jueves, 8 de marzo de 2018

RFI: Vivir en Longyearbyen, la ciudad más al norte del planeta


ENFOQUE INTERNACIONAL




Difundido el 05-03-2018 Modificado el 06-03-2018 en 17:37

Cubierta en un 60% por el hielo, la región noruega de Svalbard alberga 2.500 habitantes y más de 3.000 osos polares. RFI estuvo visitando su única ciudad, Longyearbyen, donde viven también algunos latinoamericanos.

Svalbard significa "tierras frías" en viejo islandés, así llamaron los vikingos a este archipiélago cuando lo avistaron en el siglo 12. Un territorio donde impresionantes glaciares y montañas nevadas caen en el océano Artico.

Claudia Antonsen vive en Longyearbyen, la única ciudad en Svalbard. "Es el pueblo más cerca al Polo Norte", nos recuerda. La colombiana cuenta como es en un lugar donde la temperatura puede bajar hasta -40° en invierno y en verano, no supera los 10°. "Tiene uno que ponerse ropa de lana, manga larga, gorro, guantes y pantalón de viento."


Con tanta nieve por doquier, los habitantes de Longyearbyen han aprendido a quitarse los zapatos antes de entrar a cualquier sitio para no ensuciar los pisos. "En el hospital y en la biblioteca se deben quitar, pero en el supermercado y en el centro comercial no."

Durante varios siglos Svalbard fue el terreno de juego de los cazadores de ballenas. En 1906, el empresario estadounidense Longyear creó la ciudad para explotar el carbón. Hoy, la ex ciudad minera vive del turismo y de las ciencias.

Arild Olsen es su actual alcalde. Explica que "el gobierno noruego decidió en los años 90 y 2000 que Longyearbyen ya no debía vivir del carbón, que tenía que transformarse. El resultado es que en los últimos 12 años, la población se ha más que duplicado. Ahora tenemos nuestra mina de carbón, nuestra universidad, una estación satelital, la bóveda mundial de semillas y muchos proyectos científicos. Es una comunidad muy dinámica, que va desde el trabajador industrial hasta el académico, en solo 2.200 habitantes."

Más de 50 nacionalidades estan representadas en Longyearbyen: escandinavos, europeos del este, pero también asiáticos.

Los turistas llegan también de todas partes, como una pareja de argentinos que viene "con el objetivo de ver las auroras boreales y los osos polares".

En las calles de Longyearbyen, hay autos, buses pero también cientos de motos de nieve. Los niños andan en patinetas especiales que tienen esquís en vez de ruedas.

Jorge Kristiansen es venezolano y lleva 4 años en Svalbard. "En cinco minutos con tus perros de trineo estás en un lugar donde puedes esquiar y estás totalmente solo. Es una experiencia tranquilizante."

Muchos científicos y estudiantes vienen a observar y analizar este entorno natural en la Universidad de Svalbard ya que la región ártica vive el cambio climático en primera fila. El Artico se estؘá calentando dos veces más rapido que el resto del planeta.

Una situación que comprueban a diario los habitantes de Svalbard y que se evoca hasta en la iglesia protestante que domina el pueblo. Leif Magne Helgsen es el pastor de Longyearbyen y autor de un libro sobre el deshielo en el Artico.

"Rezamos por la gente en todo el mundo y por el clima. El año pasado fue 10 grados más caliente. Ya no tenemos hielo en el fiordo. Es dificil para el oso polar pero también para nostros ya que hay más avalanchas y más deslizameintos de tierra", cuenta el pastor.

El deshielo también podría abrir nuevas oportunidades para la ex ciudad minera. Con el retiro de la banquisa, se abrirán nuevas rutas marítimas que traerán más barcos pesqueros y más turistas.

Según Leif Magne Helgsen, "es un dilema porque queremos proteger a Svalbard de las huellas humanas y que la gente pueda venir a descubrir esta belleza con respeto. También enfrentamos este dilema al vivir aqui: tenemos una mina de carbón, nuestra electricidad viene del carbón, vamos al continente en avión. Es dificil vivir aquí respetando el clima pero podemos hacerlo, espero."

Svalbard, tierra de paradojas hasta en el cielo. Cada año, el archipiélago y sus habitantes viven dos temporadas totalmente opuestas: tres meses de noche polar con total oscuridad y cuatro meses de sol las 24 horas.

Un reportaje de nuestra enviada especial en Longyearbyen, Lucile Gimberg.