FELIX MENDELSSOHN
(Hamburgo, 3 de febrero de 1809-Leipzig, 4 de noviembre de 1847), cuyo nombre completo era Jakob Ludwig Felix Mendelssohn Bartholdy, fue un compositor, director de orquesta y pianista de música romántica alemán.
SINFONÍA Nº 4 EN LA MAYOR OP. 90 “LA ITALIANA”
Entre 1821 y 1823 Mendelssohn escribió nada menos que 12 sinfonías
para instrumentos de cuerda que le sirvieron como preparación para
abordar la gran forma sinfónica. A pesar de ser obras de juventud, se
hace patente en ellas un portentoso dominio de la escritura orquestal
que luego se verá reflejado en sus cinco sinfonías para gran orquesta.
Sobre esta serie sinfónica conviene aclarar que, como igualmente sucede
en el resto de su obra, la ordenación de los números de opus no guarda
rigor cronológico. De esta manera, podemos señalar que la Sinfonía nº4 es en realidad la segunda de sus sinfonías (Tras la Sinfonía de la Reforma,
catalogada como la última de la serie, la número 5, y que es en
realidad la segunda en ser terminada). Junto con la catalogada como
número 3, llamada Escocesa — que cronológicamente es la última — es la sinfonía más conocida e interpretada del autor (La Primera sinfonía
en do menor de esta serie, estrenada en 1827, no deja de ser un
ingenioso añadido de vientos a una de esas doce primitivas sinfonías
para instrumentos de cuerda… ¡Vaya lío!)
Durante todo el siglo XIX, Italia significó una particular meca para
toda una legión de compositores centroeuropeos que buscaban inspiración
y soleada bondad atmosférica a partes iguales. Mendelssohn, como
privilegiado hijo de una archimillonaria familia de banqueros, viajó a
este país cuando apenas contaba 21 años. Contra lo que pueda parecer, el
compositor no tuvo ninguna preocupación descriptiva o programática en
esta obra, sino que se limitó a reflejar sus propios sentimientos sobre
las particularidades de aquella tierra. Como era un verdadero portento
por su don melódico y rítmico, tan sólo bastaron unos sencillos
elementos para evocar el clima eternamente alegre que, según
Mendelssohn, tenía Italia. En realidad, sólo el último movimiento — presto — supone un guiño, aunque erróneo, a la música tradicional italiana (Mendelssohn indicó un saltarello cuando en realidad se trata de una tarantella).
Existe también una fuente, actualmente del todo descartada, que sugiere
que las fiestas del Carnaval Romano le inspiraron en el diseño de esta
obra. Mendelssohn viajó a Italia en compañía de alemanes y no se
interesó en absoluto por la sociedad o la política de aquel país. Su
evocación de Italia en esta sinfonía es la misma que tendría un turista
alemán hoy en día.
La Sinfonía Italiana sorprende por la transparencia
de la orquestación y por la deliciosa simplicidad de su conjunto
melódico, características que se convirtieron en modélicas para los
futuros compositores románticos. Pese a ello, el compositor nunca se
sintió satisfecho del todo con esta obra y revisó la partitura con
cierta frecuencia, llegando a modificar del todo el primer movimiento.
Sin embargo, la edición oficial de la obra, publicada en 1851, cuatro
años después de la muerte del músico, sigue la partitura original, por
lo que no queda más remedio que admitir que la obra revisada se perdió.
Aún así, en el primer movimiento parecen escucharse algunos ecos de lo
que pudo ser esa revisión (Sobre todo si se efectúa la obligada
repetición, algo que muy pocos directores suelen llevar a cabo). Por su
estructura formal, esta sinfonía bien pudiera considerarse como la
última gran obra del clasicismo musical. Empero, una brillantísima
orquestación en base a unos efectivos cuidadosamente equilibrados, una
inestimable finura y delicadeza en los coloridos orquestales y una
extraordinaria vivacidad rítmica, hacen que esta obra sea absolutamente
romántica. Esa singular armonización entre Clasicismo y Romanticismo
hacen que esta sinfonía sea una de las joyas del género de todo el siglo
XIX.
