Esta imagen de archivo muestra la desforestación ilegal en el estado amazónico de Pará, en Brasil. Este país suramericano ha comenzado a considerar disminuir las protecciones ambientales a las que se comprometió en el Acuerdo de París, al tiempo que Estados Unidos anuncia su retiro de este pacto mundial.
"El anuncio del presidente Donald Trump de que Estados Unidos se retiraría del
Acuerdo de París, fue recibido con consternación y temores de que la
decisión pondrá en riesgo este pacto global. Para América Latina, que de
manera unánime apoya los esfuerzos planetarios para enfrentar el cambio
climático, la estrategia dificultará cumplir los objetivos climáticos y
tensará las relaciones con Estados Unidos.
Los países de América Latina se encuentran entre los más comprometidos en el combate del cambio climático. Casi tres cuartas partes de
los ciudadanos en la región, uno de los porcentajes más elevados en el
mundo, consideran que el cambio climático es un problema muy serio.
Los
países latinoamericanos y caribeños son muy vulnerables a este
problema. Un aumento importante en las temperaturas mundiales conduciría
a una reducción de la tierra cultivable, la pérdida de islas de baja
altitud y las regiones costeras, así como a fenómenos meteorológicos más
extremos en muchos de estos países. Latinoamérica cuenta con una tercera parte del agua dulce
del planeta y casi el 30 por ciento de terrenos nuevos que podrían
cultivarse, lo cual convierte a esta región en un centro importante para
la producción mundial de alimentos.
Los
centros urbanos de la zona —60 de las 77 ciudades más grandes del mundo
se ubican en la costa— y las islas caribeñas son extremadamente
vulnerables al aumento de los niveles del mar que podrían dañar la
infraestructura y contaminar los humedales de agua dulce. Centroamérica,
el Caribe y el este de México enfrentarían la amenaza de una mayor
frecuencia de tormentas tropicales de alta intensidad. En Sudamérica, el
cambio climático ya parece estar alterando los patrones de lluvias y
aumentando el descongelamiento de glaciares, lo que pone en riesgo las
cuencas que abastecen el agua potable, la producción agrícola y la
energía hidráulica de decenas de millones de personas.
Veinticinco países de América Latina y el Caribe ya ratificaron el acuerdo. Costa Rica hizo la promesa más ambiciosa y fue uno de los pocos países en el mundo que se comprometió a reducir sus emisiones a fin de cumplir con la meta mundial de mantener el aumento de la temperatura promedio del planeta por debajo de los dos grados centígrados.
Veinticinco países de América Latina y el Caribe ya ratificaron el acuerdo. Costa Rica hizo la promesa más ambiciosa y fue uno de los pocos países en el mundo que se comprometió a reducir sus emisiones a fin de cumplir con la meta mundial de mantener el aumento de la temperatura promedio del planeta por debajo de los dos grados centígrados.
Cumplir
estos objetivos será un desafío. El rápido aumento en la compra de
automóviles, los subsidios a los combustibles y la falta de incentivos
para autos eficientes y eléctricos convierte al sector del transporte en
una de las fuentes de emisiones de mayor crecimiento de América Latina. Después de la disminución de las tasas de deforestación, esta zona ha visto un repunte reciente,
más evidente en la región amazónica de Brasil. La creciente demanda de
electricidad también está impulsando un aumento en las emisiones, en
particular en los países donde la generación de energía se basa
principalmente en el carbón o el petróleo, como en México, mientras que
las sequías cada vez más frecuentes y la fuerte oposición a las represas
hidroeléctricas han hecho menos confiable a la hidroenergía limpia.
La
cooperación y el apoyo internacional serán clave para que los países
latinoamericanos y caribeños puedan cumplir con los compromisos de París
y ampliar sus promesas en el futuro, que es la intención de los
negociadores climáticos. Los planes de reducción de emisiones
desarrollados por varios países, entre los que se encuentran México,
Argentina, Colombia, Perú y Bolivia, incluyeron compromisos
incondicionales, además de promesas más ambiciosas, a condición de
transferencia de tecnología y financiamiento internacional.
Durante
el anterior gobierno de Estados Unidos, el cambio climático y las
energías limpias eran un área importante de cooperación internacional.
