En lo más profundo de la edad media surgieron en Italia un grupo de
ciudades portuarias, todas independientes y dedicadas casi en exclusiva
al comercio por el mar Mediterráneo. En su momento álgido entre los
siglos XI y XIV llegaron a ser seis: Ancona, Génova, Noli, Pisa, Ragusa y
Venecia. Antes de ellas habían aparecido y desaparecido otras dos:
Gaeta y Amalfi en el golfo de Nápoles. Algunas tuvieron una vida muy
larga como Génova o Venecia, que se mantuvieron independientes hasta el
siglo XIX. Otras se evaporaron por el camino absorbidas por otros
Estados Italianos o por potencias extranjeras.
En lo que si coincidieron todas fue en su proverbial prosperidad
derivada del control de las rutas comerciales con todo el Mediterráneo,
especialmente con su parte oriental, de donde llegaban artículos de lujo
como la seda y las especias. Algunas llegaron a contar con grandes
territorios en la península itálica y a convertirse en actores de primer
nivel de la política europea durante siglos. El dinero veneciano o
genovés quitaba y ponía reyes y Papas. Fueron fundamentales durante las
cruzadas ya que pusieron sus puertos al servicio de la cristiandad
proporcionando transporte a los cruzados. De aquella aventura Europa los
reinos de Europa occidental salieron mal librados, no así algunas
repúblicas como Venecia o Ragusa, que crearon un pequeño imperio
mercantil en Oriente que se mantendría durante siglos.
Poderosos reinos como el de Francia o el de Aragón buscaban su cercanía
y se aliaban con ellas frente a sus enemigos. Las repúblicas marineras
dominaban los mares y siempre encontraban el modo de hacerse con fondos y
mercaderías. Eso les permitió defenderse armando importantes armadas de
guerra que se medían con las de otomanos y españoles. Estos últimos
recurrieron a ellas constantemente, a Venecia y Génova para ser más
exactos, para poder hacerse con Italia. Los embajadores iban y venían de
Italia a España llevando dinero, acuerdos o valiosa información sobre
lo que se cocía en aquella parte de Europa.
En todos los casos se trataba de repúblicas oligárquicas gobernadas por
una élite mercantil que velaba por la estabilidad de la república y por
mantener sus mercados y sus intereses políticos. A veces guerreaban
entre ellas y otras cooperaban. Las más exitosas e importantes, Génova y
Venecia, resistieron a todo durante mil años, a lo que no pudieron
sobrevivir fue al mundo contemporáneo. El rosario de repúblicas fue
fagocitado poco a poco hasta que, durante las guerras napoleónicas,
desparecieron por completo integrándose en los Estados del continente
primero y luego en la Italia unificada.
La historia de las repúblicas mercantiles es parte importantísima de la
historia de Italia y, como consecuencia, de la historia de Europa.
Grandes exploradores como Cristóbal Colón, Marco Polo, Sebastián Caboto o
Lanceloto Mallocello salieron de ellas. El mundo no sería el mismo sin
estas repúblicas del comercio que vamos a ver hoy con más detalle en La
ContraHistoria.
Fuente: Podcast: La ContraHistoria
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