lunes, 27 de julio de 2015

Poeta 296: Elizabeth Barrett Browning


ELIZABETH BARRETT BROWNING




(06/Mar./1806 - 29/Jun./1806) Nació el 6 de marzo de 1806 en Coxhoe Hall, Durham (Inglaterra). En el año 1826 se publicó de forma anónima su Ensayo sobre la mente y otros poemas. En 1833 se imprimió su traducción del Prometeo encadenado de Esquilo, apareciendo una nueva versión en 1850. En 1844 publicó un volumen de poesías que incluía 'El lamento de los niños' y 'El galanteo de Lady Geraldine'; la introducción en la edición estadounidense fue realizada por Edgar Allan Poe. En 1855, en El Serafín y otros poemas, expresó sus sentimientos cristianos en forma de tragedia clásica.

En 1845 comenzó a verse con el poeta Robert Browning, noviazgo que su padre no aceptó. En 1846, huyeron a Florencia, donde Elizabeth con 43 años tuvo un hijo. Sus Sonetos del portugués, dedicados a su marido y escritos en secreto antes de su matrimonio, fueron publicados en 1850. En Las ventanas de la Casa Guidi (1848-1851) y Poemas antes del Congreso (1860), se expresa su apoyo a la unificación Italiana. Su obra más extensa y ambiciosa es el poema didáctico en verso libre Aurora Leigh (1856), donde se defiende el derecho de las mujeres a la libertad intelectual y expone las preocupaciones de las artistas. Al morir, su esposo preparó sus Últimos poemas (1861) para la imprenta. Elizabeth Barrett Browning falleció en Florencia, Italia, el 29 de junio de 1861.

LA MEJOR COSA DEL MUNDO

¿Cuál es la mejor cosa del mundo?
Las rosas de junio perladas por el rocío de mayo;
El dulce viento del sur diciendo que no lloverá;
La Verdad, con los amigos despojada de crueldad;
La Belleza, no envanecida hasta agotar su orgullo;
El Amor, cuando somos amados de nuevo.
¿Cuál es la mejor cosa del mundo?
Algo fuera de él, pienso.

SI HAS DE AMARME QUE SEA SOLAMENTE...

Si has de amarme que sea solamente
por amor de mi amor. No digas nunca
que es por mi aspecto, mi sonrisa, el modo
de hablar o por un rasgo de carácter

que concuerda contigo o aquel día
hizo que nos sintiéramos felices...
Porque, amor mío, todas estas cosas
pueden cambiar, y hasta el amor se muere.

No me quieras tampoco por las lágrimas
que compasivo enjugas en mi rostro...
¡Porque puedo olvidarme de llorar

gracias ti, y así perder tu amor!
Por amor de mi amor quiero que me ames,
para que dure amor eternamente.

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