Esto es HistoCast. No es Esparta pero casi. Hoy nos acercamos a una de
las batallas más ignoradas de la II Guerra Mundial y que nos revelará la
verdadera naturaleza del ejercito alemán durante el conflicto. Para
ello entrevistaremos a David Stahel, autor del libro Kiev 1941, y Hugo Cañete (@HugoACanetewww.gehm.es) nos relatará la batalla acompañado por Goyix (@goyix_salduerowww.elguaridadegoyix.com). Os recordamos que nos podéis seguir a través de nuestra cuenta de twitter @histocast y en facebook. Lo podéis escuchar aquí o si tenéis apple aquí. Si queréis descargarlo pinchad aquí.
Una de las pinturas más icónicas de la guerra con Chile:
Alfonso Ugarte lanzándose del morro. Sin embargo,
no hay evidencias de que el héroe
haya saltado
A veces en la
historia no todo es lo que parece (o parecía). Muchos acontecimientos o
ciertas teorías del pasado comienzan a cambiar tras el hallazgo de
nuevas fuentes documentales o producto de investigaciones o
interpretaciones contemporáneas. En otros casos, los mitos están tan
bien elaborados que pasan por ciertos. Hace poco, el lingüista Rodolfo
Cerrón Palomino demostró que el quechua no se originó en el Cusco ni
tampoco fue la lengua originaria de los incas, como se pensaba hasta
ahora, sino que estos hablaban en realidad una lengua altiplánica —ya
extinta— conocida como puquina, y que adoptaron el runa simi en etapas
posteriores.
La
etnohistoria ha venido a cambiar muchas ideas acerca del Perú
prehispánico. Esa hipótesis de que fueron 13 o 14 los incas que
gobernaron el Tahuantinsuyo no era tan exacta como parecía. Desde los
sesenta, investigadores como María Rostworowski, Franklin Pease y Tom
Zuidema demostraron que en la sociedad andina existía una dualidad
marcada no solo en lo religioso y social, sino también en lo político.
Por ello, no descartaron que pudiera haber existido un correinado en
muchos momentos de la historia inca. Más aun —eso creía Zuidema—, los
nombres que nos enseñaron en el colegio como Manco Cápac, Sinchi Roca,
Lloque Yupanqui, etc. no se referían a personas de carne y hueso, sino a
dinastías o tótems que representaban a familias del ayllu real.
A
propósito de las Fiestas Patrias —momento propicio para reflexionar
sobre las características de nuestra peruanidad— resumimos algunos
hechos de nuestra Independencia y de la época republicana que no
sucedieron tal y como nos han contado o, en todo caso, son mucho más
complejos de lo que solemos creer.
—¿La independencia se dio el 28 de julio de 1821?—
El
debate ha sido intenso desde los setenta. Es evidente que en esa fecha
José de San Martín pronunció en la Plaza Mayor de Lima la famosa
proclama: “El Perú es desde este momento libre e independiente…”, pero
la verdad es que esta fue solo una de las tantas declaraciones que hubo
en nuestro territorio en aquel tiempo. Nuestra independencia, en
realidad, no se produjo en 1821, sino que fue todo un proceso que se
inició —aunque no hay un acuerdo cronológico entre los historiadores—
en el último tercio del siglo XVIII con las rebeliones indígenas, y tuvo
episodios locales como las rebeliones de Tacna de 1811, de Huánuco en
1812 y del Cusco en 1814 y 1815. Esta fase terminó con las batallas de
Junín y Ayacucho, en 1824, aunque recién en 1826 se produjo la rendición
del último fortín realista, el Real Felipe.
“Lo del 28 de julio fue solo un acto simbólico”, dice la historiadora Claudia Rosas, coeditora del libro El Perú en revolución,
que reconstruye esta época de guerras y revoluciones. “En 1821 muchas
regiones continuaban bajo el poder español —añade— y no hay que olvidar
que después de la llegada de San Martín a Lima, el virrey La Serna se
trasladó al Cusco y desde ahí siguió luchando contra los ejércitos
independentistas”.
