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Fuente: Instituto de Física Teórica IFT
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CADENA DE VIDEOS
COLECCION CUENTOS MINIATURA DISNEY
Reúne las extraordinarias aventuras de tus personajes favoritos de Disney, un universo lleno de diversión que podrás compartir con los más pequeños de casa. Cuentos en Miniatura Disney es una colección exclusiva de minilibros que ilustran las increíbles aventuras de los más carismáticos del universo Disney a un tamaño sorprendente y repleto de detalles preciosos. Cada cuento en miniatura relata e ilustra un clásico indispensable, decorado con bellas ornamentaciones e ilustraciones sensacionales.
TINKER BELL
conocida como Campanita en Hispanoamérica y Campanilla en España, es un personaje ficticio en la obra de teatro y posterior novela Peter Pan y Wendy, de J.M. Barrie. Igualmente, aparece en numerosas adaptaciones cinematográficas, incluyendo el conocido filme animado de Disney Peter Pan, cuya versión ha aparecido en diferentes medios. .
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Un pequeño huérfano vive mil aventuras y contratiempos en la empobrecida y orgullosa Irlanda de finales del XIX. Así, empieza su propio negocio con la ayuda de otro huérfano, cuya vida había salvado. Verne comienza a contar las aventuras e historias de este muchacho desde que era pequeño hasta que se establece y triunfa a la edad de quince años. Una historia de marcado carácter juvenil en la que Verne muestra su gran habilidad para hacernos conectar con sus personajes protagonistas. Aparecida en la "Magazine de ilustración y recreo" ("Magasin d’Education et de Récréation") desde el 1 de enero hasta el 15 de diciembre de 1893, y como libro en un volumen doble publicado el 23 de noviembre del mismo año.
JULIO VERNE
Jules Gabriel Verne, conocido en los países hispanohablantes como Julio Verne (Nantes, 8 de febrero de 1828-Amiens, 24 de marzo de 1905), fue un escritor, dramaturgo y poeta francés, célebre por sus novelas de aventuras y por su profunda influencia en el género literario de la ciencia ficción. Nacido en una familia burguesa, estudió para continuar los pasos de su padre, Pierre Verne, como abogado pero muy joven decidió abandonar ese camino para dedicarse a la literatura. Su colaboración con el editor Pierre-Jules Hetzel dio como fruto la creación de Viajes extraordinarios, una popular serie de novelas de aventuras escrupulosamente documentadas y visionaria entre las que se incluían las famosas De la Tierra a la Luna (1865), Veinte mil leguas de viaje submarino (1870), La vuelta al mundo en ochenta días (1872), La isla misteriosa (1874) o Dos años de vacaciones (1888). Ya antes había publicado Cinco semanas en globo (1863) y Viaje al centro de la Tierra (1864). Es uno de los escritores más importantes de Francia y de toda Europa gracias a la evidente influencia de sus libros en la literatura vanguardista y el surrealismo, y desde 1979 es el segundo autor más traducido en el mundo, después de Agatha Christie. Se le considera, junto a H. G. Wells, uno de los «padres de la ciencia ficción». Fue condecorado con la Legión de Honor en 1892 por sus aportes a la educación y a la ciencia.
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Autor(es): Julio Verne
Editorial: Colección Hetzel. RBA
Páginas: 398
- ¡Un borracho muy peculiar! -prosiguió-. Si no fuera por la hora que era, hubiera acabado en la comisaria.
- Su rostro, sus ropas... Dígame, ¿reparó usted en ellas? -atajó Holmes impaciente.
- ¿Como no, si tuvimos que sentarlo entre Murcher y yo para que no cayera? Era un tipo largo, de mejillas enrojecidas, con la parte inferior de la cara embozada.
- Basta con eso -exclamó Holmes-. ¿Qué fue del hombres?
Página 66 y 67. Estudio en escarlata. Arthur Conan Doyle. España, 2022
Embozada
De em- y bozo.
