martes, 22 de febrero de 2022

Cita DCLII: “El Padrino”, 50 años. Los trapos sucios de Don Corleone

Obra maestra del cine americano, la creación de Francis Ford Coppola sigue generando secuelas. Junto al clásico remasterizado se estrenan una serie y un filme, fruto del aluvión de mitos del detrás de escena. 

El 15 de abril de 1970, Francis Ford Coppola estaba sentado frente a la televisión en Nueva York, mirando la entrega de los Oscar con su amigo Martin Scorsese. El joven Coppola, de 30 años, estaba nominado por el guión original que había co-escrito para Patton, la biopic del general estadounidense protagonizada por George C. Scott, y no había podido viajar a Los Ángeles porque estaba en pleno rodaje. El anuncio de los ganadores fue lento y accidentado: la actriz inglesa Sarah Miles tenía mucha dificultad para leer la lista de nominados de las pancartas que se usaban para ver el texto de la entrega antes de que exista el teleprompter. Finalmente, Miles abrió el sobre y anunció: Coppola había ganado su primer Oscar a Mejor Guión.

Scorsese, sentado junto a él, lo miró y le dijo: "¿Y ahora cómo te van a despedir?".

Hacía solo unas semanas, Coppola había empezado a filmar El padrino –que ya era un best seller de Mario Puzo– para el estudio Paramount, que nunca lo había querido como director de la película y le había cuestionado todas sus decisiones. Robert Evans, presidente de Paramount y figura clave del Nuevo Hollywood de los 70, alguna vez dijo que llegó a despedirlo cuatro veces durante la filmación de la película. “Odiaron mis ideas para el casting. Odiaron la idea de Al Pacino. Odiaron la idea de Brando. Odiaron el hecho de que decidí ambientarla en Nueva York”, contó Coppola hace unos años.

El hecho de haber podido terminar la película, decía, fue un milagro. Era joven, no tenía ninguna influencia, ni premios, solo el hecho de ser ítalo-americano en una industria en la que todavía no abundaban los directores de ese origen, y ser considerado un buen guionista. “Así fue cómo conseguí el trabajo. Cómo lo mantuve, ni idea”, afirmó.

Cincuenta años después, la producción de El padrino ya acumula leyenda sobre leyenda, versión sobre versión, como un hecho histórico tan complejo que no puede ser explicado con una sola causa, una sola persona, una sola serie de decisiones. Desde la duración final de la película (Evans y Coppola ambos sostienen que querían la versión larga de casi tres horas que se terminó estrenando y que el otro pretendía recortarla) al rol que tuvieron las familias del crimen organizado neoyorquino (si quisieron detener la producción por parecerse demasiado a la realidad o si las gestiones de intermediarios “conectados” allanaron el camino con los sindicatos de Nueva York para poder filmar en toda la ciudad). Hoy por hoy, la película está considerada una de las obras maestras del cine americano, y la historia de su origen ya es material de ficción en sí mismo, con una serie a punto de estrenarse y una película en preproducción.

El 50º aniversario del inicio de la saga Corleone verá también el reestreno, en cines y la plataforma Paramount+, de una nueva restauración de El padrino en 4K, resultado de 1000 horas de correción de color y la restauración de las pistas de sonido mono originales, además de 4000 horas de reparación de manchas y rupturas. Un trabajo que también se realizó sobre la segunda y tercera parte de la saga. No es la primera vez que Coppola restaura la película que lo hizo famoso.

En 2006, con los negativos originales en pésimo estado por haber sido procesados para sacar copia tras copia y satisfacer la demanda del éxito –y con el duplicado perdido en los archivos de Paramount–, Coppola salió al rescate y logró que el estudio contrate al experto Robert A. Harris para restaurar la saga completa, reparando los negativos para poder obtener versiones digitales en alta definición 4K. El resultado, titulado The Godfather: The Coppola Restoration se editó en DVD y Blu-ray en 2008, y son las versiones que hoy pueden verse en plataformas de streaming.

La relación de Coppola con sus películas parece ser un capítulo siempre abierto. Desde hace años, el director se dedica a restaurar y reeditar sus clásicos, desde The Cotton Club a Apocalypse Now, que tuvo su Apocalypse Now Redux en 2001 y recientemente Apocalypse Now Final Cut en 2020. La última de sus aventuras en la sala de montaje, el año pasado, fue El Padrino Coda: La muerte de Michael Corleone, un intento de resignificar el final de la saga con cambios de escenas y, fundamentalmente, un final distinto para el protagonista que, según Coppola, se acerca más a la visión original que compartían con Mario Puzo.

En ese afán por reversionar sus películas parece haber una mezcla de obsesión autoral y personal –en el caso de El padrino III, Coppola mencionó que buscaba una reivindicación del trabajo actoral de su hija Sofía, vilipendiado en su momento por la crítica– y una relación conflictiva y nunca del todo saldada con la maquinaria de Hollywood. Coppola, el cineasta que en los 70 les abrió la puerta de los estudios a sus compañeros más jóvenes –Scorsese, Spielberg, Lucas– es de todos ellos quien finalmente tuvo la relación más ambivalente y problemática con el sistema.