Aunque todos
tenemos en la mente la solemne pintura de Juan Lepiani, en la que se ve a
San Martín ante una jubilosa multitud, lo cierto es que este hecho no
fue tan apoteósico. Además, las primeras proclamaciones no se produjeron
en la capital, sino en el norte del país, en la inmensa intendencia de
Trujillo, que abarcaba ciudades como Piura, Trujillo, Cajamarca y
Maynas, entre diciembre de 1820 y enero de 1821, como explica la
historiadora Elizabeth Hernández en la mencionada publicación.
—¿Nuestra bandera surgió a partir de un sueño de San Martín?—
A
lo largo del tiempo algunas ficciones han pasado por ciertas, tal vez
porque contienen imágenes tan sugerentes que resulta difícil o hasta
penoso desmentir. Y resulta idílico creer que nuestra rojiblanca fue
ideada por San Martín a partir de un sueño que tuvo en la bahía de
Paracas, abanicado por la sombra de una palmera. La verdad es que esto
nunca sucedió en la realidad, sino solo es un bello cuento de Abraham
Valdelomar. En el relato, el Libertador soñó —ironías del presente— con
“un gran país, ordenado, libre, laborioso y patriota”, sobre el que se
elevaba una hermosa bandera. Cuando abrió los ojos, una bandada de
parihuanas, de pecho blanco y alas rojas, volaba sobre el cielo azul.
San Martín no lo pensó más y le dijo a sus generales que esa iba a ser
la bandera del Perú.
Como explicó Fred Rohner en su entretenido libro Historia secreta del Perú
—acaba de aparecer el segundo volumen—, este relato es lectura
obligada en los colegios y la mayoría de profesores —con muy buena fe—
ha evitado decir que es una invención literaria. La verdad es mucho más
simple. La primera bandera sanmartiniana (la de los colores rojos y
blancos en franjas diagonales) fue la adaptación de un emblema colonial
muy difundido en el Virreinato que se llamaba la Cruz de Borgoña, el
cual se adaptó para las campañas en el Perú.
—¿Fue Simón Bolívar el causante de la desmembración de nuestro territorio?—
Una
de las acusaciones históricas que se le hace al libertador venezolano
es la de ser el responsable de la mutilación de nuestro territorio
debido a sus apetitos políticos y personales. Esto no es del todo
cierto. Antes de la llegada de Simón Bolívar al Perú —en setiembre de
1823— el proceso de independencia estaba en punto muerto. Bolívar, con
el ejército de la Gran Colombia, revitalizó la guerra contra los
fidelistas y realistas, y puso fin a la dominación española. La otra
cara de la moneda es que a lo largo de 36 meses se convirtió en el
dictador del Perú, e hizo y deshizo en nuestra incipiente república. No
solo redactó constituciones a su medida y persiguió hasta la muerte a
sus opositores, sino también consolidó la separación del Alto Perú.
Pero ¿fue el
causante de esta desmembración? La historiadora Natalia Sobrevilla dice
que no. “La verdad es que estos territorios ya eran autónomos desde
1809, cuando se crearon las juntas de gobierno de Quito, en el norte, y
de La Paz y Chuquisaca (actual Sucre), en Bolivia”, explica.
Desde esa
época, estas juntas ya buscaban ser autónomas de Lima y también de los
virreinatos de Nueva Granada (que después de la Independencia pasó a ser
la Gran Colombia) y del Río de la Plata, cuya capital era Buenos Aires.
“Culpar a Bolívar de estos hechos es una exageración histórica”, añade
la investigadora.
—¿Ramón Castilla fue un liberal que abolió la esclavitud?—
Desde
inicios de 1854, Ramón Castilla estaba enfrascado en una guerra civil
con el gobierno de José Rufino Echenique, quien en un arrebato de
populismo ofreció la libertad a todos los esclavos que se enrolaran en
su ejército. Entonces, Castilla, que se había hecho nombrar presidente
provisorio, fue más allá: el 3 de diciembre de 1854 anunció la abolición
incondicional de la esclavitud en Huancayo. Pero en algún momento
estuvo a punto de echarse para atrás y este Diario libró una campaña
editorial para que cumpliera su palabra.
Se dice que
alrededor de tres mil esclavizados se pasaron al ejército de Castilla y
lograron vencer, en Las Palmas, a las tropas de Echenique.
“No fue
un libertador por convicción sino por interés”, dice Natalia Sobrevilla.
