viernes, 21 de marzo de 2014

Poeta 229: Íbico


ÍBICO

Íbico, nacido en Rhegium, en la Magna Grecia italiana, fue un poeta lírico griego del siglo VI a.c. Fue contemporáneo del también poeta lírico Anacreonte. Estaba incluido en la canónica lista de los Nueve poetas líricos de la entonces helenística Alejandría. A pesar de la desahogada y despreocupada situación económica familiar, vivió una vida de aventuras y pasó una considerable parte de su vida en la corte de Polícrates, tirano de Samos, por quien fue protegido. La historia de su muerte es así relatada: Mientras estaba en la vecina villa de Corinto, el poeta fue mortalmente herido por unos ladrones. Mientras yacía moribundo, vio a un numeroso grupo de grullas que volaban sobre su cabeza, a las que invitó a vengar su muerte. Los ladrones (que eran de Corinto), después de su criminal acción se habían dirigido al teatro a ver una representación. Allí aparecieron las grullas. Uno de los ladrones, en un gesto de burla al ver las grullas, gritó: ¡Observad a los vengadores de Íbico!, y así ellos mismos dieron la pista para su detención por el crimen cometido (Plutarco, De Garrulitate, xiv.). La frase "las grullas de Íbico" se convirtió así en un proverbio entre los griegos por el descubrimiento del crimen a través de la intervención divina.

EL AMOR ME QUEMA

En la primavera, los membrilleros
regados por las corrientes
de los ríos -donde está el jardín intacto
de las Vírgenes- y las vides
creciendo a la sombra de los pámpanos
florecen; pero el amor no duerme
para mí en ninguna estación,
sino que, igual que el tracio Bóreas por el rayo encendido,
lanzándose, enviado por Cipris,
en medio de una furia que lo agosta todo,
oscuro e intrépido, poderosamente desde el fondo
agita mis sentidos.

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