1. tr. Cubrir el rostro por la parte inferior hasta las narices o los ojos. U. m. c. prnl.
Sin.: cubrir, tapar, enmascarar, revestir.
Ant.: desembozar.
2. tr. Disfrazar, ocultar con palabras o con acciones algo para que no se entienda fácilmente.
Sin.: encubrir, ocultar, disimular.
3. tr. Ar. Obstruir un conducto.
4. tr. desus. Contener, refrenar.
CADENA DEL DICCIONARIO
Las nubes y el polvo cósmicos forman parte de la materia interestelar que inunda todo el universo. A partir de ellas surgen las estructuras más formidables que podemos encontrar en las galaxias, como las gigantescas nubes de gas y polvo. Sus formas son de lo más pintorescas, mostrando en ocasiones una variedad cromática de gran belleza. En general, las nubes cósmicas están asociadas tanto a fenómenos de nacimiento como de muerte estelar y juegan un papel fundamental en el reciclado del material cósmico. Su estudio nos permite profundizar al mismo tiempo en la comprensión del universo, así como en el origen de la vida.
POLVO COSMICO
El polvo cósmico es polvo del espacio, compuesto por partículas menores de 100 µm. El límite de los 100 micrómetros se da como consecuencia de las definiciones propuestas de meteoroide, considerándose meteoroide aquel cuerpo que supere dicho tamaño y de hasta 50 m. No obstante, los límites no son estrictos. Este polvo llena todo el cosmos incluido el sistema solar, aunque su densidad es muy tenue (entendiendo aquí densidad como el número de partículas por m³), siendo más denso si es polvo cometario o de disco circumplanetario y menos denso si es polvo interestelar o intergaláctico.
El polvo cósmico, también llamado polvo extraterrestre o polvo espacial, es polvo que existe en el espacio exterior, así como en todo el planeta Tierra.1 La mayoría de las partículas de polvo cósmico tienen entre unas pocas moléculas hasta 0,1 μm de tamaño. Una fracción más pequeña de todo el polvo en el espacio consiste en minerales refractarios más grandes que se condensaron cuando la materia dejó las estrellas. Se llama «polvo de estrellas» y se incluye en una sección separada a continuación. La densidad del polvo que cae a la Tierra es de aproximadamente 10−6/m³ y cada grano tiene una masa entre 10−16kg (0.1 pg) y 10−4 kg (100 mg).
El polvo cósmico se puede distinguir aún más por su ubicación astronómica: polvo intergaláctico, polvo interestelar, polvo interplanetario (como en la nube zodiacal) y polvo circumplanetario (como en un anillo planetario). En el Sistema Solar, el polvo interplanetario causa la luz zodiacal. Las fuentes de polvo del Sistema Solar incluyen polvo cometario, polvo asteroidal, polvo del cinturón de Kuiper y polvo interestelar que pasa a través del Sistema Solar. La terminología no tiene una aplicación específica para describir los materiales que se encuentran en el planeta Tierra a excepción del polvo que ha caído de manera demostrable en la Tierra. Según una estimación, tanto como 40.000 toneladas de polvo cósmico alcanzan la superficie de la Tierra cada año.3 En octubre de 2011, los científicos informaron de que el polvo cósmico contiene materia orgánica compleja (sólidos orgánicos amorfos con una estructura mixta aromático-alifática) que podría crearse de forma natural y rápida por estrellas.
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Autor(es):
Editorial: RBA
Páginas: 157
Tamaño: 16 x 23,5 cm
Perdida en la espesura del bosque, la fortaleza de las Espigas de Arroz, granero en desuso de una antigua familia aristocrática y transformado luego en un recinto fortificado, es ahora un lugar olvidado y abandonado, salvo por dos miembros de aquella familia noble, Sahobime y su hermanastro Sahobiko. Ambos son amantes y la fortaleza de las Espigas es el lugar de sus encuentros clandestinos. Sin embargo, esa historia de amor secreto se verá pronto perturbada por un hecho inexorable: Sahobime debe casarse con el emperador Ikumeiribiko.
