Dice
una vieja frase que en el Perú existen dos clases de problemas: los que
se arreglan solos y los que no se arreglan nunca. Como el transporte en
Lima, por ejemplo.
La
imbecilidad al volante manifestada hoy en intersecciones bloqueadas,
bocinazos a semáforos en rojo y buses atrapados bajo puentes no
encuentra explicación en encefalogramas, pero esta inclinación por el
desorden es tan antigua como la ciudad misma.
El
arquitecto Juan Günther Doering contaba que la Lima de 13 por 9
manzanas que trazó Pizarro nunca fue una ciudad de líneas rectas, ya que
solo 62 de las 117 manzanas originarias eran realmente cuadradas. El
damero fue absorbido por una estructura anterior de caminos y canales
indígenas. Es más, la primera vía construida por el poder colonial
llegaría recién a finales del siglo XVIII, en la época del virrey
O’Higgins, la ruta Lima-Callao que es hoy la avenida Colonial.
Según
el maestro Juan Manuel Ugarte Eléspuru, esa amalgama de vías confusas
terminó condicionando el carácter limeño: “Nosotros no tenemos
concepción de actuar en línea recta, somos fundamentalmente sinuosos”.
Fuente: https://elcomercio.pe
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