A mediados del siglo XIX dos imperios en plena expansión, el británico y el ruso, se dieron de bruces en las estepas y cordilleras del centro de Asia. Los rusos se encontraban descendiendo por Asia central, los británicos aspiraban a defender la India y su zona de influencia en el océano Índico que, en aquel entonces, iba del golfo Pérsico hasta el actual Singapur. En Londres temían que Rusia planease invadir y apoderarse de la India y que este y no otro fuera el objetivo real de su expansión. Los rusos, por su parte, recelaban del avance de los británicos hacia el interior del continente. mientras que Rusia temía la expansión de los intereses británicos en Asia Central. El resultado fue un estado de guerra permanente en esa área durante décadas. El Reino Unido dio prioridad a retener y defender la India, mientras que Rusia se centro en expandirse por Asia central ampliando los límites políticos de su imperio.
A aquel tira y afloja los estrategas de la época lo denominaron como “el
gran juego”. Dio comienzo en 1830, cuando Lord Ellenborough, a la sazón
presidente de la Junta de Control de la India, encargó al gobernador
William Bentinck el establecimiento de una nueva ruta comercial al
Emirato de Bujará, situado en las estepas, en la actual república de
Uzbekistán. En el camino los británicos pretendían hacerse con el
control del emirato de Afganistán y convertirlo en un protectorado, y de
emplear las estribaciones orientales del imperio Otomano, el imperio
persa, el janato de Jiva y el emirato de Bujará como estados colchón
clientelizados para frenar la expansión rusa hacia el sur. Esto
protegería a la India y con ello a las rutas comerciales marítimas
británicas ya que impediría que Rusia se hiciese con un puerto en el
golfo Pérsico o en el mar Arábigo.
Rusia propuso Afganistán como zona neutral, pero el asunto no quedó
ahí. La campaña de contención de los rusos se complicó. Estallaron
varias guerras en la zona que se extendieron durante varias décadas. La
cuestión asiática no concluyó hasta principios del siglo XIX cuando
Rusia y el Reino Unido acordaron las fronteras exactas de sus áreas de
influencia. Eso dio lugar al nacimiento de algunos Estados como
Afganistán, que adquirió entonces su configuración actual. Para entonces
el término “gran juego” ya había hecho fortuna literaria. Rudyard
Kipling, un popular novelista británico nacido en Bombay, lo empleó en
una de sus novelas, “Kim”, en la que el enfrentamiento entre rusos y
británicos sirve de trasfondo para la trama. En nuestros días se sigue
empleando porque, aunque los imperios ruso y británico hace ya mucho
tiempo que pasaron a mejor vida, toda esa región del mundo sigue siendo
un foco de tensiones geopolíticas que, a menudo, desembocan en largas y
dolorosas guerras.
Fuente: Podcast: La ContraHistoria
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