Es un país inmenso, de casi tres millones de kilómetros cuadrados, el equivalente a Francia, España, Suecia, Alemania, el Reino Unido, Polonia e Italia juntas. Es el mayor del orbe hispano, el cuarto más extenso de América y el octavo del mundo. Es además extraordinariamente largo, casi 4.000 kilómetros desde el extremo norte que supera el trópico de Capricornio hasta la Tierra del Fuego, ya en las puertas de la Antártida. Un auténtico continente en sí mismo con gran variedad de climas y paisajes sobre cuyo solar pudieron haberse formado varios Estados, pero sólo cristalizó uno: la actual República Argentina.
Inventar un prodigio semejante no fue algo rápido ni sencillo. Desde la implosión del virreinato del Río de la Plata, cuya capital estaba en Buenos Aires, al nacimiento de la república, transcurrieron varias décadas presididas por la inestabilidad y las continuas tensiones territoriales. No fue, por lo tanto, un país que se hizo contra España como había sucedido en Norteamérica, donde los Estados Unidos se hicieron contra Inglaterra. Se hizo contra sus propios fantasmas internos a los que consiguieron sobreponerse.
A Argentina le hizo falta algo más de tiempo para formarse y consolidarse como república, más de medio siglo desde la ruptura con la Corona. Tras ello vendría un periodo de paz, prosperidad y crecimiento que puso a este país a la cabeza del mundo. Pero eso nunca hubiese sido posible sin que todos los ingredientes previos se hubiesen agitado y mezclado del modo en que lo hicieron. Hoy en La ContraHistoria vamos a sumergirnos en la infancia de la República Argentina y a descubrir cuándo, cómo y por qué vino al mundo.
Inventar un prodigio semejante no fue algo rápido ni sencillo. Desde la implosión del virreinato del Río de la Plata, cuya capital estaba en Buenos Aires, al nacimiento de la república, transcurrieron varias décadas presididas por la inestabilidad y las continuas tensiones territoriales. No fue, por lo tanto, un país que se hizo contra España como había sucedido en Norteamérica, donde los Estados Unidos se hicieron contra Inglaterra. Se hizo contra sus propios fantasmas internos a los que consiguieron sobreponerse.
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