“Es más, durante su primer gobierno había permitido la importación de
esclavos de Nueva Granada. No tenía intención de otorgar la libertad
hasta la guerra civil con Echenique”.
El decreto de
la manumisión se dio, además, en un tiempo en que los vientos soplaban
ya en otra dirección en el mundo. A mediados del siglo XIX, la trata de
esclavos era condenada por cada vez más países, y este sistema era un
lastre para el naciente capitalismo surgido tras la revolución
industrial. En el caso peruano, había un hecho adicional: el boom de
la riqueza del guano le permitió al Estado tener los recursos
suficientes para pagar a los propietarios por cada esclavo liberado. Esa
buena economía fiscal facilitó también la abolición del tributo
indígena que Castilla realizó en julio de 1854.
—¿Es verdadera la fotografía de Bolognesi y su estado mayor en Arica?—
La supuesta fotografía del momento retratado en la pintura, que empezó a
circular en los años 90. Se sospecha que se trata de una representación teatral
La
historia es harto conocida: las fuerzas chilenas enviaron a un
emisario, el mayor Juan de la Cruz Salvo, para pedir la rendición de las
tropas peruanas en Arica; frente a ello, el jefe de la guarnición
peruana, Francisco Bolognesi, respondió que “pelearía hasta quemar el
último cartucho”. Existe una pintura de Juan Lepiani que retrata la
escena conocida como “La respuesta”, en la que se ve al anciano militar
con su estado mayor. Lo sorprendente es que en la década de 1990 —más de
cien años después— comenzó a circular una fotografía en la que se veía a
Bolognesi y los mandos de Arica en aquel histórico momento. La imagen
fue hallada en Tacna y ofrecida a este Diario, pero se puso en duda su
autenticidad. Se dice que Genaro Delgado Parker la adquirió luego y la
mandó restaurar en los estudios Kodak, en Estados Unidos, donde le
aseguraron que pertenecía al siglo XIX, y que no se trataba de ningún
montaje.
Sin embargo,
la duda persiste entre los especialistas, como el historiador argentino
Julio Luqui-Lagleyze: algunos detalles —botones, botas, espadas— no
corresponden a los usados por los peruanos en Arica, y como infiere la
historiadora Sobrevilla se trataría más bien de la foto de una
representación teatral realizada hacia fines de la década de 1890.
Un
especialista en la fotografía de la Guerra del Pacífico, Renzo
Babilonia, sostiene que, sin entrar en polémicas, la imagen es
sospechosa. Sobre todo porque los rostros de los retratados no se
parecen a las fotografías de la época tomadas por Courret ni tampoco a
los del cuadro de Lepiani, quien era muy realista al pintar a sus
personajes. “Pero, a favor de una supuesta autenticidad de la foto
—afirma Babilonia—, te puedo decir que en el tiempo de la guerra sí
había un estudio fotográfico en Arica, el Rodrigo. Ahí se tomaron fotos
muchos de los combatientes”.
—¿Un militante aprista asesinó a Sánchez Cerro?—
Para
unos, incómodo; para otros, insoportable. Esa era, para un fuerte
sector del país, la situación del presidente Luis M. Sánchez Cerro la
mañana del domingo 30 de abril de 1932, cuando un joven de filiación
aprista, Abelardo Mendoza Leyva, apretó el gatillo de su Browning y
cometió el último magnicidio de nuestra historia republicana. El
escenario fue el hipódromo de Santa Beatriz, donde el entonces
presidente terminaba de pasar revista a unos 30 000 efectivos dispuestos
a ir a la frontera con Colombia y recuperar Leticia.
El último
tramo de la vida política de Sánchez Cerro fue tormentoso. Había
derrocado a Leguía y, en 1931, liderando la Unión Revolucionaria
(partido de gran arraigo popular), venció a Haya de la Torre, jefe del
otro movimiento de masas, el APRA. Un país polarizado vio cómo los
seguidores de Haya denunciaban fraude electoral. Se desató la violencia
política, una virtual guerra civil que tuvo su punto más dramático en la
Revolución aprista de Trujillo, en 1932.
