miércoles, 11 de mayo de 2016

Poeta 338: Juan Pablo Forner


JUAN PABLO FORNER Y SEGARRA

(Mérida, 17 de febrero de 1756 - Madrid, 16 de marzo de 1797), escritor ilustrado español. De familia valenciana, se educó con su tío por parte materna, el filósofo ecléctico valenciano, lógico y famoso médico Andrés Piquer. Estudió leyes en las universidades de Madrid y Toledo y fue profesor de jurisprudencia en Salamanca. La protección de Manuel Godoy le valió ser nombrado fiscal del crimen de la Audiencia de Sevilla (1790) y del Consejo de Castilla (1796). La Real Academia Española premió su Sátira contra los vicios introducidos en la Poesía por los malos poetas en 1782. Fue hombre erudito, amigo de la polémica y la sátira y de amplios recursos dialécticos, e hizo objeto de sus burlas a casi todos sus contemporáneos usando distintos pseudónimos. Picado de vanidad y cierto engreimiento, se mostró particularmente envidioso y la tomó en especial contra Tomás de Iriarte, Vicente García de la Huerta, Francisco Sánchez Barbero, José de Vargas Ponce, Cándido María Trigueros y León de Arroyal, entre otros, contra quienes lanzó dicterios en sátiras personales; sus diatribas alcanzaban tal virulencia que hubo de publicarse un decreto prohibiéndole publicar nada sin autorización real.

Fue un apasionado nacionalista y por eso defendió la cultura española en su respuesta al despreciativo juicio de Masson de Morvilliers en la Enciclopédie Méthodique (1782): "¿Qué se debe a España?". La realizó por encargo y a expensas del Conde de Floridablanca, con el título de Oración apologética por la España y su mérito literario (1786); esto le valió la parodia Pan y Toros de León de Arroyal y las chuflas de otros ilustrados que le motejaron de excesivo apego a los poderosos. Murió en 1797, cuando iba a ser nombrado presidente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación.

MADRID

Esta es la villa, Coridón, famosa
que bañada del leve Manzanares
leyes impone a los soberbios mares
y en otro mundo impera poderosa.

Aquí la religión, zagal, reposa
rica en ofrendas, fértil en altares;
en las calles los hallas a millares;
no hay portal sin imagen milagrosa.

Y por que más la devoción entiendas
de este piadoso pueblo, a cada mano
ves presidir los santos en las tiendas.

Y dime, Coridón, ¿es buen cristiano
pueblo que al cielo da tantas ofrendas?
Eso yo no lo sé, cabrero hermano.  

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