Ya sé cómo me llamo, me dijo, mirándome directamente a los ojos.
Todos en el mundo sin importar la religión que profesen, se les reconoce por su nombre. Es el sonido más familiar que se puede evocar. Por ello se considera un acto de falta de respeto el maltratar el nombre de una persona. Su nombre es intrínseco a ella, la persona y lo que representa.
Asociamos el nombre o el apellido a las características por las que se les reconoce, por ejemplo: Mandela, Gandhi, Juan Pablo II, Gates, Zuckerberg y muchos otros.
Existen y se les reconoce, en su entorno, en su país o ya sea por todo el mundo. Para que se le reconozca, admire u odie, no siempre han tenido que realizar alguna contribución positiva a la humanidad. Si no también por el mal que ocasionaron, como Hilter.
Volvemos a «ya sé cómo me llamo», en este caso, no solo es saber y decir el nombre de uno.
El saber cómo uno se llame y decirlo con convicción lo podrán decir algunos.
¿Qué dices? Estarás preguntándote.
Ahora te lo explico.
Cuando sepas y puedas decir con orgullo, seguridad y aplomo tu nombre, es que has logrado conocerte a cabalidad. Sabes de tus logros, tus fortalezas, los errores cometidos, tus debilidades y lo que quieres de la vida.
Por ello te invito a que digas conmigo:
Yo, me llamo...
Todos en el mundo sin importar la religión que profesen, se les reconoce por su nombre. Es el sonido más familiar que se puede evocar. Por ello se considera un acto de falta de respeto el maltratar el nombre de una persona. Su nombre es intrínseco a ella, la persona y lo que representa.
Asociamos el nombre o el apellido a las características por las que se les reconoce, por ejemplo: Mandela, Gandhi, Juan Pablo II, Gates, Zuckerberg y muchos otros.
Existen y se les reconoce, en su entorno, en su país o ya sea por todo el mundo. Para que se le reconozca, admire u odie, no siempre han tenido que realizar alguna contribución positiva a la humanidad. Si no también por el mal que ocasionaron, como Hilter.
Volvemos a «ya sé cómo me llamo», en este caso, no solo es saber y decir el nombre de uno.
El saber cómo uno se llame y decirlo con convicción lo podrán decir algunos.
¿Qué dices? Estarás preguntándote.
Ahora te lo explico.
Cuando sepas y puedas decir con orgullo, seguridad y aplomo tu nombre, es que has logrado conocerte a cabalidad. Sabes de tus logros, tus fortalezas, los errores cometidos, tus debilidades y lo que quieres de la vida.
Por ello te invito a que digas conmigo:
Yo, me llamo...
Antonio Tomasio. Autor de los libros Uno (Yo) y Mi hijo, mi maestro. Escríbe a atomasio@antoniotomasio.com con tus preguntas o sugerencias o visita la páginahttp://www.antoniotomasio.com