Nunca pudo comprobarse la responsabilidad de la cúpula aprista con el asesinato. Justamente, acaba de aparecer el libro Como matar a un presidente,
de Rolando Rojas, en el que se detallan los pormenores del magnicidio
de Sánchez Cerro y las pesquisas posteriores que, aunque concluyeron que
se trataba de un complot, no pudieron encontrar responsables más allá
del propio Mendoza Leyva. Se detuvo a 19 sospechosos, la mayoría
personas humildes vinculadas con la militancia aprista, a quienes se
sometió a interrogatorios que no condujeron a nada. Sin embargo, el
informe final fue claro: “El perito de balística declaró que fueron por
lo menos cuatro personas las que dispararon sobre el auto del
presidente: “Es imposible que una persona o dos disparen de atrás, de
adelante y de arriba”, precisa el documento.
Lo evidente es
que el temor a que Sánchez Cerro pudiera articular un partido que
lograra tener más éxito con las masas empujó al asesino, o a quienes lo
instigaron, al crimen. La oligarquía, por su lado, ya no veía a Sánchez
Cerro como garante del orden, sino más bien incapaz de controlar al APRA
y resuelto a empujar al país a un conflicto internacional. Se habló de
la complicidad de Estados Unidos, receloso de que se removiera el asunto
de Leticia, ya zanjado en favor de Colombia. Basadre mismo dejó abierto
el caso con estas palabras: “Si el automóvil presidencial fue blanco de
ocho disparos hechos por varias manos, o sea si hubo un complot como
afirmó perentoriamente la sentencia, no hay modo de encontrar hoy una
comprobación”.
[Juan Luis Orrego]
CUATRO MITOS DE LA GUERRA DEL PACÍFICO
La muerte de Francisco Bolognesi
Existe
la versión de que Francisco Bolognesi y unos pocos sobrevivientes,
cuando casi concluía la batalla de Arica, el 7 de junio de 1880, se
rindieron en el morro alzando una bandera blanca, considerando que
habían dado todo por la defensa de la patria. Sin embargo, el
corresponsal del diario chileno El Mercurio publicó, dos días
después de la batalla, lo siguiente: “Solo More y Bolognesi continuaron
haciendo fuego con su revólver hasta que un soldado tendió muerto
instantáneamente a este de un balazo que le atravesó el cráneo”. Este
testimonio, similar al de Roque Sáenz Peña, demostraría que Bolognesi
murió combatiendo.
Bolivia nos abandonó
Es
verdad que tras la derrota aliada en Tacna, el 26 de mayo de 1880, los
restos del ejército boliviano volvieron a su país y no entraron más en
combate. Lo que no se contempla es que dicha batalla prácticamente acabó
con dicho ejército. Desde entonces, Narciso Campero —presidente de
Bolivia— se trasladó a Oruro para formar uno nuevo. Mientras tanto,
Bolivia continuó apoyando al Perú con armas y recursos económicos. Es
más, durante 1882-1883, el canciller chileno Luis Aldunate escribió a su
homólogo boliviano Antonio Quijarro hasta en cinco oportunidades para
ofrecerle Tacna y Arica a cambio de pasarse al bando chileno. Bolivia
rechazó siempre estas ofertas y mantuvo su alianza con el Perú.
La muerte de Alfonso Ugarte
Alfonso
Ugarte se encontraba entre el grupo de oficiales que resistieron sin
tregua en el morro de Arica hasta el final de la batalla. Su salto a la
muerte en el morro, montado sobre su caballo blanco y blandiendo el
pabellón nacional, es, en términos narrativos, muy propio del
romanticismo literario que ha influido notablemente en los relatos
épico-históricos de las naciones. Alfonso Ugarte sí murió en el morro y
parte de sus restos fueron recuperados al pie del mismo y sepultados en
el cementerio de Arica. Según el historiador Rubén Vargas Ugarte, en
1890, se exhumaron sus restos para ser repatriados. Estos cuentan además
con la partida de defunción firmada por el vicario de Arica José Diego
Chávez, y hoy descansan en la Cripta de los Héroes del cementerio
Presbítero Maestro, junto con los de Grau, Bolognesi y Cáceres.
Arequipa se rindió sin disparar una bala
El
28 de octubre de 1883, el ejército chileno ingresó a Arequipa sin
encontrar resistencia, pero las razones de esta situación son complejas.
