La flota arquea de mil navíos se dispone a zarpar de Grecia rumbo a Troya para recuperar a Helena, la reina de Esparta, seducida por el príncipe Paris, y castigar la afrenta asiática. Sin embargo, la usencia de vientos impide la navegación, y los barcos deben permanecer en la costa. Para poder partir, los dioses imponen una terrible exigencia a Agamenón, el comandante en jefe: inmolar a su hija como víctima sacrificial. Higenia, de apenas catorce años. se verá enfrentada a una prueba atroz, en la que tendrá que decidir entre la supervivencia y la obediencia final, el deber con la nación y la piedad religiosa. Su valor la convierte en una de las grandes heroínas de toda la mitología griega
IFIGENIA
En la mitología griega, Ifigenia (en griego Ίφιγένεια Iphigeneia, ‘mujer de raza fuerte’) era hija del rey Agamenón y la reina Clitemnestra (a veces se la considera hija de Teseo y Helena criada por Agamenón y Clitemnestra), fue pedida en sacrificio a Agamenón para continuar su navegación a Troya. Artemisa castigó a Agamenón tras haber matado este a un ciervo en una arboleda sagrada y alardear de ser mejor cazador. En su viaje a Troya para participar en la Guerra de Troya, los barcos de Agamenón quedaron de repente inmóviles al detener Artemisa el viento en Áulide. Un adivino llamado Calcas reveló un oráculo según el cual la única forma de apaciguar a Artemisa era sacrificar a Ifigenia. En las fuentes literarias que relatan este mito, únicamente Esquilo y Lucrecio indican que Ifigenia fue efectivamente sacrificada, pero la tradición mayoritaria afirma que Artemisa la sustituyó en el último momento por una corza o por una cierva y la transportó a Táurica, en Crimea, donde la convirtió en su sacerdotisa; allí tenía Ifigenia la misión de sacrificar a los extranjeros como ofrendas a la diosa.
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Autor(es):
Editorial: EMSE EDAPP
Páginas: 123
Tamaño: 16 x 23,5 cm.