No hay otra obra sobre la guerra de Vietnam que haya mezclado una narrativa política y militar del conflicto con experiencias personales conmovedoras. Vietnam fue el conflicto moderno más divisivo del mundo occidental. Max Hastings ha pasado los últimos tres años entrevistando a decenas de participantes de todos los bandos, investigando documentos y memorias estadounidenses y vietnamitas para crear una narrativa épica de una lucha épica. Retrata las escenas de Dien Bien Phu, el ataque aéreo de Vietnam del Norte y batallas menos conocidas, como el baño de sangre en Daido. Muchos han tratado esta guerra como una tragedia para los Estados Unidos, sin embargo, Hastings no olvida a los vietnamitas: en esta obra hay testimonios de guerrilleros Vietcong, paracaidistas del sur, chicas de alterne de Saigón y estudiantes de Hanói, junto con soldados de infantería de Dakota del Sur, infantes de marina de Carolina del Norte y pilotos de Arkansas. No hay otra obra sobre la guerra de Vietnam que haya mezclado una narrativa política y militar del conflicto con experiencias personales tan conmovedoras.
Veteranos sin calzoncillos
El libro de Hastings está lleno de cosas tan interesantes como que la mejor forma de saber cómo le había ido la campaña a un soldado estadounidense era preguntarle si llevaba calzoncillo: el que aún los vestía no había estado en los sitios peores, porque la ropa interior criaba hongos en la entrepierna y se prescindía de ella. Una de las escenas más tremendas que cuenta es cuando un Huey que ha recibido un impacto vuelca y cae sobre un grupo de soldados despedazándolos dantescamente con sus rotores en movimiento. A los soldados estadounidenses les impresionaba el impacto de su propio armamento (“¡tío, somos los reyes, nadie puede sobrevivir a todo esto!”), pero Hastings apunta que el AK-47, el arma personal básica de los comunistas (en la variante china Norinco-56), era superior al M-16, que causó muchos problemas. La mutilación de los cadáveres del enemigo estaba muy extendida y se cobraban especialmente orejas. Los comunistas, explica Hastings, también se drogaban, fumando raíces o flores blancas de la Rosa canina o escaramujo, que provocaban sueños eróticos obsesivos.
"Si no podemos dispararles, ¿qué hacemos aquí?"
Cuando Eisenhower informo a su sucesor, John F. Kennedy de los asuntos que debería abordar durante su presidencia el país a vigilar no era Vietnam sino Laos, tenido además por el Departamento de Estado por “una nación de homosexuales”. En las decisiones estratégicas de la época pesaba el recuerdo de la Segunda Guerra Mundial y la lección de aquella de que un poder abrumador resulta irresistible. Kennedy consideraba que no podía dejar que Vietnam se pasase el comunismo si quería que le reeligieran, pero al mismo tiempo habría dicho: “No tenemos futuro ahí. Nos odian. No nos quieren allí. En algún momento nos echarán de allí de una patada en el culo”. En todo caso, Hastings no cree que Kennedy hubiera sacado a EE UU de Vietnam
De Westmoreland, el general que asumió el mando de las tropas estadounidenses en Vietnam y dijo que ganarían porque tenían más potencia de fuego y eran más listos y valientes, el historiador opina que es improbable visto el caos político que heredó que Patton o Sherman lo hubieran hecho mejor. “A los militares pedirles que resuelvan desafíos políticos y sociales que superan su capacidad intelectual, experiencia, condicionantes y recursos, es pedirles demasiado”. Además, recuerda, se quería vencer en una guerra sin poner toda la carne en el asador, pues se pensaba que la devastación a gran escala era incompatible con los valores de EE UU. Un sargento resumió el dilema: “¿Por qué no libramos esta guerra como tiene que ser, les damos a esta gente con todo... o nos marchamos?”. Otro soldado apuntó: “Si no podemos disparar contra esa gente, ¿qué estamos haciendo aquí?”.
La guerra, recoge Hastings, pasó durante la administración Johnson de ser una guerra de los survietnamitas con apoyo de los estadounidenses a ser una guerra estadounidense con la ayuda –más que ineficaz- de los survietnamitas. El objetivo se limitó a matar más Vietcongs. . Un senador de EE UU apuntó en 1965: Incluso si se obtiene una victoria total, aun así el resultado es malo (...) Estamos enredados de muy mala manera en un lugar en el que no deberíamos estar en una situación que se escapa rápidamente a nuestro control”.
El hecho de que los combatientes comunistas estuvieran en campaña continuamente mientras que los soldados estadounidenses servían solo un año y se volvían a casa precisamente cuando habían acumulado experiencia jugó un papel importante en la lucha. Hastings recuerda también que la mayoría, quizá unos dos tercios de los estadounidenses que iban a Vietnam no luchaban en realidad y “no quedaban expuestos a más riesgo que a los de la propia imprudencia: contraer una enfermedad venérea o tomarse drogas de mierda”. De los 25 millones de estadounidenses con edad de ser llamados a filas solo 2,15 millones sirvieron en Vietnam, de los que solo uno de cada 7 entró en combate. Una forma de librarte era ser homosexual, haber robado ganado o matado un águila. O fingir una úlcera gastroduodenal extrayéndote medio litro de sangre y bebiéndotelo justo antes de las pruebas de alistamiento. Más de medio millón de hombres se saltaron el reclutamiento pero solo se envió a la cárcel por ello a 3.250. Si tenías mala suerte, por eso, te enviaban al 1º Batallón del 9º Regimiento de marines apodado “los muertos vivientes” por el espantoso índice de bajas.
Hastings recoge que todos los muertos se parecían mucho, ya fueran blancos, negros o amarillos, porqueen el clima tropical la piel se convertía rápidamente en sebo y los cadáveres se asemejaban a muñecos de cera.
MAX HASTINGS
Inició su carrera periodística como corresponsal para varios periódicos y
para la BBC en más de sesenta países. De inmediato pasó a dirigir el Daily Telegraph y, con posterioridad, el Evening Standard. Ha publicado varios documentales para la televisión, así como una veintena de obras. En Crítica ha publicado Armagedón. La derrota de Alemania, 1944-1945 (2005), Némesis. La derrota del Japón, 1944- 1945 (2008), La guerra de Churchi...
MÁS INFORMACIÓN
- Libro: La Lima que encontró Pizarro
- Libro: 1914-1918. Historia de la Primera Guerra Mundial
- Libro: Texao. Arequipa y Mostajo
Autor(es): Max Hastings
Editorial: Crítica
Páginas: 912
Tamaño: 15,5 x 23 cm.