Ahí se instaló la sede del gobierno peruano de Lizardo Montero, quien,
ante la cercanía de las fuerzas chilenas, acordó con Narciso Campero
retirar las fuerzas nacionales hasta Puno, para allí sumarse a las
bolivianas y continuar la resistencia. Montero cometió el error de
refrendar en el pueblo la retirada del ejército de Arequipa a Puno. Esto
motivó un levantamiento de la ciudadanía que mayoritariamente se
inclinaba por dar batalla. En la algarada se dispersó el ejército,
Montero logró escapar de la turba por una torrentera, y el alcalde Diego
Butrón fue asesinado por apoyar el plan de retirada. Tras estos
eventos, con la ciudad acéfala y desarmada, se produjo la ocupación
‘pacífica’ de Arequipa.
01 Después de esto, Jesús se fue a la otra orilla del lago de Galileaa (también llamado de Tiberias). 02 Mucha gente le seguía porque habían visto las señales milagrosas que hacía sanando a los enfermos. 03 Jesús subió a un monte y se sentó con sus discípulos. 04 Ya estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. 05 Al levantar la vista y ver la mucha gente que le seguía, Jesús dijo a Felipe:
–¿Dónde vamos a comprar comida para toda esta gente?
06 Pero lo dijo por ver qué contestaría Felipe, porque Jesús mismo sabía bien lo que había de hacer. 07 Felipe le respondió:
–Ni siquiera doscientos denariosc de pan bastarían para que cada uno recibiese un poco.
08 Entonces otro de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo:
09 –Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebadad y dos peces, pero ¿qué es esto para tanta gente?
10 Jesús respondió:
–Haced que todos se sienten.
Había mucha hierba en aquel lugar, y se sentaron. Eran unos cinco mil hombres.
11 Jesús tomó en sus manos los panes, y después de dar gracias a Diose los repartió entre los que estaban sentados. Hizo lo mismo con los peces, dándoles todo lo que querían. 12 Cuando estuvieron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos:
–Recoged los trozos sobrantes, para que no se desperdicie nada.
13 Ellos los recogieron, y llenaron doce canastas con los trozos que habían sobrado de los cinco panes de cebada.
14 La gente, al ver esta señal milagrosa hecha por Jesús, decía:
–Verdaderamente este es el profeta que había de venir al mundo.f
15 Pero como Jesús se dio cuenta de que querían llevárselo a la fuerza para hacerle rey, se retiró otra vez a lo alto del monte, para estar solo Tenemos narrado en estos versículos del Evangelio de San Juan el milagro de la multiplicación de los panes y de los peces. Y hay dos cosas que podríamos resaltar: el interés de Jesús por los problemas de la gente, por el problema del hambre, y su huida al monte El sólo cuando pretenden hacerlo rey.
El no quiere sacar provecho de la situación, y en particular no quiere sacar provecho político, porque El únicamente ha respondido a la necesidad de sus seguidores y sólo porque es una necesidad humana, y no está pensando en absoluto en el prestigio que puede sacar. Jesús no hace el bien para buscar prestigio personal; en ninguna situación Jesús buscará el beneficio propio.
Estas dos cosas que resalta el Evangelio de hoy, el interés sincero por preocuparse de los problemas humanos, y su rechazo al poder y al oportunismo, tienen mucho que decirnos en la actualidad, como lecciones de vida y como orientación a los que detentan el poder.
Estamos celebrando en estos días las Fiestas Patrias, y esta lección del Evangelio de este domingo nos viene muy a propósito. ¿Cuál es la razón por la que nos preocupamos por los demás? Jesucristo no quiso sacar provecho de la situación. El es muy diferente de algunos personajes que buscan obtener una porción del poder político, y por eso nos dicen que se van a preocupar de los niños, o de los ancianitos, o de las carreteras, que van a construir un coliseo, si es que les conceden sus votos. Si estos aspirantes a políticos hubieran estado en la multiplicación de los panes, hubieran querido que los cargaran en hombros y que los hicieran rey. El simple desinterés de hacer el bien porque el otro es un hermano necesitado no produce beneficios políticos, eso sólo lo hacen los buenos, los que aceptan seguir siendo “ingenuos”. Pero sigamos con nuestra meditación sobre esta multiplicación de los panes, como lección de comportamiento. Jesucristo ¿pidió un porcentaje de cada uno de los panes repartidos? Realmente es una pregunta tonta y fuera de lugar. Jesús no tenía mucha idea de lo que es el “reino de este mundo”. Totalmente legítimo (dicen los inescrupulosos) que si uno hace un bien, si se logra un buen contrato derivado de los buenos oficios que yo interpongo, merezco ganarme un porcentaje suculento. Si no, no se puede vivir.
