miércoles, 20 de diciembre de 2017

Poeta 412: Marco Valerio Marcial


MARCO VALERIO MARCIAL

(En latín, Marcus Valerius Martialis; Bílbilis, actual Calatayud, 1 de marzo de 40-ibídem, 104) Escritor y poeta hispano, nacido hacia el año 40 en la localidad de Bílbilis, moderna Calatayud (ciudad de la provincia hispana denominada Tarraconense), y muerto hacia el 104, tal vez en la misma Bílbilis. El cognomen Martialis o Marcial derivaría, según parece, de haber nacido el día 1 de marzo. Tras educarse en Hispania, marchó a Roma en 64, célebre año porque en él se produjo el incendio de Roma por Nerón; allí, mantuvo relación con otros intelectuales de origen hispano, como Séneca y Lucano, antes de que éstos y otros cayeran en desgracia tras la Conspiración de Pisón del año 65. En la Urbs, permaneció cerca de treinta y cinco años, pues sabemos que salió de ella en 99. Tras vivir como poeta a sueldo en busca de un rico mecenas durante años (lo que justifica los elogios dirigidos a diversos patricios y hasta al mismo Domiciano), su fama se acrecentó y, con ella, recibió honores, exenciones de impuestos, el derecho a tener esclavos, el ius trium liberorum (aunque nunca llegó a casarse) e incluso un nombramiento como tribuno militar. Tuvo casa propia en Roma y una villa en Nomento.

Relacionado con toda la corte, desde el emperador hasta el último de sus acólitos, mantuvo también un estrecho contacto con numerosos escritores (particularmente, con Plinio el Joven, Silio Itálico, Juvenal y su paisano, el calagurritano Quintiliano), aunque se sabe que sus relaciones con Estacio fueron realmente malas. Todo este universo se refleja en los 1.561 epigramas que compuso entre los años 86 y 98; al final de su vida, de acuerdo con el testimonio de Plinio el Joven, cantó la palinodia, se arrepintió de algunos de sus versos y decidió regresar a su tierra natal para hacerse cargo de una villa donada por una tal Marcella; tras un largo viaje a Hispania que costeó el mismo Plinio, murió hacia el año 104.

UN ENCANTO

Isa es más pilla que el pájaro de Catulo,
Isa es más pura que el beso de la paloma,
Isa es más delicada que todas las niñas,
Isa es más valiosa que las gemas indias,
Isa es una perrita, delicias de Publio.
Y tú, si llora, creerás que habla;
siente la tristeza y el gozo.
Apoyada en el cuello, se recuesta y duerme,
hasta no percibirse ni un suspiro;
si se ve apremiada por el deseo de vientre,
no ensucia con gota alguna las colchas,
sino que llama con su tierna pata, pide
bajar del lecho y ruega desahogarse.
Es tan pudorosa esta casta perrita
que ignora a Venus, y no encontramos
macho digno de tan delicada niña.
Para que la luz suprema no se la llevase,
Publio la retrató en una tabla pintada,
y en ella la verás tan igual a Isa
que ni ella se parece tanto a sí misma.
Pon a Isa, si quieres, junto al cuadro:
ni sabrás cuál de las dos es la verdadera,
ni sabrás cuál de las dos es la pintada.

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