miércoles, 19 de febrero de 2020

Letra 365 Obertura Egmont de Ludwig Van Beethoven

LUDWIG VAN BEETHOVEN

(Bonn, Arzobispado de Colonia, 16 de diciembre de 1770​-Viena, 26 de marzo de 1827) fue un compositor, director de orquesta y pianista alemán. Su legado musical abarca, cronológicamente, desde el Clasicismo hasta los inicios del Romanticismo. Es considerado uno de los compositores más importantes de la historia de la música y su legado ha influido de forma decisiva en la evolución posterior de este arte.

OBERTURA EGMONT

Es cierto que Beethoven apenas había cultivado el teatro, pero no es menos verdad que en toda su obra sinfónica la carga dramática resultaba evidente y por ello podía parecer adecuado el artista, máxime cuando se conocía la devoción de éste hacia el gran poeta. Fruto del encargo son los diversos fragmentos –varios de ellos vocales- el final brillante, la obertura magnifica…- que llevan la firma del compositor.

En su catalogo, las nueve sinfonías presiden el bloque orquestal, constituyen la colección básica, pero como grupo y complemento de suma brillantez aparecen las oberturas, algunas de ellas “Coriolano, Fidelio, Leonora III, en cabeza, de marcado relieve. Lo tiene muy grande, hasta el punto de que quizá sea la más popular “Egmont”.

Emplea una orquesta de formación clásica, hasta los trompetas y el timbal, con flautín. Los ritmos son concisos, los desarrollos, medidos; la carga dramática extraordinaria y también de relieve la fuerza descriptiva: la fe, el tesón, el valor y heroísmo hasta la muerte de “Egmont”, la ternura hacia Clara, su recuerdo y lenitivo, en exaltación del amor fiel, fuente del bien, que ha de alcanzar en Fidelio su más transcendente y ejemplar modelo.

Tal es la fuerza ambiental, que parece justo el juicio de Liszt, que consideraba la página como anticipo del poema sinfónico, género no utilizado por Beethoven.

La obertura se forma por tres períodos: uno, expectante, iniciado con llamadas categóricas e intensas de la cuerda que siguen al acorde inaugural tenso y prolongado; un segundo, el de más amplio desarrollo, dentro de la brevedad general, con vuelo muy romántico en su andadura y que ha conducido al momento supremo en el que la cabeza del héroe es segada, y un tercero, a partir de ese instante, precedido por cuatro notas en piano de la madera, que tiene signo de triunfo y exaltación, de brillantez difícilmente superable, de gozoso estallido primaveral que parece reflejar ideales que no mueren. Período vivo en el ritmo, brillante en la sonoridad y categórico en la rúbrica. La obertura de “Egmont” fue interpretada por vez primera el 24 de mayo de 1810.





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