De la misma forma a alguno se le podría ocurrir que si hubiera ocurrido este hecho en los tiempos actuales, habría pelea por conseguir que Jesús pidiera los panes de una panadería o de la otra; los apóstoles habrían estado recibiendo ofertas, para que aceptasen los panes que yo les ofrezco, con tal de que después me asegurasen una buena propaganda. El estar cerca de los poderosos, para conseguir contratos, esto es parte de la llamada estrategia de una buena empresa, aunque para ganar esos contratos se tenga que recurrir a artimañas (o sea a malas mañas).
Otra cosa que observamos en este milagro es que Jesús no quiere hacerlo todo, hay un reparto de responsabilidades: uno es el que tiene los panes (un muchacho), otro es el que informa a Jesús, Jesús es el que hace la bendición milagrosa sobre estos panes y peces, los apóstoles son los que reparten el pan. Jesús no pretende acaparar el poder, lo importante es que la gente tenga que comer, y no importa si esto se lo pueden atribuir a El o a todos los demás que intervienen. Un “astuto político” habría repartido personalmente los panes, y hubiera “aprovechado” el hambre de la gente para sacar dividendos políticos. Además Dios siempre quiere la colaboración del hombre. El podría hacerlo todo, pero no quiere hacer nada sin la participación de nosotros los hombres. El nos ayuda, pero no nos exime de nuestra responsabilidad y exige que pongamos lo que está de nuestra parte. Cuántas lecciones nos da el Señor en este milagro, y que oportunas, para una reflexión en estos días de Fiestas Patrias. Que tengamos siempre una vida cristiana digna, para que podarnos decirnos: Feliz 28.
“Yo soy Dario, rey de reyes, rey de los pueblos… Por
voluntad de Ahura Mazda yo conseguí la realeza”. Así empieza la inscripción que
grabo en la roca de Behistún, al oeste de Irán, el rey Persa Darío I (522-486
a.C.) para legitimar su realeza y dar fe de sus gestas militares. La inscripción
(de 15 x 25 m) se halla a unos sesenta metros del suelo, en la pared de un
acantilado. En la escena, Darío pisotea al mago (sabio) medo Gaumata, que se
sublevo contra su poder. Pero no es el elemento figurativo lo más importante
del relieve, sino las inscripciones, realizadas en las tres lenguas oficiales
del imperio y grabadas en caracteres cuneiformes: persa antiguo, elamita y
babilonio.
HENRY RAWLINSON
El descubrimiento de la inscripción en 1835 por Henry
Rawlinson, un oficial del ejército británico, tuvo gran trascendencia, ya que
su carácter trilingüe lo convirtió en una especie de “piedra de Rosetta”, que permitió
descifrar las tres lenguas. Rawlinson copió la versión en persa antiguo en
1835, y pudo descifrarla en 1838. En 1847 acabó de copiar toda la inscripción y
con la ayuda de la traducción del persa descifró el babilonio en 1849. Pero no
pudo descifrar el elamita, tare que realizó Edwin Norris en 1851.
UN MENSAJE TRILINGUE
La mayor novedad de la inscripción de Behistún es que, por
primera vez, aparece por escrito la lengua persa. Hasta entonces, las gestas y
alabanzas de los reyes eran transmitidas oralmente en recitaciones y cantos.
Aquí, Darío el Grande no sólo grabó sus hazañas en tres lenguas, sino que las
mostró simbólicamente con figuras para los que no sabían leer. El rey
controlaba, de esta forma, el mensaje que quería transmitir a las generaciones
futuras, y su palabra venia avalada por la divinidad suprema del panteón persa,
frente a quienes tenían la intención de destruirla.
Reinos e Imperios de Próximo Oriente. Páginas 126 y 127. Historia National Geographic. The National Geographic Society.Barcelona, España - 2013.
