viernes, 18 de febrero de 2022

Podcast La ContraHistoria: El palacio del Rey Planeta

 

 

Fue el palacio más grande de su tiempo allá por el siglo XVII cuando en España reinaba Felipe IV, que lo hizo levantar como segunda residencia pocos años después de ascender el trono. El palacio se encontraba en el este de Madrid, al otro lado del paseo del Prado junto a la puerta de Alcalá. Felipe IV se entusiasmó con él y lo convirtió en su palacio favorito y al que dedicó más atención y cuidados. Tenía una veintena de edificaciones por lo que era mucho más grande que el Real Alcázar y, sobre todo, mucho más moderno, un conjunto palaciego adecuado a la magnificencia del que entonces era el monarca más poderoso del mundo. En toda Europa se hablaba de lo que el rey de España había construido en Madrid para regir los destinos de su imperio, por lo que el resto de las cortes europeas quisieron imitarlo. No todas lo consiguieron porque era necesario mucho dinero para edificar desde cero algo así. Quien si consiguió emularlo fue Luis XIV de Francia, que, a las afueras de París, en Versalles, ordenó construir un magnífico palacio acorde a su importancia como rey Sol. Pero, a pesar de su brillante pasado hoy del palacio del Buen Retiro de Madrid, de la que fuera la residencia más querida de Felipe IV, el Rey Planeta, sólo quedan dos crujías: la del Salón de Reinos, más tarde Museo del Ejército, y la del Salón de Baile, hoy conocido como Casón del Buen Retiro. También quedan los jardines, que los madrileños conocen como parque del Buen Retiro o simplemente el Retiro, uno de los parques urbanos más bellos del mundo y, desde hace un tiempo, patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Ese Retiro por el que hoy los madrileños pasean despreocupadamente nació como una ampliación del Cuarto Real que los reyes de Castilla tenían en el monasterio de San Jerónimo el Real, una estancia a la que acudían a retirarse a cumplir con sus obligaciones religiosos cuando estaban de paso por Madrid. Felipe IV quiso aprovechar aquellas estancias, cercanas a la Corte, pero todavía a las afueras, y le encargó al arquitecto Alonso de Carbonel la construcción de un gran palacio. No habría problemas de espacio ni de dinero. La monarquía española nadaba en oro y plata llegada de las Indias, pero reinaba desde un viejo castillo medieval, el Real Alcázar de Madrid que se había levantado en el siglo XIV. No parecía aquel un lugar digno para un monarca tan poderoso, así que Felipe IV no escatimó en gastos. El mismísimo Diego de Velázquez sería uno de los encargados de acondicionar la nueva obra. Para el Salón de Reinos pintó Velázquez la “Rendición de Breda”, uno de sus cuadros más famosos que hoy se conserva en el vecino Museo del Prado. Junto a Velázquez concurrieron otros pintores como Luca Giordano, Zurbarán, Carducho o Pereda. Durante todo el reinado de Felipe IV el Buen Retiro se convirtió en un centro de poder e intrigas y quedó íntimamente ligado a la dinastía Habsburgo. Pero no sólo los Austrias habitaron el palacio del Buen Retiro. También lo hicieron los Borbones. Felipe V y Fernando VI lo convirtieron, de hecho, en su residencia principal tras el incendio del Real Alcázar. Pero, una vez terminadas las obras de acondicionamiento de los Reales Sitios alrededor de la capital (los palacios de Aranjuez, El Pardo y, sobre todo, la Granja de San Ildefonso) y, en especial, tras construir el nuevo Palacio Real, el Retiro perdió su protagonismo. Carlos III sería el último monarca en habitarlo. Con el siglo XIX quedó semiabandonado como almacén de obras de arte. La invasión napoléonica le terminó de dar la puntilla. Los franceses lo utilizaron como fortaleza y después de la guerra fue poco a poco demoliéndose hasta que, en tiempos de Isabel II, la casa real vendió lo que quedaba al Estado a excepción del Salón de Reinos y el de baile que han llegado hasta nuestros días. Desparecía así el que fuese el palacio más grande de Europa en el siglo XVII, una desaparición tan absoluta que hasta los manuales de historia del arte lo olvidan. Hoy en La ContraHistoria Alberto Garín y yo vamos a recordarlo, a repasar su interesante historia y a descifrar las razones que explican su práctica desaparición hace unos dos siglos. 

Fuente: La ContraHistoria