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Autor(es):
Editorial: RBA
Páginas: 120
Tamaño: 15,5 x 23 cm.
La boca del policía se distendió en una amplia sonrisa.
- Llevo vistos muchos hombres en mi vida -adujo-, aunque todos se me antojan sobrios comparados con aquel tipo. Estaba junto a la cancela cuando salí de la casa, apoyado en la verja y gritando a los cuatro vientos una canción que se titula Columbine´s Newfangled Banner, o cosa por el estilo. No se aguantaba en pie. ¡Bonita ayuda iba a prestarme!
- Descríbame al hombre -dijo Sherlock Holmes. Esta nueva interrupción pareció irritar un tanto a Rance.
Página 66. Estudio en escarlata. Arthur Conan Doyle. España, 2022
Cancela
De cancel.
1. f. Verja pequeña que se pone en el umbral de algunas casas para reservar el portal o zaguán del libre acceso del público.
Sin.: verja, reja.
Fuente: Diccionario de la Lengua Española. Vigésima segunda edición.
CADENA DEL DICCIONARIO
"Kim", una novela de Joseph Rudyard Kipling, narra la vida de Kimball O'Hara, un huérfano irlandés en la India colonial británica. Se convierte en aprendiz de un lama tibetano y simultáneamente trabaja como espía para el gobierno británico. La historia sigue sus aventuras y su crecimiento personal, explorando la vida en la India y la dinámica colonial. A través de su viaje, Kim se enfrenta a cuestiones de identidad y lealtad, mientras navega entre las culturas británica e india. La novela es apreciada por su detallada representación de la India y su entrelazamiento de espiritualidad y espionaje.
A pesar de las órdenes municipales, Kim estaba sentado a horcajadas sobre Zam-Zammah, el viejo cañón que se alza sobre una plataforma de ladrillo enfrente de la Ajaib-Gher (la Casa Maravillosa, como llaman los indígenas al Museo de Lahore). Quien posea a Zam-Zammah, ese «dragón que vomita fuego», posee todo el Panjab, porque el gran cañón de bronce verdoso es siempre lo primero que figura en el botín del conquistador.
A Kim no le faltaba algo de razón -acababa de desalojar de allí a puntapiés al chiquillo de Lala Dinanath-porque era inglés, y los ingleses son dueños del Panjab. Aunque su color era tan oscuro como el de cualquier indígena, aunque hablaba generalmente el idioma del país, y el inglés con leve sonsonete recortado, y aunque se asociaba con los pilletes del bazar en términos de la más perfecta igualdad, Kim era un niño blanco, si bien de la clase más miserable. La mestiza que lo cuidaba (fumaba opio y tenía una tienda de muebles usados en la plaza donde tienen su parada los coches de alquiler más baratos) les dijo a los misioneros que era hermana de la madre de Kim; ésta había sido niñera de la familia de un coronel y se casó con Kimball O’Hara, joven sargento del regimiento irlandés de los Mavericks, que fue después empleado en los ferrocarriles de Sind, Panjab y Delhi Y su regimiento regresó a Inglaterra sin él. La madre de Kim murió de cólera en Ferozepore, y O’Hara se volvió un borracho holgazán, que recorría la línea con aquel niño, de ojos penetrantes, entonces de unos tres años de edad. Asociaciones benéficas y capellanes desearon hacerse cargo del niño, pero O’Hara los despachó a todos, hasta que tropezó con la mujer que fumaba opio, aprendió ese vicio y murió como los blancos pobres mueren en la India.