Dilbert es el nombre de una tira satírica creada por Scott Adams que ha aparecido en los periódicos desde 1989, dando lugar a varios libros, una serie animada de TV y numerosos productos relacionados que van desde muñecos rellenos hasta helados. La trama de este cómic se desarrolla en el contexto de lo cotidiano para millones de empleados y oficinistas: políticas de oficina, jefes incompetentes, compañeros de trabajo molestos, asuntos sin sentido, juntas eternas, etc. El mismo tipo de cosas que la gente odia en su trabajo diario son las que provocan las carcajadas en Dilbert.
Fuente: Hagar the Horrible | By Chris Browne Hägar the Horrible —rebautizado en español como Olaf el vikingo u Olafo el Amargado— es una tira cómica creada por Dik Browne. Debutó en 136 periódicos de Estados Unidos el 4 de febrero de 1973. Dos años más tarde, el número de periódicos en los que aparecía había aumentado a 600. Su circulación siguió en aumento y en 2010 la tira apareció en 1900 periódicos de 58 países y en 13 idiomas.
En este programa hablaremos de la diabetes y de la obesidad, dos
enfermedades relacionadas con la alimentación que se han expandido por
todo el mundo. Daremos una perspectiva hormonal de ambas patologías,
además de sus consecuencias en la salud. Además, en nuestra subsección,
traemos algunos de los organismos transgénicos más curiosos.
El Modelo Estándar de la física de partículas lleva más de cuarenta años siendo la referencia para entender el comportamiento de las partículas elementales. Durante todo ese tiempo ha acumulado éxito tras éxito y ha permitido predecir todo lo que se observa en los experimentos de altas energías. Pero eso podría estar cambiando: en los últimos años han aparecido una serie de "anomalías", resultados experimentales que el Modelo Estándar no parece ser capaz de explicar. En este vídeo os contamos en qué consisten. Este vídeo ha sido producido por Daniel Doménech, y constituyó su proyecto para la escuela de verano 2018 del IFIC. Para su realización contó con la ayuda de Alberto Aparici, Avelino Vicente y Joan Ruiz, y con el apoyo de todos sus compañeros de escuela.
Desde 1935
el Instituto Sanmartiniano del Perú se encarga de preservar la historia
del héroe libertador. “Somos la segunda institución de este tipo más
grande del mundo. La primera está en Buenos Aires”, cuenta Adolf
Sobrevilla, desde la casona donde funciona el instituto y museo, en la
plaza Bolognesi.
—Pese a tantos años, poca gente conoce la existencia del instituto...
Así
es. La coyuntura no permite conocer este tipo de instituciones, pero
nosotros tenemos registro de todo lo que hemos hecho. Por ejemplo, desde
hace 60 años somos encargados de dar la ceremonia del 17 de agosto,
cuando se celebra el fallecimiento del general San Martín.
Además, desde 1935 la Municipalidad de Lima nos invita para dar el
discurso de orden cada 15 de julio, donde se conmemora la firma del acta
de independencia del cabildo de Lima.
—Más allá de los eventos, cuidan el recuerdo del libertador...
Sobre todo buscamos rescatar los valores de San Martín.
Hoy por hoy muchas de las máximas del general nos servirían. Una de
ellas es que la cultura te hará libre. Otra es que robar es un delito,
pero robarle al país es una traición. El mal que vemos de las entidades
que nos gobiernan no es actual, lo tenemos hace 200 años e incluso desde
la Colonia. En resumen, trabajamos desde hace 83 años por mantener vivo
el recuerdo de San Martín.
—Si viera todo lo que pasa hoy, se moriría de nuevo.
No,
los pondría en el paredón. Él era muy drástico respecto a la traición a
la patria y eso no significa venderle secretos al enemigo, sino jurar
por Dios y por la patria que prestarás un servicio en beneficio de todos
y terminas sirviendo a tus propios intereses.
—¿Somos mezquinos con la memoria de San Martín?
El
pueblo no. Eso lo puedo garantizar. El que sí es un poco mezquino es el
Gobierno. Las Fuerzas Armadas deberían tener mayor acercamiento a él.
