MARTÍN GARCÍA MÉROU
(Buenos Aires, 14 de octubre de 1862 - Berlín,
30 de mayo de 1905) fue poeta, novelista y ensayista, pero fueron sus
valiosas críticas literarias las que lo volvieron reconocido, tarea
limitada por su condición de diplomático y político. Entre sus obras se encuentran: Estudios literarios (1884), Libros y autores (1886,), Juan Bautista Alberdi (1890), Recuerdos literarios (1891), Confidencias literarias (1894), Ensayo sobre Echeverría (1894) y El Brasil Intelectual: impresiones y notas literarias (1900). Falleció joven, a los 43 años.
HUÁSCAR
Allá va… Solitario entre las brumas
Se confunde en la sombra su silueta
Con el oscuro cielo,
Las pálidas espumas
Y los reflejos de la mar inquieta!…
Su generoso anhelo
Lo empuja a la victoria
En medio del embate de la suerte,
Murmura el viento que lo mece: muerte!
Y el mar rugiendo le responde: gloria!…
¡Salve Huáscar audaz! Cómo se eleva
El corazón, testigo
De la nube de gloria que te lleva,
Espada del Perú, cambiada en rayo
Que fulmina la sien del enemigo!
Cuando a la lucha amarga
Te provocara la ambición chilena,
Tú fuiste el primero
En darle el bofetón de tu descarga;
Y el océano altanero
En cada ola refirió a la arena.
Que eres más poderoso que el pampero
Cuando su ira en el llano desenfrena!
Tu trueno prolongado,
Llegando hasta la tierra,
Con acento inmortal, ha levantado
El himno clamoroso de la guerra;
Y al par que se difunde
La chispa que los ánimos inflama,
Tu gloria se derrama
Como un incendio que en la selva cunde!
¡Fraternidad! Oh madre americana!
Oh aliento bendecido,
Que al levantar la mente soberana
Reanima el espíritu abatido!
Aquí donde los vientos
Van murmurando cadenciosos ruegos,
Encuentran los volcanes esos fuegos,
Y encuentran la batalla esos acentos!…
América suspensa,
Presenciando la lucha de sus hijos,
Bendice tu defensa,
Y mientras surcas los revueltos mares
Dejando roja huella,
Palpita con los bosques seculares,
Aplaude con la luz de la centella!
Ah! la misma feraz Naturaleza
Se levanta también sobresaltada
La fiera en la maleza,
Los vientos saturados de perfume,
Los torrentes que ruedan sobre peñas,
Los verdes bosques que la sed consume,
Las flores enlazadas en las breñas,
Todo, todo se agita conmovido,
Y desde el astro hasta la altiva palma,
Le envía en su sonido
La caricia más plácida de su alma!
Y él entre tanto, parte
Como las brisas solas,
Llevando por escudo su estandarte
Y por amigas de su fe las olas!
El entre tanto, cuando ruge ardiente
La batalla, triunfante se pasea
El levanta la frente
Y en la sombra del mar relampaguea!…
Y al salir de su sueño la tormenta
Que en el espacio gime,
Cuando la nube con fragor revienta,
En la penumbra de ese horror sublime
Que al corazón devora,
Parece sacuden su letargo
Los viejos héroes de inmortal pujanza,
«Valor» –le dice Espora,
Mientras el mar amargo
Le repite con Brown; Fe y Esperanza!…
¡»Huáscar» entonces tu bandera flota
Besada por el céfiro en su vuelo
Entonces te abalanzas atrevido
Iluminado el cielo,
Para dejar deshecho y esparcido
Cuanto se opone a tu tremendo empuje;
Para clavar certero
Como una garra tu espolón de acero,
Mientras el mar bajo tus plantas ruge!…
¡Siempre de pie! La luz de la victoria
Te guía en la batalla,
Donde tu santa indignación estalla
Hasta alcanzar la palma de la gloria!
En ella te recreas
Como el astro en el cielo oscurecido,
Y al ceñirte tu nítida guirnalda,
Hundes a la «Esmeralda»
Pero salvas magnánimo al vencido!…
Ah! por eso la tierra americana
Te mira palpitante,
Y a cada hazaña de tu nombre, ufano
Alza al cielo tu espíritu gigante!
Por eso él, se repite en su circuito
Allí donde se mueven las arenas
Bajo el impulso del sonoro viento,
Mientras levantan su armonioso acento,
Jugando con la espuma, las sirenas
Allí donde la hiedra
Desheredada crece
Enlazando el peñasco de granito,
Allí do el terremoto se adormece
Bajo la capa secular de piedra,
Allí donde respira el infinito!…
Y tú veloz cuando la luna brilla,
Sobre las tristes olas
Mientras dormitan en el bosque, solas
Las aves, compañeras del misterio,
Mientras hablan las hojas con la brisa
Y el fuego fatuo cruza el cementerio
Mientras orla a las flores el rocío,
Te internas en la sombra abandonado
Y la sombra en espectro te convierte,
Como el corcel sombrío
Del sueño apocalíptico, montado
Por el negro fantasma de la muerte!…
Es que el valor te guía…
El valor de la tierra coronada
Que electriza el acero de los bravos;
El valor de la América sagrada,
Donde tienden los Andes la mirada
Sin encontrar sobre su faz esclavos!…
Esa enseña te lleva a la victoria
¡Oh «Huáscar»! Pero hay algo más sagrado:
La libertad, diadema de la historia!
La libertad, escudo del soldado!
No la feroz e indómita bacante…
¡La virgen india de gracioso paso,
De seno palpitante.
De tez deslumbradora,
Que al sol su Dios, despide en el ocaso,
Que la bendice al apuntar la aurora!
La libertad que en sus visiones palpa
El corazón a quien la suerte abruma;
Amada cariñosa de Atahualpa,
Y sostén inmortal de Montezuma!…
La libertad, bandera
Que recorrió la América agitada
Encendiendo hasta el último cartucho,
Para elevar en el Perú, severa;
La luz de su alborada
De entre el humo y el polvo de Ayacucho!
Y en estas horas de recuerdo santo
En que a la mente acude
La imagen de la patria libertad,
Sobre el mar que su ímpetu provoca,
Mientras todo es amor y regocijo,
Mientras un pueblo entero,
Los grandes héroes del pasado invoca,
El con el brazo fijo
Se envuelve en la mortaja de la bruma,
El, rápido se aleja
Como quien va al encuentro de la Historia;
Y la nube veloz, la blanca espuma,
Los vientos que modulan una queja
Le dicen al pasar: «Patria y Victoria»!…
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