Al morir, toda su fortuna se reducía a tres papeles: uno, al cual llamaba ne varietut, porque tenía estas palabras escritas encima de su firma; otro era el «certificado de liberación», y el tercero la partida de nacimiento de Kim. En sus gloriosas horas de opio acostumbraba a decir que esos papeles harían un hombre del pequeño Kimball. En modo alguno debía Kim desprenderse de ellos, pues los consideraba mágicos -de esa magia que practican los hombres en la gran Jadoo-Gher, blanca y azul, que se alza detrás del museo; la Casa Mágica, como llamamos nosotros a la Logia Masónica.
Primeros párrafos de Kim.
RUDYARD KIPLING
Joseph Rudyard Kipling (Bombay, 30 de diciembre de 1865-Londres, 18 de enero de 1936) fue un escritor británico. Es autor de relatos, cuentos, novelas y poemas. Algunas de sus obras más populares son la colección de relatos El libro de la selva, la novela de espionaje Kim, el relato corto «El hombre que pudo ser rey» y los poemas «Gunga Din» y «Si...». Varias de sus obras han sido llevadas al cine. Kipling rechazó el Premio Nacional de Poesía Poeta Laureado, la Orden de Mérito del Reino Unido y el título de «sir» de Caballero de la Orden del Imperio Británico en tres ocasiones. Sin embargo, aceptó el Premio Nobel de Literatura de 1907, lo cual lo convirtió en el primer escritor británico en recibir este galardón y en el ganador más joven hasta la fecha.
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Autor(es): Rudyard Kipling
Editorial: Salvat
Páginas:
Tamaño: 13 x 20 cm.
«(…) querer jugar contra uno mismo constituye en ajedrez una paradoja similar a querer saltar sobre la propia sombra». Cuando unos pasajeros descubren que el actual campeón mundial de ajedrez, Mirko Czentovic, está a bordo de un crucero que se dirige de Nueva York a Buenos Aires, un compañero de viaje lo reta a una partida. Czentovic, hombre arrogante y antipático para todos, lo derrota fácilmente, pero durante la revancha, un misterioso pasajero de origen austriaco, el Dr. B., interviene y, para sorpresa de todos, ayuda a que la partida llegue a tablas. Cuando, al día siguiente, el Dr. B. confía el secreto acerca de cómo llegó a poseer su extraordinaria comprensión del ajedrez, el relato se desarrolla en una sorprendente historia de encierro y obsesión psicológica. «Uno apenas sabe por dónde comenzar a alabar la obra de Zweig».
Ali Smith
Novela de ajedrez (en alemán Die Schachnovelle, 1941) es la última novela del escritor austriaco Stefan Zweig escrita durante su exilio en Brasil, poco antes de su suicidio, ocurrido el 22 de febrero de 1942. Considerada su obra maestra,1 fue publicada de forma póstuma en diciembre de 1942 en Buenos Aires, en una edición limitada de 300 ejemplares en idioma alemán por el sello Pigmalión; en Europa se publicó al año siguiente en Estocolmo, dado que Zweig estaba prohibido por el nazismo en países de lengua germana. El relato es una crítica clara contra el nazismo y los métodos de la Gestapo, la incomunicación y el exilio forzado, experimentado por Zweig, quién jamás regresaría a su Austria natal. Novela de ajedrez es, junto con El Mundo de Ayer, uno de los únicos dos textos publicados de Zweig (excluyendo sus diarios) en los que hace referencia directamente al nazismo.
STEFAN ZWEIG
(/ʃ'tɛfan tsvaɪk/; Viena, Austria-Hungría; 28 de noviembre de 1881-Petrópolis, Brasil; 22 de febrero de 1942) fue un escritor, biógrafo y activista social austríaco, posteriormente nacionalizado británico, en la primera mitad del siglo XX. Sus obras estuvieron entre las primeras que protestaron contra la intervención de Alemania en la Primera Guerra Mundial y fue muy popular entre las décadas de 1920 y 1930. Escribió novelas, relatos y biografías. De estas últimas, son particularmente conocidas las de María Estuardo y Fouché, una obra mitad biografía y mitad novela histórica. Otra de sus biografías, la dedicada a María Antonieta, fue adaptada al cine con el mismo título en 1938.
