Knight es el fundador del Movimiento por la Extinción Humana Voluntaria,
un grupo de personas que creen que lo mejor que los seres humanos
pueden hacer para ayudar a la Tierra es dejar de tener hijos.
PORTLAND, Oregón — Para ser alguien que quiere que se extinga su propia especie, Les Knight es un ser humano muy alegre.
Muchas veces ha sido el anfitrión de
fiestas para ver lluvias de meteoritos con fuegos artificiales en la
azotea. Organizó un prolongado juego de cróquet desnudo en su jardín
trasero, el cual, debemos decir, está cercado por arbustos de laurel de
seis metros de altura. Ni siquiera Tucker Carlson es rival para su
efervescencia. En 2005, durante una entrevista con Knight
en MSNBC, Carlson lo criticó por adoptar la “más perversa” de las
creencias, pero luego añadió: “Usted es uno de los invitados más alegres
que hemos tenido”.
Knight, de 75
años, es el fundador del Movimiento por la Extinción Humana Voluntaria,
que no es tanto un movimiento, sino un grupo informal de personas que
creen que lo mejor que los seres humanos pueden hacer para ayudar a la
Tierra es dejar de tener hijos.
Hace décadas, Knight añadió la palabra
“voluntaria” para dejar claro que quienes se adhieren al movimiento no
están a favor del asesinato masivo, del control de la natalidad forzado,
ni tampoco alientan a nadie al suicidio. Su filosofía se refleja en su
lema: “Que vivamos mucho tiempo y desaparezcamos”. Otra de sus
consignas, una que Knight cuelga en diversas convenciones y ferias
callejeras, es: “Gracias por no reproducirse”.
El
15 de noviembre, la Tierra se convirtió en el hogar de 8000 millones de
personas. A pesar del descenso de la natalidad, se prevé que esta cifra
aumente a 10.400 millones en las próximas décadas, debido, en gran medida, al aumento de la esperanza de vida y a la disminución de la mortalidad infantil.
Knight está entre quienes creen que la
sobrepoblación es un factor fundamental de la crisis climática, pero esa
idea puede ser más compleja. Los países pobres muy poblados, como la
India, contribuyen relativamente poco a las emisiones per cápita de
gases de efecto invernadero que calientan el planeta. Los países ricos
con poblaciones comparativamente más pequeñas, como Estados Unidos,
están generando la mayor parte de la contaminación que está provocando
el calentamiento global.
“El problema
que está cada vez más fuera de control es el consumo”, señaló John
Wilmoth, director del departamento de población de Naciones Unidas. Él
afirma que concentrarse en reducir la población como una posible
solución para el cambio climático desvía la atención de la necesidad
urgente de que todos abandonemos los combustibles fósiles y usemos los
recursos de manera más eficiente. “Tenemos que transformar los
incentivos económicos que nos permiten obtener beneficios cuando
contaminamos el medioambiente”.
La
idea de que se debe controlar el crecimiento poblacional también ha dado
lugar a la esterilización forzada y a medidas que son inhumanas o que
se han vinculado con teorías racistas, como la eugenesia.
No obstante,
Stephanie Feldstein, directora de población y sustentabilidad en el
Centro para la Diversidad Biológica, mencionó que, aunque era positivo
el aumento de la longevidad y de la salud de los seres humanos, esto ha
tenido un costo para otros seres vivos del planeta.
A
lo largo de los últimos cincuenta años, a medida que se duplicó la
población de los seres humanos, las poblaciones de vida silvestre se
redujeron en un 70 por ciento. Según Feldstein, aunque reducir las tasas
de fertilidad ahora no va a cambiar las emisiones a corto plazo, un
aumento de la población humana pondría una presión cada vez mayor en la
disminución de recursos naturales y a la compleja red de animales, aves y
plantas que dependen de estos.
“La
pérdida de la biodiversidad puede ser igualmente devastadora, ya que
desbarata los ecosistemas que necesitamos para sobrevivir”, señaló
Feldstein. “Ya estamos usando casi el doble de los recursos que la
Tierra puede recuperar en un año”.
Una
de las maneras más eficaces de combatir el calentamiento global,
afirman ambos activistas del cambio climático, y quienes se preocupan
por la sobrepoblación, es que las niñas de todo el mundo tengan un mayor
acceso a la educación, además del control de la natalidad y la
planificación familiar. Casi la mitad de todos los embarazos
en todo el mundo, unos 121 millones al año, no son planeados. Por su
parte, el Centro para la Diversidad Biológica ha entregado un millón de condones temáticos de animales en peligro de extinción en paquetes muy coloridos con frases como “Mago del amor: por el bien del lagarto cornudo, bájale un poco”.
Sin embargo, no
es común encontrar a alguien que públicamente haga lo mismo que Knight,
quien nunca tuvo hijos y se hizo la vasectomía en 1973 a la edad de 25
años. Más allá de defender el acceso universal al control de la
natalidad y de oponerse a lo que define como fascismo reproductivo, o
“falta de libertad para no procrear”, Knight afirmó que, a pesar de
todos nuestros logros, los seres humanos son una verdadera calamidad
para la Tierra.
“Vean lo que le
hicimos al planeta”, dijo Knight una tibia mañana de este otoño durante
una charla en su soleado jardín trasero. “No somos una especie buena”.