Hoy en día, está desde hace años batallando para conseguir el financiamiento de Megalopolis, su película soñada desde los 80 y un proyecto carísimo que nadie parece querer hacer: una ficción sobre la reconstrucción de una Nueva York utópica. El proyecto, que había comenzado pre-producción en 2001, fue canceladísimo luego del 11 de septiembre de ese año. Según Coppola, para el elenco hay conversaciones avanzadas con Oscar Isaac, Forest Whitaker, Cate Blanchett y Jon Voight, y objetivos como Zendaya, Michelle Pfeiffer y Jessica Lange. Uno de los nuevos grandes jugadores de la industria (¿Amazon, Apple, Netflix?) habría expresado interés en apoyarlo. 

I believe in Francis

La historia de los épicos problemas de Coppola con el sistema Hollywood –que incluyen una bancarrota– parecen haber nacido con El Padrino, desde aquella caótica relación con Evans. El conflicto había comenzado desde la concepción misma de la película. El tratamiento de la novela que Paramount había desarrollado con Puzo –que originalmente se llamaba Mafia– se ajustaba más a los cánones del género cine de gángsters, lo cual ya de por sí era una apuesta enorme después del fracaso comercial que unos años antes había sufrido otra película del estudio llamada The Brotherhood con Kirk Douglas (que en Argentina llegaría a VHS con el título cambiado a…Mafia).

Pero Coppola tenía algo mucho más ambicioso en mente: una crónica familiar que funcionara como una metáfora del capitalismo norteamericano. Una interpretación que ya forma parte de la historia misma de la película, como las famosas naranjas que aparecen constantemente asociadas con la muerte y que, obviamente, no habían nacido con ese fin, sino para balancear con elementos de color la muy intencional atmósfera lúgubre y ominosa que vemos desde la legendaria primera escena en la oscura oficina de Vito Corleone mientras, afuera, una típica boda italiana estalla de luz y música .

Ese tema político que fascinaba a Coppola estaba claro desde la opening line de la película, el “yo creo en Estados Unidos” del funebrero Bonasera quien, desolado por un sistema judicial que había liberado a los agresores de su hija, va a pedir justicia a Don Corleone. El sueño americano, era, en definitiva, una mentira: hasta un self-made man como el inmigrante Bonasera, tarde o temprano, debía besar la mano del Don y quedar bajo su dominio. Michael Corleone, el heredero, no era otra cosa que un héroe del mayor triunfo del capitalismo liberal –derrotar al fascismo en la Segunda Guerra– que vuelve a casa para convertirse en un líder del poder real.

El universo de El padrino, como el orden económico de la época para su director, era uno en el que el sistema, por sus propias leyes, tenía que necesaria y paradójicamente moverse cada vez más fuera de la ley para garantizar su funcionamiento. El conflicto de la familia Corleone con los Tattaglia y los Barzini, el disparador de esa guerra que culmina en el bautismo de Michael como nuevo Don eliminando a todos sus enemigos, nace justamente porque Vito Corleone no quería “compartir” con las otras familias los jueces y políticos que tenía en su bolsillo. Esos que garantizan los negocios que se cierran con violencia y muerte y que, por supuesto, nunca son personales. 

Strictly business

El padrino fue, también, un gran business. Y todo negocio que funciona, como el show, debe continuar, de todas las maneras posibles para más y más consumidores. Cuando Coppola se negó a hacer la secuela porque no quería volver a trabajar con Evans –su sugerencia fue un joven director muy talentoso llamado Martin Scorsese– recibió un llamado del industrial Charlie Bluhdorn, presidente de Gulf+Western y dueño de Paramount. “Estás loco. ¿No lo vas a hacer? Tenés la fórmula de la Coca-Cola y no vas a hacer más Coca-Cola?”.

Coppola aceptó hacer más Coca-Cola con varias condiciones, entre ellas mantener el título y agregarle un “Parte II”. El estudio respondió que el marketing indicaba que con “El padrino. Parte II” la gente creería que era la segunda mitad de una película que ya había visto. “Es irónico, porque si ahora tengo una mala posición en la industria es porque no quiero hacer películas que están pensadas para tener muchas secuelas. Yo fui el que inició eso de los títulos que terminó en cosas como Rocky 5”, comentaba el director.

