Así me dijo que se llamaba el taxista que conducía el carro que use el otro día. Walter es una persona muy especial, ya que no solo se gana la vida manejando su taxi, sino que además es un filósofo de la vida.
Después de mis preguntas clásicas, que hago a los taxistas cuando uso sus servicios, tales como: ¿Cómo está el negocio?, ¿Cuánto tiempo trabaja manejando taxi?, ¿El carro es propio? Preguntas que rompen el hielo y establecen un ambiente favorable para seguir avanzando en otros temas.
En pocos casos se involucran en los temas que propongo y se explayan contribuyendo. Con Walter fue diferente, el mismo analizaba a los otros choferes y decía que muchos de los que manejan no están en paz consigo mismos y por ello manejan agresivamente, trasladan su agresividad en la forma de conducir, maltratándose ellos primero y luego dañando las relaciones con las demás personas ya sean choferes o peatones. Se envenenan, concluyó.
Walter, conforme sorteaba con destreza el tráfico que se nos presentaba, no perdía el hilo de la conversación sobre su punto de vista sobre diferentes situaciones de la vida, con palabras sencillas, tanto fue así, que le dije que escribiría sobre él, promesa que estoy cumpliendo mientras, Ud. amigo lector lee estas líneas.
“Yo no puedo exigirles a mis hijos que trabajen, si yo no lo hago, que no tomen bebidas alcohólicas, si no lo hago yo. La vida, en sí, hay que aceptarla y sin complicaciones, lo que nosotros hagamos, ejecutémoslo, así que se logra conseguir lo que queremos de la vida. Hay que dejar fluir y aceptar lo que no podemos cambiar”. Estas son algunas de los pensamientos que vertió ese día.
Me comentó que tiene muchos cuadernos escritos en los que ha plasmado sus reflexiones de vida. Le sugerí que los pasara a limpio y de seguro que tendría buen material, habría que revisarlo y ordenarlo. Puede ser un buen libro de reflexiones. Inclusive le sugerí un título “Reflexiones y puntos de vista de un taxista”.
En los lugares menos esperados es donde se encuentra sabiduría. Los taxistas pasan mucho tiempo consigo mismos, trabajan individualmente y es así que logran afirmar sus pensamientos, son observadores de la vida, como en este caso, Walter.
La sabiduría no solo se encuentra en las salas académicas, sino más bien donde menos la esperamos, pero debemos de saber estar atentos, alertas para no perdernos lo que la vida nos pone adelante; podemos perder oportunidades de obtener cosas buenas de la vida.
Gracias Walter por esa conversación alentadora y profunda, pero a la vez sencilla.
Después de mis preguntas clásicas, que hago a los taxistas cuando uso sus servicios, tales como: ¿Cómo está el negocio?, ¿Cuánto tiempo trabaja manejando taxi?, ¿El carro es propio? Preguntas que rompen el hielo y establecen un ambiente favorable para seguir avanzando en otros temas.
En pocos casos se involucran en los temas que propongo y se explayan contribuyendo. Con Walter fue diferente, el mismo analizaba a los otros choferes y decía que muchos de los que manejan no están en paz consigo mismos y por ello manejan agresivamente, trasladan su agresividad en la forma de conducir, maltratándose ellos primero y luego dañando las relaciones con las demás personas ya sean choferes o peatones. Se envenenan, concluyó.
Walter, conforme sorteaba con destreza el tráfico que se nos presentaba, no perdía el hilo de la conversación sobre su punto de vista sobre diferentes situaciones de la vida, con palabras sencillas, tanto fue así, que le dije que escribiría sobre él, promesa que estoy cumpliendo mientras, Ud. amigo lector lee estas líneas.
“Yo no puedo exigirles a mis hijos que trabajen, si yo no lo hago, que no tomen bebidas alcohólicas, si no lo hago yo. La vida, en sí, hay que aceptarla y sin complicaciones, lo que nosotros hagamos, ejecutémoslo, así que se logra conseguir lo que queremos de la vida. Hay que dejar fluir y aceptar lo que no podemos cambiar”. Estas son algunas de los pensamientos que vertió ese día.
Me comentó que tiene muchos cuadernos escritos en los que ha plasmado sus reflexiones de vida. Le sugerí que los pasara a limpio y de seguro que tendría buen material, habría que revisarlo y ordenarlo. Puede ser un buen libro de reflexiones. Inclusive le sugerí un título “Reflexiones y puntos de vista de un taxista”.
En los lugares menos esperados es donde se encuentra sabiduría. Los taxistas pasan mucho tiempo consigo mismos, trabajan individualmente y es así que logran afirmar sus pensamientos, son observadores de la vida, como en este caso, Walter.
La sabiduría no solo se encuentra en las salas académicas, sino más bien donde menos la esperamos, pero debemos de saber estar atentos, alertas para no perdernos lo que la vida nos pone adelante; podemos perder oportunidades de obtener cosas buenas de la vida.
Gracias Walter por esa conversación alentadora y profunda, pero a la vez sencilla.
Antonio Tomasio. Autor de los libros Uno (Yo) y Mi hijo, mi maestro. Escríbe a atomasio@antoniotomasio.com con tus preguntas o sugerencias o visita la página www.antoniotomasio.com