“Vamos a ver el ocaso”, se escucho decir, se dirigieron a nadie en particular. Era un grupo de jóvenes disfrutando del final del verano. Para poder apreciar la puesta del sol, tenían que subir a la azotea de la casa, de muy buena ubicación, propiedad de uno de los integrantes del grupo, que no era muy dado a esos eventos, “eso es más de chicas” decía. El grupo se organizó y para allí fueron los que deseaban ser partícipes de ese evento. Los chicos acompañaban a las chicas para estar con ellas, ellas si que iban por el momento, alteraba sus sentimientos y eso lo sabían muy bien los chicos. Era el final del día y cada uno lo terminaba lo mejor que podía.
Se acaba el día y te das cuenta que no has terminado todo lo que tenías que estudiar, el examen es al día siguiente y te falta mucho, te agobias, estas estresado. Miras por enésima vez el reloj y no sales de tu asombro, lo rápido que pasa el tiempo. Inexplicable y ahora ¿Qué hago? Te peguntas.
El sol sale y vuelve a esconderse en el horizonte. Para muchos estos dos hechos los sobrecoge, para otros no importa y no le dan el significado, ni importancia que es para otros.
Ahora bien, que hacemos cada día, cuando se acaba, y nos faltan tareas que cumplir, podemos decir, “para mañana o mañana es otro día”, porque creemos tener la certeza de ser dueños de nuestro tiempo. Pero ¿Quién nos asegura que así es? ¿Somos dueños de nuestro tiempo? Creemos que así es.
Cuándo fue que se acabó el día y te quedaron pendientes o cosas por hacer. ¿Qué hiciste? ¿Lograste remediar el retraso? ¿Qué querías lograr? ¿Era lo que realmente querías? ¿Cómo te sentiste ante lo incompleto? Aliviado o inconforme.
La realidad de la vida, en que a veces, por más planificación, los resultados, a veces, son inesperados. Aprendemos a ser flexibles, por la experiencia adquirida. Qué mejor lograr los objetivos a pesar de las dificultades que se presentaron. Con un carácter templado por la motivación y experiencia, nos adaptaremos mejor a las realidades de la vida.
El día se acaba y sientes miedo porque la vida te cambió y no sabes si será para mejor o peor, la incertidumbre es lo que peor, nos genera más estrés. La falta de conocimiento de nuestra realidad futura nos deja ese sentimiento de temor e inseguridad. A los que les gusta tener todo bajo control y cuando alguna variable ajena a su control les descuadra lo planificado, se sienten inseguros y suelen perder los papeles. Aprendamos a manejar nuestros tiempos, para que el tiempo nos alcance.
Los plazos se cumplen y los tiempos se acaban. Aprendamos a concluir las tareas que dependan de uno, antes de que termine el día. Recordemos lo que decían nuestros mayores, “No dejes para mañana, lo que puedes hacer hoy”.
Se acaba el día y te das cuenta que no has terminado todo lo que tenías que estudiar, el examen es al día siguiente y te falta mucho, te agobias, estas estresado. Miras por enésima vez el reloj y no sales de tu asombro, lo rápido que pasa el tiempo. Inexplicable y ahora ¿Qué hago? Te peguntas.
El sol sale y vuelve a esconderse en el horizonte. Para muchos estos dos hechos los sobrecoge, para otros no importa y no le dan el significado, ni importancia que es para otros.
Ahora bien, que hacemos cada día, cuando se acaba, y nos faltan tareas que cumplir, podemos decir, “para mañana o mañana es otro día”, porque creemos tener la certeza de ser dueños de nuestro tiempo. Pero ¿Quién nos asegura que así es? ¿Somos dueños de nuestro tiempo? Creemos que así es.
Cuándo fue que se acabó el día y te quedaron pendientes o cosas por hacer. ¿Qué hiciste? ¿Lograste remediar el retraso? ¿Qué querías lograr? ¿Era lo que realmente querías? ¿Cómo te sentiste ante lo incompleto? Aliviado o inconforme.
La realidad de la vida, en que a veces, por más planificación, los resultados, a veces, son inesperados. Aprendemos a ser flexibles, por la experiencia adquirida. Qué mejor lograr los objetivos a pesar de las dificultades que se presentaron. Con un carácter templado por la motivación y experiencia, nos adaptaremos mejor a las realidades de la vida.
El día se acaba y sientes miedo porque la vida te cambió y no sabes si será para mejor o peor, la incertidumbre es lo que peor, nos genera más estrés. La falta de conocimiento de nuestra realidad futura nos deja ese sentimiento de temor e inseguridad. A los que les gusta tener todo bajo control y cuando alguna variable ajena a su control les descuadra lo planificado, se sienten inseguros y suelen perder los papeles. Aprendamos a manejar nuestros tiempos, para que el tiempo nos alcance.
Los plazos se cumplen y los tiempos se acaban. Aprendamos a concluir las tareas que dependan de uno, antes de que termine el día. Recordemos lo que decían nuestros mayores, “No dejes para mañana, lo que puedes hacer hoy”.
Antonio Tomasio. Autor de los libros Uno (Yo) y Mi hijo, mi maestro. Escríbe a atomasio@antoniotomasio.com con tus preguntas o sugerencias o visita la página http://www.antoniotomasio.com