La versión que nos sirven los enlaces para la audición de la obra se
corresponde con una nerviosa y agradable interpretación de la Orquesta
Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela dirigida por el maestro Felipe
Izcaray (Prestigioso director venezolano, actualmente titular de la
Orquesta Sinfónica del Estado Nueva Esparta en Isla Margarita y director
honorario y fundador de la Orquesta Sinfónica de Salta, que fue
considerada en 2004 como “Mejor orquesta argentina” según la Asociación
de Críticos Musicales de la República Argentina). Da gusto ver como los
jóvenes profesores de la Orquesta Simón Bolívar ejecutan la obra, con
mucho mayor compromiso y sentimiento que otras orquestas de cuyo nombre
no me da la gana de acordarme.
Desarollo:
Primer movimiento - Allegro vivace: Tras un único primer compás de introducción que sirve para marcar la
base rítmica (Recurso empleado hasta la saciedad en la música pop),
los violines exponen el primer tema, en 6/8, jadeante y saltarín como
una breve carrera, antes de que se unan los instrumentos de viento y se
adueñen del mismo, para más tarde ser conquistado por toda la orquesta.
Seguidamente, otro motivo más tierno es expuesto en piano por
maderas y cuerda. El magistral desarrollo polifónico de los dos temas
introduce un tercer elemento rítmico no menos vivo, en base a notas
picadas, modulándose a Si mayor, fa sostenido menor y Re mayor antes de
volver a la tonalidad original de La mayor en la reexposición. En la
misma, se indican ciertas aceleraciones de tempo. La conclusión es rápida, expuesta sobre una serie de acordes netos. Magistral movimiento.
Segundo movimiento - Andante: En re menor, el tema principal tiene aquí el carácter de una balada
cantada en tintes sombríos por oboe, fagot y violas sobre fondo marcato
de cuerda grave. Al parecer, Mendelssohn se inspiró en un canto bohemio
de peregrinos. La armonización del tema se logra mediante los
instrumentos de la madera (Especialmente por las flautas en agudo) y los
numerosos bordados del contrapunto. Un contracanto, en modo mayor,
aligera brevemente la gravedad del discurso. El movimiento retoma
después al clima de balada y concluye en pianissimo. Mendelssohn delata una extraordinaria formación musical en este bellísimo movimiento.
Tercer movimiento - Con moto moderato: En La mayor y compás de 3/4, es un scherzo
en absoluto precipitado que se distingue por su motivo a modo de
enredadera que se reparten violas y segundos violines mientras que la
madera traza graciosas secuencias conclusivas. El trío central es
expuesto por las trompas en Mi, con unos trinos en las maderas que dan
la idea de un bosque encantado y que se relaciona de algún modo con el
nocturno de El sueño de una noche de verano. El movimiento concluye de una sencilla forma que recuerda a algunos minuetos de Mozart.
Cuarto movimiento - Presto: En la menor, ya hemos indicado anteriormente que, pese a la indicación de saltarello, se trata de una tarantella
napolitana. El discurso es rápido, franco y ostinado, y aún así, no
logra romper el equilibrio sobre el que se instala una segunda frase en
la que giran las cuerdas. El movimiento concluye brillantemente en medio
de la embriaguez de un irresistible torbellino orquestal. Esta breve
pieza es buena piedra de toque para cualquier orquesta. Sobra decir que,
en la versión del enlace, la juvenil Orquesta Sinfónica Simón Bolívar
responde a las mil maravillas.
Fuente: http://leitersblues.com
CADENA DE LETRAS
- Antes - Letra 242: Concierto para flauta y orquesta en Re Mayor Op. 283 de Carl Reinecke
- Después - Letra 244: Lo Niego Todo de Joaquín Sabina