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Autor(es): Stefan Zweig
Editorial: RBA
Páginas:
Tamaño: 13 x 20 cm.
Fuente: Macanudo
Macanudo es una serie de historietas que desde 2002 publica Liniers (Ricardo Siri) en el diario La Nación de Argentina. La historieta tuvo su génesis en Bonjour, que fue publicada en el suplemento NO de Página/12 desde 1999 hasta 2002. Actualmente se publica en el Diario Perú 21 en Perú y en el diario La Nación, gracias a haber sido presentada al editor del mismo por Maitena. Tras ello, el alcance de las historietas de Liniers se catapultó de modo que a 2014 ya existen diez libros publicados sobre Macanudo. El humor que caracteriza a la tira es fresco, inocente, inteligente y bizarro. Las tiras deben ser leídas con detenimiento hasta sus detalles, ya que en Macanudo como en el arte a veces hay que elegir entre entender o sentir. Macanudo es frecuentemente percibido como una puesta al día de Mafalda (de Quino) en los 60, por el tipo de humor y sobre todo por uno de sus personajes protagónicos, Enriqueta. En un chiste nombra a Mafalda, diciendo que fue su primer libro, y en una entrevista Liniers dijo que si hubiera sabido que los lectores iban a tomar a Enriqueta como una modernización de Mafalda, hubiera hecho a Enriqueta varón.
Fuente: Hagar the Horrible | By Chris Browne
Es posible cambiar, en cualquier momento de la vida, nuestras ideas más arraigadas, nuestra forma de pensar y también nuestra experiencia emocional. Para lograrlo es suficiente una herramienta sencilla y extremadamente efectiva en la transformación de nuestro cerebro: el buen uso de la conversación.
Nuestra mente es mucho más maleable de lo que creemos y, a pesar de que conservamos toda la vida la misma capacidad de aprender que tenemos de chicos, con el tiempo vamos perdiendo la necesidad y la motivación para hacerlo. Así, empezamos a convencernos de lo que no podemos: o somos malos para la matemática, o no nacimos para la música, o no podemos manejar nuestra ira, o nos es imposible superar el miedo. Este libro sostiene y demuestra que, independientemente del momento de nuestra existencia que atravesemos, podemos demoler esas creencias y cambiar ideas y sentimientos, aun aquellos más profundamente arraigados, aprendiendo a conversar. En efecto, la conversación -con otros y con nosotros- es la herramienta más extraordinaria para transformar nuestra vida.
Después del éxito mundial de La vida secreta de la mente, Mariano Sigman reúne los avances más recientes de la neurociencia y los combina con historias de vida y una dosis importante de humor para explicar cómo y por qué las buenas conversaciones mejoran nuestras decisiones, ideas, memoria y emociones. He aquí un poder que está a nuestro alcance y podemos emplear para cambiar nuestra mente y tener una vida mejor: el poder de las palabras.
SOLO FUE UN MAL DÍA
“Es imposible. Vas a correr con doscientos chicos más grandes que vos”, le explicaron a mi hermano cuando contó, en medio de la cena, que podía quedar entre los primeros en la carrera del colegio. Al día siguiente Leandro llegó a casa con una sonrisa alargadísima y una medalla en el cuello. Un año después me tocaba correr a mí y expresé el mismo optimismo. Visto lo ocurrido, mis viejos fueron, sin ningún reparo, a registrar la hazaña con una cámara aparatosa de las de aquella época.
Éramos muchísimos niños en ropa de atletismo en la largada de un circuito embarrado y fracturado por zanjas profundas. Ni bien salimos entendí que ese día no habría medalla. Me pasaban por todos lados, a toda velocidad, y cuando ya iba entre los últimos, subiendo una cuesta que entraba al bosque, sentí un mareo, las piernas flojas, las tripas revueltas y a los pocos segundos estaba arrodillado, vomitando contra un árbol.
