PABLO HERRERA NÚÑEZ
Nació el 3 de agosto del 2000, poco tiempo después se dio cuenta que tenía dos piernas y dos brazos. Estudió y creció como muchos otros seres humanos. A los 16 años tuvo un momento de iluminación que no le duraría mucho y, gracias a eso, ahora abusa del placer, demagógico y despótico, de la arbitrariedad en sus escritos.
DA CAPO AL FINE
Aún no lo descifro.
El ladrido de un perro.
El abrazo de una mujer.
El girar de las llantas.
Aún no lo descifro.
El caminar de la gente.
El pistilo de las flores.
El cemento de las veredas.
Aún no lo descifro.
La sonrisa de una amiga.
El humo del tabaco.
Las zapatillas raídas.
Aún no lo descifro.
Los argumentos del hermano.
Las casetas de guardianía.
Las teclas del piano.
Aún no lo descifro.
El parque.
Los amoríos demasiado juveniles.
Las recaídas.
Aún no lo descifro.
La plática insulsa.
La irracional angustia.
La visión exangüe.
Aún no lo descifro.
Los intentos de suicidio.
Los poemas bellos.
El beso de la madre.
Aún no lo descifro.
La vibración de las cuerdas.
La facultad de arquitectura.
Los grandes maestros.
Aún no lo descifro.
Los literatos.
Las sonatas.
La araña que teje tranquila.
Aún no lo descifro.
¿Estado o sentencia?
Aún no lo descifro.
Del libro Madriguera de paquidermos
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