domingo, 27 de noviembre de 2022

Cita DCCI: Les Knight, el hombre que quiere que nos extingamos de manera voluntaria

 

 

Knight es el fundador del Movimiento por la Extinción Humana Voluntaria, un grupo de personas que creen que lo mejor que los seres humanos pueden hacer para ayudar a la Tierra es dejar de tener hijos.

PORTLAND, Oregón — Para ser alguien que quiere que se extinga su propia especie, Les Knight es un ser humano muy alegre.

Muchas veces ha sido el anfitrión de fiestas para ver lluvias de meteoritos con fuegos artificiales en la azotea. Organizó un prolongado juego de cróquet desnudo en su jardín trasero, el cual, debemos decir, está cercado por arbustos de laurel de seis metros de altura. Ni siquiera Tucker Carlson es rival para su efervescencia. En 2005, durante una entrevista con Knight en MSNBC, Carlson lo criticó por adoptar la “más perversa” de las creencias, pero luego añadió: “Usted es uno de los invitados más alegres que hemos tenido”.

Knight, de 75 años, es el fundador del Movimiento por la Extinción Humana Voluntaria, que no es tanto un movimiento, sino un grupo informal de personas que creen que lo mejor que los seres humanos pueden hacer para ayudar a la Tierra es dejar de tener hijos.

Hace décadas, Knight añadió la palabra “voluntaria” para dejar claro que quienes se adhieren al movimiento no están a favor del asesinato masivo, del control de la natalidad forzado, ni tampoco alientan a nadie al suicidio. Su filosofía se refleja en su lema: “Que vivamos mucho tiempo y desaparezcamos”. Otra de sus consignas, una que Knight cuelga en diversas convenciones y ferias callejeras, es: “Gracias por no reproducirse”.

El 15 de noviembre, la Tierra se convirtió en el hogar de 8000 millones de personas. A pesar del descenso de la natalidad, se prevé que esta cifra aumente a 10.400 millones en las próximas décadas, debido, en gran medida, al aumento de la esperanza de vida y a la disminución de la mortalidad infantil.

Knight está entre quienes creen que la sobrepoblación es un factor fundamental de la crisis climática, pero esa idea puede ser más compleja. Los países pobres muy poblados, como la India, contribuyen relativamente poco a las emisiones per cápita de gases de efecto invernadero que calientan el planeta. Los países ricos con poblaciones comparativamente más pequeñas, como Estados Unidos, están generando la mayor parte de la contaminación que está provocando el calentamiento global.

“El problema que está cada vez más fuera de control es el consumo”, señaló John Wilmoth, director del departamento de población de Naciones Unidas. Él afirma que concentrarse en reducir la población como una posible solución para el cambio climático desvía la atención de la necesidad urgente de que todos abandonemos los combustibles fósiles y usemos los recursos de manera más eficiente. “Tenemos que transformar los incentivos económicos que nos permiten obtener beneficios cuando contaminamos el medioambiente”.

La idea de que se debe controlar el crecimiento poblacional también ha dado lugar a la esterilización forzada y a medidas que son inhumanas o que se han vinculado con teorías racistas, como la eugenesia.

No obstante, Stephanie Feldstein, directora de población y sustentabilidad en el Centro para la Diversidad Biológica, mencionó que, aunque era positivo el aumento de la longevidad y de la salud de los seres humanos, esto ha tenido un costo para otros seres vivos del planeta.

A lo largo de los últimos cincuenta años, a medida que se duplicó la población de los seres humanos, las poblaciones de vida silvestre se redujeron en un 70 por ciento. Según Feldstein, aunque reducir las tasas de fertilidad ahora no va a cambiar las emisiones a corto plazo, un aumento de la población humana pondría una presión cada vez mayor en la disminución de recursos naturales y a la compleja red de animales, aves y plantas que dependen de estos.

“La pérdida de la biodiversidad puede ser igualmente devastadora, ya que desbarata los ecosistemas que necesitamos para sobrevivir”, señaló Feldstein. “Ya estamos usando casi el doble de los recursos que la Tierra puede recuperar en un año”.

Una de las maneras más eficaces de combatir el calentamiento global, afirman ambos activistas del cambio climático, y quienes se preocupan por la sobrepoblación, es que las niñas de todo el mundo tengan un mayor acceso a la educación, además del control de la natalidad y la planificación familiar. Casi la mitad de todos los embarazos en todo el mundo, unos 121 millones al año, no son planeados. Por su parte, el Centro para la Diversidad Biológica ha entregado un millón de condones temáticos de animales en peligro de extinción en paquetes muy coloridos con frases como “Mago del amor: por el bien del lagarto cornudo, bájale un poco”.

Sin embargo, no es común encontrar a alguien que públicamente haga lo mismo que Knight, quien nunca tuvo hijos y se hizo la vasectomía en 1973 a la edad de 25 años. Más allá de defender el acceso universal al control de la natalidad y de oponerse a lo que define como fascismo reproductivo, o “falta de libertad para no procrear”, Knight afirmó que, a pesar de todos nuestros logros, los seres humanos son una verdadera calamidad para la Tierra.

“Vean lo que le hicimos al planeta”, dijo Knight una tibia mañana de este otoño durante una charla en su soleado jardín trasero. “No somos una especie buena”.

