¿Cómo llamas a un hoyo negro? Como sea, dice un viejo chiste, siempre y cuando no sea demasiado tarde para cenar. Los agujeros negros, después de todo, están hambrientos.
Pero ¿cómo se le llama a una colección de agujeros negros? La duda ha adquirido urgencia entre los astrónomos inspirados por la noticia reciente de que hay decenas de hoyos negros zumbando alrededor del centro de un racimo cercano de estrellas.
En los últimos años, instrumentos como los detectores de ondas gravitacionales LIGO y Virgo han registrado vibraciones espacio-temporales de las colisiones de hoyos negros, dejando claro, sin lugar a dudas, que estas monstruosas concentraciones de nada no solo existen sino que son ubicuas. Los astrónomos anticipan que verán una mayor cantidad de estas criaturas einstenianas al implementarse antenas de ondas gravitacionales de próxima generación. ¿Cómo las llamarán?
Hay parvadas de gansos, manadas de ballenas, jaurías de lobos. ¿Qué término le haría justicia a la naturaleza especial de los hoyos negros? ¿Una masa? ¿Un colador? ¿Un grito?
Jocelyn Kelly Holley-Bockelman, astrofísica en la Universidad Vanderbilt y otros colegas desarrollan un proyecto internacional llamado Antena Espacial de Interferómetro Láser (LISA, por su sigla en inglés) que será capaz de detectar colisiones entre agujeros negros de todos los tamaños en todo el universo. Hace poco intentaba dirigir una reunión del grupo en Zoom “cuando uno de los integrantes dijo que su hija se había preguntado cómo se le dice a un colectivo de agujeros negros y luego la reunión se hizo un lío cuando cada quien intentaba superar a los demás”, dijo por correo electrónico. “Cada vez que veía una sugerencia tenía que detenerme y reír como lunática, lo que nos animaba más”.
La pregunta fue lanzada en inglés en Twitter hace poco como parte de lo que la NASA ha empezado a llamar la semana de los agujeros negros (del 12 al 16 de abril). Entre los muchos candidatos hasta el momento están los vocablos que en español serían: agolpamiento, pogo, silencio, mota, enjambre, enigma. O uno de mis favoritos por su conexión con mi juventud: un Albert Hall de agujeros negros.
La cantidad de agujeros negros conocidos solo va a crecer. LISA será capaz de detectar los llamados agujeros negros primordiales, si los hay, que quedaron de las etapas tempranas del Big Bang, así como otros más recientes, y enfrentarán a los investigadores con “básicamente una barra libre de agujeros negros”, dijo la doctora Holly-Bocckelmann. La antena no volará hasta 2031, agregó, “¡así que hay tiempo para tener un término por si y cuando lo necesitemos!”. La Unión Astronómica Internacional, que regula la nomenclatura cósmica, no tiene reglas sobre los “colectivos”, añadió, así que le toca decidir a la gente.
Holly-Bockelmann añadió que entre sus preferencias personales estaba “un ‘vacío’ de agujeros negros”. Mi propio candidato es un “desastre” de agujeros negros, ya que la palabra desastre tiene raíz en el latín: “astro” –estrella– y, más tarde, en el término italiano para “mala estrella”.
La anterior semana de los agujeros negros ocurrió en otoño de 2019, cuando la NASA volvió a emitir algunas de sus noticias cósmicas más atemorizantes protagonizadas por explosiones de agujeros negros, que devoraban estrellas o estaban prestos para consumir a sus vecindarios. Ahora, con una pandemia global de telón de fondo, los agujeros negros ofrecen un respiro y un recordatorio de cuán minúsculas y fugaces son nuestras tribulaciones frente al panorama universal. Los agujeros negros se han convertido en los videos de gatos de la astronomía.
Así que la semana pasada la NASA volvió a servir otro bufé de noticias de agujeros negros y anuncios al público, como este video animado del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA.
No se puede hacer un recorrido por un agujero negro, por supuesto, pero hace dos años los astrónomos nos ofrecieron el mejor sucedáneo: la primera imagen de uno. El agujero negro supermasivo —una masa desaparecida equivalente a unos 6500 millones de soles—, se ubica al centro de la galaxia Messier 87.
La imagen fue captada por una red mundial de telescopios conocida como el Telescopio Event Horizon en abril de 2017. El mes pasado, el equipo de Event Horizon refinó esa imagen para mostrar el vórtex circundante de campos magnéticos que emite gas y energía por el espacio casi a la velocidad de la luz.
Pero hay más. Mientras se registraba aquella primera imagen de 2017, otros 19 observatorios en la tierra y en el espacio estudiaban colectivamente este chorro de energía de la M87. Sus datos se han publicado ahora junto con un vídeo del chorro visto en diferentes tipos de luz y a diferentes escalas, desde las dimensiones más íntimas del agujero negro hasta el espacio intergaláctico.
Los resultados, según los astrónomos, ayudarán a esclarecer cómo los agujeros negros ejercen su violenta magia, pondrán a prueba las predicciones de la teoría de la relatividad general de Einstein y quizá arrojen luz sobre el origen de los rayos cósmicos.
Por su parte, el equipo de Event Horizon acaba de concluir una nueva serie de observaciones de los agujeros negros —en M87, en el centro de nuestra propia galaxia y en otros lugares— dijo Shep Doeleman, del Centro Harvard-Smithsonian de Astrofísica y director fundador del colectivo de telescopios.
“Nos reunimos todos los días a las 2 p.m., hora del este, para revisar el estado del tiempo y la preparación en los sitios, luego hacemos la llamada”, dijo Doeleman en un correo electrónico. “A veces es pan comido: hace buen tiempo, todo el mundo está preparado. O, igual, el clima en los sitios clave es horrible o hay un problema técnico importante que hay que resolver. Algunas veces es pura agonía”.
Si no dispones de un cohete o un telescopio, hay bastante que leer sobre los agujeros negros. Hawking Hawking: The Selling of a Scientific Celebrity de Charles Seife es un relato sin adornos del cosmólogo y experto en agujeros negros, fallecido en 2018, Stephen Hawking. El libro, con reportería abundante sobre la vida y descubrimientos de Hawkings, intenta separar al hombre y su ciencia del halo de sagacidad estilo Einstein con el que rodeó a su personaje público.
Y Guía de supervivencia a un agujero negro de Janna Levin, astrofísica del Barnard College de la Universidad de Columbia, e ilustrado por la artista Lia Halloran, es un poema de bolsillo a estas curiosidades cósmicas.
“Los agujeros negros son nada”, dice la primera línea. Al final, Levin contempla la posibilidad de que la Tierra y lo que queda sobre ella al final caiga en un agujero negro en medio de la Vía Láctea.
“Aquí es donde nuestros datos, nuestros retazos de información cuántica, pueden terminar”, escribe. “Todo se lo tragará el vórtex central, destellando con brillo espectacular, las últimas ráfagas desesperadas de luz concentrada en el cosmos, hasta que todo se desvanezca en una oscura tormenta silente en el espacio-tiempo”.
Y bien podríamos llamar al universo entero un cementerio de agujeros negros. Una barra libre de gritos. Solo otra semana de agujeros negros.
Fuente: https://www.nytimes.com
Por: Dennis Overbye joined The Times in 1998, and has been a reporter since 2001. He has written two books: “Lonely Hearts of the Cosmos: The Story of the Scientific Search for the Secret of the Universe” and “Einstein in Love: A Scientific Romance.” @overbye
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