Cuando recuperé algo de energía para ponerme de pie y caminar último hasta la meta pensé: “Yo no sirvo para el deporte”. En aquel entonces yo era un fenómeno con los números; mis profesores de matemática me reunían con chicos cada vez más grandes para encontrar el límite de mi cálculo mental. Ese era mi lugar. Pensaba bien, corría mal: mi cuerpo era flojo; mi piel, blanda, y no tenía ni la fuerza ni el temple necesarios para una carrera.
En ese lugar me instalé y desarrollé durante cuarenta años. Hasta que un día, luego de trotar un par de kilómetros, sentí un dolor en el pecho. Horas después estaba en la guardia cardiológica con el cuerpo repleto de cables. La enfermera me explicó que habían encontrado varias obstrucciones en las coronarias y que iban a pasarme una sonda desde la ingle al corazón para destaparlas. Temblaba de frío mientras repetía compulsivamente que todo iba a salir bien. Y así fue: las obstrucciones eran menores de lo que me habían anunciado.
De vuelta en Madrid, adonde me había mudado hacía poco, me compré una bici. Salí un día de invierno, con pantalones largos y un abrigo de lana, y anduve los quince kilómetros más decisivos de mi vida. Pedaleaba cómodo y tenía la sensación de ir recorriendo la naturaleza a la velocidad justa. Los quince kilómetros se volvieron treinta, setenta, cien, doscientos. Un día me invitaron a una cena a trescientos cincuenta kilómetros de casa y yo, como si fuese lo más natural, fui pedaleando. En algún momento de ese trayecto en el que vi el amanecer, crucé bosques y montañas y rodé solo contra el viento; me acordé del personaje que interpretaba Sean Penn en It’s All About Love, que al tomar tantas pastillas para superar el miedo a los aviones produce el efecto inverso: vuela sin parar, sin poner nunca un pie en la tierra. Así iba yo con la bici.
A los meses de haber empezado esta aventura fui a la Morcuera, una montaña con una pendiente durísima de unos nueve kilómetros y casi dos horas después hice cima. Volví varias veces y la Morcuera se convirtió, como para tantos otros ciclistas, en el faro de mi estado de forma. La subía cada vez más rápido: en noventa minutos y luego en setenta. Cincuenta minutos, cuarenta y cinco, cuarenta y dos, cuarenta y, al fin, en treinta y ocho. Y si bien ese era un tiempo mucho mejor del que nunca había imaginado, me propuse un nuevo desafío: hacer cima en menos de treinta y cinco minutos.
Entrené mucho. Busqué un día con sol, sin mucho calor y con poco viento. Pasé por el taller mecánico de Ángel que me contó, mientras afinaba cada engranaje de la bici, que él había subido esa montaña con tanta prisa que ni siquiera había visto que, a mitad de camino había un lago. Me planté al pie de la montaña y empecé a pedalear como un condenado. Ya andaba bastante justo de aire y peleaba con el sudor que me irritaba los ojos, cuando vi a la izquierda, en medio del valle, el embalse de agua. Pensé en Ángel e imaginé a tantos otros que habían pasado por ese mismo lugar con las piernas ardiendo tratando de encontrar su propio límite. Me sequé los ojos y seguí pedaleando con todas mis fuerzas sin oír más que el ruido de la cadena hasta que se abrió el bosque y empezó a soplar el viento de cara. Faltaban solo unos trescientos metros, la última subida. Me puse de pie en la bicicleta y clavé la mirada en la rueda delantera, que movía de un lado al otro con todo el peso del cuerpo. Poco después, por fin, el pedaleo se volvió más suave. Estaba en el llano. Solo entonces levanté la cabeza y vi el cartel marrón sobre las dos estacas grises en el que estaba escrito “Puerto de la Morcuera: 1796 m”. La ruta angosta y mal pintada que se alargaba en el llano hasta desaparecer del otro lado de la montaña. La tierra oscura, algunas manchas de nieve sucia de barro y una pareja que desayunaba en una mesa de aluminio.
