el DJ francés Bob Sinclar, devolvió a Carrà a las listas de éxitos. La canción puso la banda sonora a una bulliciosa escena de fiesta en La gran belleza, de Paolo Sorrentino, que ganó el Oscar a la mejor película extranjera en 2014.
“La música guio esa escena, si ella no nos hubiera cedido los derechos, la escena habría sido otra cosa”, dijo Sorrentino, que describió la canción como “amante de la diversión” y “capaz de transportar a la gente a un vórtice de alegría”, lo que era una característica de la música de Carrà, dijo. “Se trata de ser despreocupado: hay una sensualidad alegre y familiar”, añadió.
Las generaciones más jóvenes llegaron a conocer y apreciar a Carrà, que fue instructora en la versión italiana del programa de talentos La voz. “La conocimos a través de nuestros padres, pero luego llegamos a conocer su positividad, su risa”, dijo Riccardo Cicciotti, un estudiante universitario de 20 años.
La muerte de Carrà sorprendió al país. Los visitantes llenaron tres libros de pésame en el exterior de la sala de velación con sentidos y conmovedores mensajes, en su mayoría expresando su gratitud por haber formado parte de tantas vidas.
“Pasé toda mi vida a tu lado”, escribió uno de ellos, Alex, “estarás siempre en mi corazón”.
Fuente: https://www.nytimes.com
Por: Elisabetta Povoledo lleva casi tres décadas escribiendo sobre Italia y trabaja para el Times y sus filiales desde 1992.
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