No está claro cuántos simpatizantes tiene el grupo de Knight o cuál es su alcance real. Después de ser en gran medida clandestino, su grupo alcanzó la popularidad cuando Knight creó un sitio web en 1996. Lleno de textos, pero jovial, el sitio incluye citas del filósofo Arthur Schopenhauer y caricaturas de la artista Nina Paley, así como argumentos contra la procreación y en favor de la adopción. Se ha traducido a unos 30 idiomas y para muchas personas sigue siendo un refugio para muchos.

“Me dio mucho gusto saber que existía este tipo de grupos porque cuando tenemos esta clase de filosofía, casi siempre nos sentimos solos”, comentó Mario Buenfil, un ingeniero hidráulico de 73 años de Ciudad de México que lleva 20 años participando en el movimiento.

Sin embargo, las palabras “extinción humana voluntaria” a menudo provocan reacciones de horror, y hacen que el grupo sea calificado con términos como “ecofascista” y “maltusiano”. John Seager, presidente de Population Connection, una organización sin fines de lucro que aboga por la estabilización de la población a través de medios voluntarios, lo comparó con un espectáculo secundario. Sin embargo, si el nombre provocativo del grupo y la postura aparentemente pugilista sugieren un fundador amargado o incluso amenazante, Knight parece todo lo contrario.

Alto y gentil, Knight se muestra lúcido y pensativo, como una mezcla de Bill Nye y Fred Rogers. Si bien puede estar en contra de la creación de más humanos, muestra una gran compasión por los que ya existen.

Knight, quien ha sido maestro sustituto de secundaria la mayor parte de su vida laboral, cuenta con el gran afecto de sus alumnos. Los domingos en la mañana pasa horas recogiendo basura de la calle principal cercana. Durante una entrevista, hizo una pausa para ver cómo dos interesantes arañas de jardín tomaban el sol sobre telarañas tejidas entre los arbustos y las tumbonas. Este espectáculo era motivo de celebración, comentó Knight, después de que tantas criaturas murieron durante la ola de calor del año pasado en el noroeste del Pacífico. Knight, un monógamo confeso, vive solo, pero su novia vive en la casa de al lado y apoya su causa por completo.

“No anda por ahí con un ego gigantesco. No pretende discutir con la gente”, comentó Marv Ross, excompañero de habitación de Knight y amigo de mucho tiempo. “Siempre usaba el humor para que fuese divertido comunicar su mensaje, y yo lo he visto hacerlo muchas veces. Con una broma o una sonrisa, evitaba que la gente se molestara”.

Cuando era un niño que crecía dentro de una familia tolerante de Oregón, Knight vio cómo las empresas madereras talaban los bosques del estado. Después de ser reclutado en el Ejército durante la guerra de Vietnam (participó, pero nunca fue movilizado), asistió al Oregon College of Education y se unió a la sección local de Zero Population Growth, con lo cual reafirmó su decisión de no tener hijos. “Siempre ha sido por la ecología, por el daño que los seres humanos le hacen al medioambiente”, señaló.

Sus convicciones estaban basadas en la ecología profunda, que cuestiona las premisas acerca de la supremacía de los seres humanos y sostiene que otras especies son igual de importantes. Knight llegó a ver al ser humano como la más destructiva de las especies invasivas y como una especie superdepredadora.

“Llegamos y luego enloquecimos”, aseveró Knight. “Y como somos lo suficientemente listos, deberíamos saber lo que tenemos que hacer para acabar con esto”.

“La gente habla de la música, del arte, de la literatura y de las grandes cosas que hemos realizado. Es curioso que nunca mencione las cosas malas que hemos hecho”, continuó. “Yo no creo que las ballenas echarán de menos nuestras canciones”.

Aunque en Estados Unidos se registró un aumento de la natalidad durante la pandemia del coronavirus, lo cual revirtió la tasa de natalidad que iba en descenso en el país, una encuesta de 2020 reveló que uno de cada cuatro estadounidenses que no habían tenido hijos dijo que una razón era el cambio climático. Las investigaciones han demostrado que tal vez tener un hijo menos es la mejor manera de disminuir la huella de carbono de alguien y, aunque a Knight no le gusta imponerle sus creencias a nadie, quiere pensar que hay seres humanos que no existen gracias a su labor.

Feldstein dijo que Knight logró captar la atención de la gente e iniciar conversaciones.

“Él está abogando por muchas de las mismas cosas que el resto de nosotros, tratando de asegurarse de que todos tengan la capacidad, la autonomía y los recursos que necesitan para elegir tener hijos y cuándo”, dijo.

Knight dice que, aunque la población mundial está en un nivel récord, eso no lo deprime.

“Nunca esperé tener éxito”, dijo. “Creo que ese es el secreto para no agotarse”.

 

Fuente: https://www.nytimes.com

Por: Cara Buckley es una reportera climática enfocada en personas que trabajan para encontrar soluciones y relatos inusuales sobre respuestas a la crisis. Se unió al Times en 2006 y formó parte de un equipo que ganó un premio Pulitzer en 2018 por informar sobre acoso sexual en el lugar de trabajo. @caraNYTFacebook

 

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