No está claro
cuántos simpatizantes tiene el grupo de Knight o cuál es su alcance
real. Después de ser en gran medida clandestino, su grupo alcanzó la
popularidad cuando Knight creó un sitio web en 1996. Lleno de textos, pero jovial, el sitio incluye citas del filósofo Arthur Schopenhauer y caricaturas de la artista Nina Paley,
así como argumentos contra la procreación y en favor de la adopción. Se
ha traducido a unos 30 idiomas y para muchas personas sigue siendo un
refugio para muchos.
“Me dio mucho
gusto saber que existía este tipo de grupos porque cuando tenemos esta
clase de filosofía, casi siempre nos sentimos solos”, comentó Mario
Buenfil, un ingeniero hidráulico de 73 años de Ciudad de México que
lleva 20 años participando en el movimiento.
Sin
embargo, las palabras “extinción humana voluntaria” a menudo provocan
reacciones de horror, y hacen que el grupo sea calificado con términos
como “ecofascista” y “maltusiano”. John Seager, presidente de Population
Connection, una organización sin fines de lucro que aboga por la
estabilización de la población a través de medios voluntarios, lo
comparó con un espectáculo secundario. Sin embargo, si el nombre
provocativo del grupo y la postura aparentemente pugilista sugieren un
fundador amargado o incluso amenazante, Knight parece todo lo contrario.
Alto
y gentil, Knight se muestra lúcido y pensativo, como una mezcla de Bill
Nye y Fred Rogers. Si bien puede estar en contra de la creación de más
humanos, muestra una gran compasión por los que ya existen.
Knight,
quien ha sido maestro sustituto de secundaria la mayor parte de su vida
laboral, cuenta con el gran afecto de sus alumnos. Los domingos en la
mañana pasa horas recogiendo basura de la calle principal cercana.
Durante una entrevista, hizo una pausa para ver cómo dos interesantes
arañas de jardín tomaban el sol sobre telarañas tejidas entre los
arbustos y las tumbonas. Este espectáculo era motivo de celebración,
comentó Knight, después de que tantas criaturas murieron durante la ola
de calor del año pasado en el noroeste del Pacífico. Knight, un monógamo
confeso, vive solo, pero su novia vive en la casa de al lado y apoya su
causa por completo.
“No anda por ahí
con un ego gigantesco. No pretende discutir con la gente”, comentó Marv
Ross, excompañero de habitación de Knight y amigo de mucho tiempo.
“Siempre usaba el humor para que fuese divertido comunicar su mensaje, y
yo lo he visto hacerlo muchas veces. Con una broma o una sonrisa,
evitaba que la gente se molestara”.
Cuando
era un niño que crecía dentro de una familia tolerante de Oregón,
Knight vio cómo las empresas madereras talaban los bosques del estado.
Después de ser reclutado en el Ejército durante la guerra de Vietnam
(participó, pero nunca fue movilizado), asistió al Oregon College of
Education y se unió a la sección local de Zero Population Growth, con lo
cual reafirmó su decisión de no tener hijos. “Siempre ha sido por la
ecología, por el daño que los seres humanos le hacen al medioambiente”,
señaló.
Sus convicciones estaban basadas en la ecología profunda,
que cuestiona las premisas acerca de la supremacía de los seres humanos
y sostiene que otras especies son igual de importantes. Knight llegó a
ver al ser humano como la más destructiva de las especies invasivas y
como una especie superdepredadora.
“Llegamos y luego enloquecimos”, aseveró
Knight. “Y como somos lo suficientemente listos, deberíamos saber lo que
tenemos que hacer para acabar con esto”.
“La
gente habla de la música, del arte, de la literatura y de las grandes
cosas que hemos realizado. Es curioso que nunca mencione las cosas malas
que hemos hecho”, continuó. “Yo no creo que las ballenas echarán de
menos nuestras canciones”.
Aunque en Estados Unidos se registró un aumento de la natalidad durante la pandemia del coronavirus, lo cual revirtió la tasa de natalidad que iba en descenso en el país, una encuesta de 2020 reveló que uno de cada cuatro estadounidenses que no habían tenido hijos dijo que una razón era el cambio climático. Las investigaciones han demostrado
que tal vez tener un hijo menos es la mejor manera de disminuir la
huella de carbono de alguien y, aunque a Knight no le gusta imponerle
sus creencias a nadie, quiere pensar que hay seres humanos que no
existen gracias a su labor.
Feldstein dijo que Knight logró captar la atención de la gente e iniciar conversaciones.
“Él
está abogando por muchas de las mismas cosas que el resto de nosotros,
tratando de asegurarse de que todos tengan la capacidad, la autonomía y
los recursos que necesitan para elegir tener hijos y cuándo”, dijo.
Knight dice que, aunque la población mundial está en un nivel récord, eso no lo deprime.
“Nunca esperé tener éxito”, dijo. “Creo que ese es el secreto para no agotarse”.
Fuente: https://www.nytimes.com
Por: Cara Buckley es una reportera climática enfocada en personas que
trabajan para encontrar soluciones y relatos inusuales sobre respuestas a
la crisis. Se unió al Times en 2006 y formó parte de un equipo que ganó
un premio Pulitzer en 2018 por informar sobre acoso sexual en el lugar
de trabajo. @caraNYT • Facebook
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