En 2014, Obama prometió entregar tres mil millones de dólares al Green
Climate Fund, que ayuda a los países pobres a luchar contra el cambio
climático y a adaptarse a este. El fondo fue un compromiso clave en
París para que los países en desarrollo se integren, a pesar de la mayor
responsabilidad histórica que tienen las naciones industrializadas en
el cambio climático. Obama transfirió 500 millones de dólares al GCF mientras fue presidente.
Sin
embargo, la gestión de Trump ya está actuando para eliminar por
completo el financiamiento encaminado a contrarrestar el cambio
climático. El plan presupuestario de Trump elimina el apoyo a la
Iniciativa Mundial contra el Cambio Climático y las contribuciones a los
programas de Naciones Unidas para el mismo fin. En su anuncio del 1 de
junio, el presidente reiteró que Estados Unidos ya no haría las
contribuciones prometidas al Green Climate Fund.
Los
centros urbanos de la zona —60 de las 77 ciudades más grandes del mundo
se ubican en la costa— y las islas caribeñas son extremadamente
vulnerables al aumento de los niveles del mar que podrían dañar la
infraestructura y contaminar los humedales de agua dulce. Centroamérica,
el Caribe y el este de México enfrentarían la amenaza de una mayor
frecuencia de tormentas tropicales de alta intensidad. En Sudamérica, el
cambio climático ya parece estar alterando los patrones de lluvias y
aumentando el descongelamiento de glaciares, lo que pone en riesgo las
cuencas que abastecen el agua potable, la producción agrícola y la
energía hidráulica de decenas de millones de personas.
Veinticinco países de América Latina y el Caribe ya ratificaron el acuerdo. Costa Rica hizo la promesa más ambiciosa y fue uno de los pocos países en el mundo que se comprometió a reducir sus emisiones a fin de cumplir con la meta mundial de mantener el aumento de la temperatura promedio del planeta por debajo de los dos grados centígrados.
Cumplir
estos objetivos será un desafío. El rápido aumento en la compra de
automóviles, los subsidios a los combustibles y la falta de incentivos
para autos eficientes y eléctricos convierte al sector del transporte en
una de las fuentes de emisiones de mayor crecimiento de América Latina. Después de la disminución de las tasas de deforestación, esta zona ha visto un repunte reciente,
más evidente en la región amazónica de Brasil. La creciente demanda de
electricidad también está impulsando un aumento en las emisiones, en
particular en los países donde la generación de energía se basa
principalmente en el carbón o el petróleo, como en México, mientras que
las sequías cada vez más frecuentes y la fuerte oposición a las represas
hidroeléctricas han hecho menos confiable a la hidroenergía limpia.
La
cooperación y el apoyo internacional serán clave para que los países
latinoamericanos y caribeños puedan cumplir con los compromisos de París
y ampliar sus promesas en el futuro, que es la intención de los
negociadores climáticos. Los planes de reducción de emisiones
desarrollados por varios países, entre los que se encuentran México,
Argentina, Colombia, Perú y Bolivia, incluyeron compromisos
incondicionales, además de promesas más ambiciosas, a condición de
transferencia de tecnología y financiamiento internacional.
Durante
el anterior gobierno de Estados Unidos, el cambio climático y las
energías limpias eran un área importante de cooperación internacional.
En 2014, Obama prometió entregar tres mil millones de dólares al Green
Climate Fund, que ayuda a los países pobres a luchar contra el cambio
climático y a adaptarse a este. El fondo fue un compromiso clave en
París para que los países en desarrollo se integren, a pesar de la mayor
responsabilidad histórica que tienen las naciones industrializadas en
el cambio climático. Obama transfirió 500 millones de dólares al GCF mientras fue presidente.
Sin
embargo, la gestión de Trump ya está actuando para eliminar por
completo el financiamiento encaminado a contrarrestar el cambio
climático. El plan presupuestario de Trump elimina el apoyo a la
Iniciativa Mundial contra el Cambio Climático y las contribuciones a los
programas de Naciones Unidas para el mismo fin. En su anuncio del 1 de
junio, el presidente reiteró que Estados Unidos ya no haría las
contribuciones prometidas al Green Climate Fund."
Por: Lisa Viscidi. Directora del programa Energía, Cambio Climático e
Industrias Extractivas del Diálogo Interamericano en Washington.
Fuente: https://www.nytimes.com
11 de junio de 2017
CADENA DE CITAS