Así, el éxito inmenso de la segunda parte dio inicio a una interminable serie de reediciones y modificaciones de la saga Corleone, quitando, reeditando y agregando minutos y escenas. Comenzó con The Godfather Saga, que Coppola llama “un favor a Bludhorn” para que la película fuera transmitida por NBC como una miniserie sobre la familia Corleone, contada cronológicamente, y con menos violencia para el primetime. Esa versión se reeditó a principios de los ‘80 para una edición en video llamada The Godfather: Complete Epic. Cuando se estrenó la tercera parte de la saga, en 1990, se incluyó en The Godfather: The Epic 1901-1959. El derrotero de las distintas reediciones de la saga –y hasta sus títulos– continúa y se extiende bastante hasta el infinito, con minutos y escenas que van y vienen dependiendo del formato (video, laserdisc, streaming) y el canal de exhibición (TV, VHS, DVD), y ya se volvieron un campo de análisis para fanáticos del wiki.

La producción “en serie” de El Padrino fue un reflejo de la enorme influencia de la saga, que se volvió un elemento de la cultura popular (“la suma de toda la sabiduría”, según Tom Hanks en Tienes un e-mail) y una constante referencia para cualquier representación del poder y la familia. Cuando en 1999 murió Mario Puzo, el escritor Gay Talese afirmó: “En una América que ha perdido el contacto con la vida familiar, el libro y las películas de El padrino enfatizaron la importancia de la familia, el ideal de la fidelidad familiar y la reacción vengativa hacia aquellos que son desleales a la familia”.

Algo de eso había en Los Soprano, la más mencionada herencia de El Padrino a comienzos del siglo XXI. En la serie de HBO, el atractivo era menos la labor gangsteril de Tony Soprano que el eco y las consecuencias de su condición mafiosa hacia adentro de su propia familia. Veinte años después, las rivalidades de una familia poderosa adquieren ribetes Shakesperanos en Succession, la más clara continuación de aquella fórmula coppoliana. La familia del magnate Logan Roy y la fría ferocidad del vínculo con sus hijos y herederos nuevamente refleja un zeitgeist económico de la época: la de un capitalismo anárquico, acelerado y desencajado, esta vez con vínculos virtuales y posverdaderos. Un mundo despiadado donde no existen padres protectores ni consiglieris, donde la conveniencia reemplaza al cariño y una familia con poder es un campo de batalla. Por dinero y poder. Nada personal, strictly business. 

Ofertas que no se pueden rechazar

Remakes de clásicos de los ‘80, películas basadas en series…Hollywood sabe revolver en su propia historia para generar nuevas ideas. Para minimizar el riesgo de sus millonarias inversiones, la fórmula se basa en apostar a lo seguro (si es que eso existe), y pocas cosas son más seguras que una idea que ya funcionó. ¿Habrá, entonces, algo tan seguro como una película sobre la película más indiscutida del cine norteamericano? Por fuera de casos aislados en el pasado reciente (Cazador blanco, corazón negro o La sombra del vampiro), la anunciada Francis and the Godfather –una ficción sobre cómo se hizo El Padrino– se incluye en una nueva tendencia sobre ficciones acerca del backstage de hitos del cine del siglo XX, que incluye Mank de David Fincher sobre Ciudadano Kane y el proyecto The Big Goodbye, de Ben Affleck sobre Barrio Chino.

No hay mucha información sobre Francis and the Godfather por fuera de un elenco de primera línea: Oscar Isaac como Coppola, Elisabeth Moss como su mujer Eleanor, Jake Gyllenhaal como Robert Evans, y Elle Fanning como su mujer, Ali MacGraw. La elección del director, el versátil Barry Levinson, ya tiene el beneplácito de Coppola, que declaró que “¡cualquier película Barry Levinson haga sobre cualquier cosa va ser interesante y digna de ver!”.

Y si las películas en base a series del pasado son una fórmula probada, ¿por qué no al revés? Casi al mismo tiempo que el lanzamiento de la nueva versión restaurada de El padrino para su 50º aniversario, el 28 de abril Paramount+ estrena la serie The Offer, basada en la historia de Al Ruddy, el productor en el que Paramount confió para llevar adelante el proyecto que adaptaba la novela de Mario Puzo. Creada por Michael Tolkien –autor de la novela y guión de The Player, la sátira de Robert Almann sobre Hollywood– la serie de 10 episodios hace foco en la lucha de Ruddy (Miles Teller) y su secretaria Bettye McCartt (Juno Temple), para lograr que la producción llegue a buen puerto.

Los choques entre Coppola y el mandamás de Paramount, Robert Evans (Matthew Goode) parecen dejar lugar a un antagonista mucho más acorde: el capomafia Joseph Colombi interpretado por Giovanni Ribisi, que luchó por detener la producción de una película demasiado parecida a (su) realidad. El Hollywood de hoy, al contrario, no tiene miedo de mirarse al espejo de su propia historia –sea de mafiosos, productores o ejecutivos– y si una crónica sobre la mafia se volvió un éxito mundial en 1972, una serie sobre la película de mafiosos que hizo temblar a la misma mafia para luego volverse favorita entre los gángsters suena a una oferta muy difícil de rechazar.

 

Fuente: https://www.clarin.com

Por: Agustín Mango

 

CADENA DE CITAS