"En 1994, Richard Leakey afirmaba que el conjunto de los fósiles que se han encontrado en África meridional y septentrional -que es donde se han descubierto la gran mayoría de los fósiles africanos- pertenecientes al periodo comprendido entre hace 1 y 4 millones de años, correspondían a unos 100 individuos de distintas especies de homínidos, fueran humanos o no. Desde ese año hasta la actualidad se han encontrado bastantes fósiles más. Supongamos que ahora tenemos fósiles de 200 individuos distintos. Eso no significa que se disponga del conjunto de su esqueleto, sino solo de algunas partes. Si cada 25 años se produce una nueva generación, durante los tres milenios de años que menciona Leakey nuestro linaje habría estado representado por una línea continua de unas 120.000 generaciones sucesivas de homínidos. Podríamos decir, por tanto, que estas cifras equivaldrían, en promedio, a los fósiles de un individuo por cada 15.000 años. Uno por cada 600 generaciones.
Aun así el cuadro peca de optimista. En primer lugar, porque algunos de los fósiles encontrados pertenecen a individuos encontrados pertenecieron a individuos de una misma población, como es el caso de los 17 individuos afarensis conocidos como La primera familia, lo cual significa que el número de generaciones de nuestros antepasados de los que no tenemos rastro en nuestro archivo fósil es todavía mayor. Peor sobre todo porque algunos -por no decir muchos- de esos fósiles no pertenecieron a nuestro linaje sino a otras líneas evolutivas que se extinguieron. Por tanto, la cifra real de los que pudiéramos considerar como nuestros auténticos antepasados es bastante menor que la que hemos supuesto, a partir de la señalada por Leakey.
Esto significa que con los fósiles descubiertos hasta ahora no estamos ni remotamente en condiciones de poder hablar de muestras representativas de nuestros antepasados. Y significa, por tanto, que no es posible saber qué rasgos anatómicos o morfológicos eran los realmente característicos de aquellas gentes. Sabemos los rasgos que tenían los individuos concretos que se han encontrado, pero eso no nos permite generalizar al conjunto de las poblaciones de las que formaron parte, porque sin una muestra verdaderamente representativa de tales poblaciones no podremos saber cómo variaban esos rasgos dentro de cada una de ellas."
La paradoja de Darwin o el enigma del Homo Sapiens. Páginas 59-60. Manuel Bautista. Guadalmazán. Córdoba, España, 2015.
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