El filósofo Toby Ord (Australia, 1979) teme la extinción precipitada de la humanidad. Cree que la destrucción de nuestra civilización y de nuestro potencial podría sobrevenir en este siglo si no lo evitamos. Él es uno de los investigadores que trabajan en el Instituto del Futuro de la Humanidad (IFH), un centro de investigación de la Universidad de Oxford fundado para dar respuestas a las grandes preguntas sobre el devenir de nuestra especie, la cual se encuentra en una encrucijada desde la detonación de la primera bomba atómica en el desierto de Nuevo México, según Ord. En su último libro, The Precipice (El precipicio, 2020), indaga en esas grandes cuestiones. Responde a las preguntas por videoconferencia.
PREGUNTA. ¿Podría describir en qué consiste su labor en el Instituto del Futuro de la Humanidad?
Respuesta. Estudio todo lo que considero que es crucial para el futuro de nuestra especie. Gran parte de mi trabajo se centra en el Riesgo Existencial, tratando de entender las amenazas que nos acechan. También he publicado un estudio sobre la cosmología del universo a gran escala, tratando de averiguar lo lejos que podemos llegar a ver desde la Tierra —46.000 millones de años luz— y hasta dónde podríamos llegar a tener un impacto los seres humanos. Hemos descubierto que la mayor parte del universo no podría verse afectado por nuestras acciones. Aun así, existe una esfera de unos 17.000 millones de años luz de radio que sí es susceptible de ser afectada por las acciones humanas. Pienso en los riesgos, así como en la longitud de nuestro futuro en términos de tiempo y capacidad de influencia.
P. Menciona nuestra capacidad de influencia en el universo. ¿Cuál cree que sería el significado de la posible extinción de la raza humana en términos de relevancia cósmica?
R. Todo depende de la particularidad de nuestra especie. Si existen civilizaciones como la nuestra, puede que nuestra desaparición no tuviese mucho significado a nivel cósmico. Carl Sagan habló de esto, dijo que tal vez somos la forma que el universo tiene de entenderse y conocerse a sí mismo, por lo que, si la Tierra fuese el único planeta donde hay vida inteligente, es probable que su expansión por una galaxia mayoritariamente estéril sea nuestro destino. Esto podría dotar a nuestra especie del deber de proteger y expandir la vida, pero por encima de todo significaría que la Tierra es el único lugar en el universo donde existen conceptos como la ética y unos agentes morales (nosotros). Si es así, solo a través de los seres humanos se puede concebir un universo más justo y nuestra extinción implicaría la desaparición de esa fuerza positiva. Es posible que nuestro planeta sea uno de los rincones más raros y frágiles del universo.
P. En su libro describe un nuevo periodo en nuestra historia y lo ha llamado el Precipicio. ¿Por qué?
R. Estamos en un punto en el que caminamos por un sendero estrecho al filo de un precipicio y no sabemos si saldremos vivos —ni cuáles son las posibilidades de caer—, pero sí sabemos que este es el periodo más peligroso al que nos hemos expuesto. Esta etapa de nuestra historia comenzó en 1945 con la creación de las armas nucleares: nuestro potencial de autodestrucción superó con creces al de cualquiera de las amenazas de origen natural a las que nos habíamos enfrentado nunca.
P. Entonces, este es el momento más importante de nuestra historia.
R. Si sobrevivimos a nuestro paso por el Precipicio, las futuras generaciones verán este periodo como el más importante para nuestra especie, el momento en el que el futuro estaba en juego. Podría estar equivocado y puede que nos encontremos ante un precipicio mayor en el futuro. Una de las razones por las que pienso que es el más importante es porque solo puedes exponerte a este tipo de riesgos un limitado número de veces.
P. Hay dos tipos de riesgos existenciales: los naturales y los antropogénicos. ¿Cuáles le preocupan más?
R. La humanidad siempre ha sido vulnerable ante algún tipo de riesgo o de catástrofe, como el asteroide que acabó con los dinosaurios. Sucedió hace 65 millones de años, lo que indica que no pasa muy a menudo; además, todos los asteroides que hemos encontrado no están en una ruta de colisión con la Tierra. La posibilidad de extinguirnos en un siglo cualquiera es de 1 entre 1.000; si no fuese así, no hubiésemos sobrevivido todo este tiempo. Aun así, existen nuevos riesgos de origen humano —me preocupan especialmente las pandemias creadas en laboratorios, la guerra biológica y la inteligencia artificial—que son los más acuciantes, ya que llevamos conviviendo con ellos unos 75 años y no tenemos referencias que nos permitan entender cómo pueden desarrollarse.
P. ¿La única forma de evitar los riesgos sería convirtiéndonos en una especie interplanetaria?
P. Hemos puesto tanto énfasis en detectar todos los asteroides que hay en las inmediaciones de la Tierra porque existe un precedente.
R. Sí, tenemos la suerte de poder verlos. Si la Tierra hubiese recibido un impacto de un asteroide de más de 10 kilómetros de diámetro en los últimos 100 o 1.000 años, no estaríamos aquí para observarlo, así que eso es bastante tranquilizador.
P. Estamos en los coletazos finales de una pandemia mundial, ¿Cree que la humanidad sobrevivirá los próximos 100 años?
R. Sí, lo creo. En mi libro explico que la probabilidad de que la especie humana no sobreviva los próximos 100 años es de uno entre seis; el lado positivo es que la probabilidad de sobrevivir es mucho mayor: cinco entre seis. El shock en el caso de no hacerlo sería enorme.
Fuente: https://elpais.com
Por: Ignacio F. Vázquez
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