Tiré la bicicleta al piso y yo tras ella. Descansé unos segundos para recuperar de a poco la vida y miré el reloj: 32:43. Había destrozado mi tiempo. El sonido de ese número se convirtió en una rima perfecta: “treinta y dos, cuarenta y tres; treinta y dos, cuarenta y tres; treinta y dos, cuarenta y tres”. Lo repetía igual que Antoine Doinel repetía su nombre frente al espejo para sentir la vida en el cuerpo.
Me faltaba el aire. Estaba exhausto, mareado, con arcadas, al borde del vómito. Después de treinta minutos a ciento ochenta pulsaciones mi cuerpo expresaba exactamente lo mismo que a los ocho años, cuando en plena carrera me había descompuesto frente a un árbol. Y ahí recordé la frase: “Yo no sirvo para el deporte”.
Me llevó cuarenta años y treinta dos minutos entender cuánto me había equivocado. No es que de chico no tuviese temple. Lo que no tenía era una buena condición física para la carrera, bien porque no era mi predisposición natural o porque no había entrenado lo suficiente. Dada esa condición, había llegado al límite. Quizás, incluso —algo que sí tendría que haber aprendido— mucho más allá.
Los treinta y dos minutos y cuarenta y tres segundos en la Morcuera cambiaron retrospectivamente mi niñez. Le di un abrazo al chico que había sido. Con ternura, con afecto y con una gran sonrisa le pedí una disculpa por no haber honrado el esfuerzo que él había hecho, por no haberlo entendido. Me llevó todo ese tiempo reinterpretar ese episodio que había sido el punto de partida de un estigma que yo mismo había creado: “Yo no sirvo para el deporte”. Si hubiese elegido otra frase del estilo de: “Fue un mal día, diste todo lo que tenías y tenés mucho por mejorar”, podría haber cambiado la historia.
Escribo el libro porque creo que hay pocas cosas a las que valga más la pena dedicar nuestro tiempo que a descubrir cómo cambiar el devenir de lo que hacemos y de lo que no hacemos, de lo que sentimos, de lo que somos. El proyecto empezó con un ánimo divulgativo y terminó convirtiéndose en un viaje introspectivo; para investigar aquellos lugares de mi vida en los que estaba más estancado. Ojalá algo de todo esto también les sirva a ustedes. Lo he escrito con la confianza, fundada en datos y en ciencia, de que es una buena herramienta para que seamos mejores personas y nos sintamos mejor: para que encontremos, en definitiva, mejores versiones de nosotros mismos.
Fragmento del libro El poder de las palabras
MARIANO SIGMAN
Obtuvo su doctorado en Neurociencia en Nueva York y fue investigador en París antes de volver a Argentina. Es un referente mundial en la neurociencia de las decisiones, en neurociencia y educación y en la neurociencia de la comunicación humana. Fue uno de los directores del Human Brain Project, el esfuerzo más vasto del mundo por entender y emular el cerebro humano. Ha trabajado con magos, cocineros, ajedrecistas, músicos y artistas plásticos para vincular el conocimiento de la neurociencia a distintos aspectos de la cultura humana. Ha desarrollado además una extensa carrera de divulgación científica que incluye programas en las principales radios de Argentina y en televisión, y cientos de artículos publicados en todo el mundo. En esta misma editorial ha publicado La vida secreta de la mente. Nuestro cerebro cuando decidimos, sentimos y pensamos (2015) y El poder de las palabras. Cómo cambiar tu cerebro (y tu vida) conversando (2022).
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Autor(es): Mariano Sigman
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