jueves, 19 de mayo de 2016

Tomasio (18/05/2016): Hay que matarla





«Tengo que matarla», volvió a repetirlo, esta vez de una manera más categórica, la conversación seguía su curso, como cualquier día, en aquel bar en dónde los colegas se reúnen para compartir. No muy lejos de donde se llevaba a efecto dicha conversación estaba sentada una pareja, de esas que cuando salen son los silencios los que ocupan los espacios, es decir, se conversa poco, cada uno sumido en sus pensamientos.

«Has escuchado lo que ese señor acaba de decir» le dijo de pronto la señora a su marido, «va a matar a su mujer» continúo.

«Mujer, no escuches conversaciones ajenas» respondió rápidamente su marido, con gesto de hastío.

«No quiero ser cómplice de nada, si tú no haces nada, yo si lo haré» zanjó la esposa.

Se levantó de su asiento, y salió a la calle a buscar un policía, tuvo la “suerte” de encontrar un patrullero y lo detuvo, les explicó lo que acababa de escuchar, señalando decididamente al interior del bar. Del patrullero y con un poco de mala gana se desmontó un policía que acompañó a la señora al interior del mismo. Le señaló al señor que había mencionado «Tengo que matarla», ella se cruzó de brazos esperando un reconocimiento de ser una buena ciudadana.

El dueño del bar y el policía se saludaron familiarmente, a continuación, preguntó a los hombres por lo que la señora había escuchado, ellos seguían apoyados en la barra, concentrados en lo suyo, ante tal comentario los tres hombres soltaron sonoras carcajadas que se escucharon hasta fuera del bar. «Eso, señor policía, pasa cuando la gente escucha parte de conversaciones ajenas» dijo el más alto de todos.

Le explicaron, él que había dicho lo escuchado por la señora, era escritor y estaba contando que en la novela que estaba escribiendo, a una de sus personajes tenía que matarla, sobraba en la trama y eso daría un nuevo giro al argumento. Al poco tiempo, el mismo policía se reía con ellos, se estrecharon las manos, la señora estaba colorada y no sabía lo que pasaba. Su marido seguía impertérrito sorbiendo su brandy. El policía comprensivamente le explicó lo que había pasado, ella no podía creerlo, se despidió y partió en el patrullero.

Muda e incrédula fue a sentarse a la mesa de donde había escuchado la conversación ajena habiéndose imaginado lo peor, su marido le dirigió una mirada de reproche que se podía traducir en que querer matarla.

Por ello:

 

  • No des crédito a todo lo que escuchas.
  • No repitas todo aquello que escuches, sin verificar las fuentes.
  • Evita la propagación de información falsa.
  • No propagues chismes o rumores.

Antonio Tomasio. Autor de los libros Uno (Yo) y Mi hijo, mi maestro. Escríbe a atomasio@antoniotomasio.com con tus preguntas o sugerencias o visita la página http://www.antoniotomasio.com