martes, 21 de julio de 2015

Cita CCXLVI: Miedo de Raymond Carver


" Miedo de ver una patrulla policial detenerse frente a la casa.
Miedo de quedarme dormido durante la noche.
Miedo de no poder dormir.
Miedo de que el pasado regrese.
Miedo de que el presente tome vuelo.
Miedo del teléfono que suena en el silencio de la noche muerta.
Miedo a las tormentas eléctricas.
Miedo de la mujer de servicio que tiene una cicatriz en la mejilla.
Miedo a los perros aunque me digan que no muerden.
¡Miedo a la ansiedad!
Miedo a tener que identificar el cuerpo de un amigo muerto.
Miedo de quedarme sin dinero.
Miedo de tener mucho, aunque sea difícil de creer.
Miedo a los perfiles psicológicos.
Miedo a llegar tarde y de llegar antes que cualquiera.
Miedo a ver la escritura de mis hijos en la cubierta de un sobre.
Miedo a verlos morir antes que yo, y me sienta culpable.
Miedo a tener que vivir con mi madre durante su vejez, y la mía.
Miedo a la confusión.
Miedo a que este día termine con una nota triste.
Miedo a despertarme y ver que te has ido.
Miedo a no amar y miedo a no amar demasiado.
Miedo a que lo que ame sea letal para aquellos que amo.
Miedo a la muerte.
Miedo a vivir demasiado tiempo.
Miedo a la muerte.
Ya dije eso. "

(Clatskanie, 1938 - Port Angels, 1988) Escritor estadounidense cuyos relatos breves impusieron en su país un modelo narrativo denominado por la crítica "realismo sucio", porque sólo trataba temas cotidianos (sin nada heroico o excepcional) con un estilo seco y sin concesiones metafóricas.

Para mantener a su esposa y a los dos hijos de ambos tuvo que aceptar trabajos de poca monta (asistente de una gasolinera, portero...) durante una etapa de su vida cuya inestabilidad económica lo marcaría para siempre. En 1958 empezó a interesarse seriamente por la narrativa después de haber asistido a un curso de escritura creativa en el Chico State College.

Publicó sus primeros cuentos cortos en revistas, mientras estudiaba en el Humboldt State College de California, en 1963. Carver declaraba que eran tantas sus preocupaciones con los niños que apenas tenía tiempo para escribir, lo que determinó la brevedad de sus cuentos y que descartase la novela como género. Empezó a beber descontroladamente a partir de 1967 y hasta 1977, y llegó a ser incluso hospitalizado por alcoholismo.

En 1976 alcanzó reputación con la colección de cuentos ¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor? En 1983 obtuvo un importante premio monetario de la Academia Norteamericana y el Instituto de Arte y Literatura, que le permitió reservar tiempo para escribir. Sus cuentos pueden dividirse en dos grandes etapas: la primera hasta principios de la década de 1980, y la segunda desde allí hasta su muerte. La primera puede considerarse un período convulso, en el que la forma de sus cuentos estaba dictada directamente por los sinsabores de su vida, mientras que la segunda fue más reposada, ya que la escritura pasó a ser una actividad de madurez.

Los personajes de sus relatos son pequeños seres atrapados en situaciones sórdidas de la vida corriente: gente sin empleo, abúlicos, perdedores por naturaleza, trabajadores pobres, caracteres nerviosos y grises. Sus escenarios son hogares donde los matrimonios se aman y se odian, o bares donde la existencia de los marginales y alcohólicos transcurre sórdidamente, o vecinos cuyas vidas se relacionan aleatoriamente, al estilo de Chejov, su maestro preferido. Sin embargo, entre tanta oscuridad y falta de sentido, a veces brota una luz de esperanza, o un detalle de horror, rasgo que confiere al estilo de Carver una personalidad inconfundible.

Algunos cuentos están construidos dentro de la estética minimalista (pocos recursos en el menor espacio), como pequeños marcos para situaciones rápidas y apenas importantes a primera vista. Algunos críticos lo han considerado como "el mejor escritor de cuentos cortos desde Hemingway". En el marco de estos presupuestos vitales y estéticos escribió libros como Catedral (1984) o De qué hablamos cuando hablamos de amor (1981), y también interesantes volúmenes de poesía.

Sus poemas parecen una extensión de sus cuentos en el sentido del prosaísmo, pero se abren más a un mundo lírico de objetos, sensaciones y paisajes. Murió en plena madurez creativa, poco antes de cumplir los cincuenta años, a causa de un cáncer de pulmón. 


Fuente: http://www.biografiasyvidas.com

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