martes, 12 de septiembre de 2017

Poeta 400: Chile, fértil provincia... de Alonso de Ercilla


ALONSO DE ERCILLA

(España, 1533-1594) Poeta y soldado español, autor de la primera gran epopeya americana: La Araucana. Nacido en Madrid, de familia noble, entró a servir en la corte como paje del entonces príncipe, Felipe II. En 1556 llegó a Perú con el virrey Hurtado de Mendoza y en 1557, cuando el hijo del virrey, García Hurtado de Mendoza, fue nombrado Gobernador de Chile, Ercilla lo acompañó y participó en la expedición contra los araucanos. La campaña duró un año y medio y le supuso tal experiencia que se referirá después a ella como “los más floridos años de mi vida”. Y es que la contemplación del heroísmo y del espíritu indómito de los indígenas araucanos y de los soldados españoles le inspiraron el poema épico La Araucana. Publicada la primera parte en 1569 y las dos partes restantes en 1578 y 1589, La Araucana es la gran obra épica culta de la literatura americana acerca de la conquista de La Araucania, que formó parte del virreinato del Perú. En la obra también se habla de intrigas y disputas entre los españoles. En una de ellas, según el texto, rompió su relación con Hurtado de Mendoza y tuvo que regresar a España en 1562, lo que no significa que perdiera los favores reales. Prueba de ello es que en 1564 fue nombrado duque de Lerma.

Esta obra es la epopeya más famosa del renacimiento español y el primer poema épico americano. Sobre ella se ha escrito mucho y se han extendido numerosas leyendas, como que Ercilla la escribió en el campo de batalla o en descansos nocturnos y que usaba cuero cuando no tenía papel. En su época se consideró una obra historiográfica, casi una crónica, y no se cuestionó en absoluto nada de lo que en ella se decía. Durante mucho tiempo se tuvo al autor como un gran humanista y erudito, aunque la crítica actual, al rastrear las influencias que pueden descubrirse en La Araucana, concluye que aun tratándose de un hombre culto, su espíritu humanista se formó a su regreso a España. Sin embargo, las mayores discusiones sobre esta epopeya se deben al juicio sobre la intencionalidad del autor. Hay quienes consideran que, a pesar de estar concebido como un canto nacionalista, se lo dedicó a Felipe II. Sin embargo, el protagonista real es el pueblo araucano y sus caudillos, sobre todo Lautaro y Caupolicán. Por otra parte, al exaltar el valor y la grandeza de los araucos, podría incluso ser considerado un texto indigenista. Otro punto de vista es considerar el poema, según las convenciones del momento, como una glorificación de la gesta conquistadora española, tanto mayor cuanto más fuertes, aguerridos y valerosos fueran sus enemigos. Lo cierto es que las páginas más emotivas y brillantes son las dedicadas a los araucanos y sus caudillos, bien porque el autor quedó prendado del exotismo de todo lo nuevo que veía, o bien porque el descubrimiento de una civilización diferente de la europea renacentista se prestaba para aplicar a ella los tópicos característicos de la epopeya clásica.

Fuente: http://epdlp.com

CHILE, FÉRTIL PROVINCIA...

Chile, fértil provincia y señalada
en la región antártica famosa,
de remotas naciones respetada
por fuerte, principal y poderosa;
la gente que produce es tan granada,
tan soberbia, gallarda y belicosa,
que no ha sido por rey jamás regida
ni a extranjero dominio sometida.

Es Chile norte sur de gran longura,
costa del nuevo mar, del Sur llamado,
tendrá del este a oeste de angostura
cien millas, por lo más ancho tomado;
bajo el polo Antártico en altura
de veinte y siete grados, prolongado
hasta do el mar Océano y chileno
mezclan sus aguas por angosto seno.

Y estos dos anchos mares que pretenden
pasando de sus términos, juntarse,
baten las rocas y sus olas tienden,
mas esles impedido el allegarse;
por esta parte al fin la tierra hienden
y pueden por aquí comunicarse.
Magallanes, Señor, fue el primer hombre
que abriendo este camino le dio nombre.

Por falta de pilotos, o encubierta
causa, quizá importante y no sabida,
esta secreta senda descubierta
quedó para nosotros escondida;
ora sea yerro de la altura cierta,
ora que alguna isleta, removida
del tempestuoso mar y viento airado,
encallando en la boca, la ha cerrado.

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