Entiendo que se vuelquen a sus héroes más recientes, pero considero que,
para ser justos con la historia, debemos abarcar todo el espectro. Por
ejemplo, San Martín convocó el primer Congreso y hasta hoy no hay
ningún busto suyo en el Congreso de la República. Muchos han olvidado
que la mayoría de instituciones que hoy conocemos nacieron por el
general...
—¿Por ejemplo?
Él
creó la Legión Peruana de la Guardia, predecesora del Ejército. También
la Marina de Guerra, creó la primera Escuela Normal de Varones, la Alta
Cámara de Justicia, el primer Banco de Misión, la Biblioteca Nacional.
Durante su protectorado se emitieron decretos en los que declaró la
inviolabilidad del domicilio sin la presencia de una autoridad, defendió
los derechos intelectuales, una serie de procesos que dan pie a la
creación de la República.
—¿El instituto recibe apoyo de parte del Estado?
No
podemos ser injustos en decir que no. Recibimos apoyo de los
ministerios de Defensa y Educación, pero nos gustaría hacer más. Además,
me parece que puntualmente se podría hacer mejor las cosas para
celebrar el bicentenario. Estamos mal si pensamos que faltan tres años
para celebrarlo.
—A Trujillo le faltan dos.
Y
no solo a ellos. Paracas, Pisco y Huaura fueron independizados en 1820.
Las autoridades solo se están enfocando en el 28 de julio del 2021,
pero olvidan todas las otras fechas importantes.
—Volvamos al instituto, es uno de los presidentes más jóvenes de su historia. ¿De dónde nace el interés?
Sí,
asumí con 43 años. Por lo general esperan que el presidente de una
institución cívico-patriótica tenga 70 u 80 [risas]. Desde el colegio me
gustó la historia universal y del Perú.
—Y de San Martín, ¿qué le atrajo en especial?
El cruce de los Andes. Es una de las más grandes epopeyas militares de todos los tiempos. Ahí descubrí que San Martín
realizó gran parte de la travesía en litera porque estaba enfermo,
sufría de úlceras. Los granaderos debían cargarlo en litera. En el cruce
también llevaba tres capillas desarmadas; como su ejército iba tan
separado, los domingos armaba las capillas en zonas diferentes y todos
podían escuchar la misa. Era un genio militar, pero no solo eso. Cuando
donó casi mil libros para la Biblioteca Nacional se vio que tenía
versiones en griego, latín, inglés y francés. Manejaba desde libros de
relojerías hasta armas y anatomía.
—¿Qué otra genialidad militar lo sorprendió?
[Piensa] Hay muchas… Pero creo que la toma del Real Felipe. No es muy conocido, pero cuando San Martín llegó al Real Felipe, también lo hacía José de Canterac con refuerzos para los españoles. Los generales de San Martín insistían en atacar antes de que llegaran esas tropas, pero él se negó. Dejó que Canterac y sus refuerzos entraran. Ahí, San Martín
gritó: “¡El Real Felipe es nuestro!”. Nadie lo entendía. A los pocos
días se acabó el agua, los alimentos y los españoles se rindieron. San Martín dejó salir a los soldados y se quedó con el armamento. Tomó el fuerte sin disparar un solo tiro.
—Bolívar murió pobre, sin una camisa para ser enterrado. San Martín murió en Francia. ¿Fueron finales injustos para ellos?
En realidad San Martín
no muere a mala edad. Cuando regresa a Argentina y ve todos los
problemas internos que hay, decide autoexiliarse. Le pidieron quedarse
en el Perú pero se negó porque había jurado entregar el poder. Luego, le
envió una carta a Castilla para pedirle que le mandaran el pago que le
habían prometido por sus labores. Necesitaba el dinero porque su salud
estaba resquebrajada. Castilla le envió todo el dinero prometido y le
reiteró la invitación para que volviera al Perú. Pero San Martín
se negó otra vez. Fue un fin más noble que de desgracia. Aunque hoy por
hoy lo considerarían un loco por renunciar a todo para darle la libertad
a un pueblo que ni conocía.
Ficha del personaje
Adolf Sobrevilla Presidente del Instituto Sanmartiniano del Perú
Tengo
47 años y cumplo mi segundo período como presidente del instituto. Como
buen amante de las armas y la historia ocupo mi tiempo libre con el
tiro deportivo. Pueden buscarnos en Facebook como Instituto Sanmartiniano del Perú.