Una proyección en 3D en Bamiyán, Afganistán, de cómo
tal vez lucía en mejores momentos un buda destruido,
conocido como Solsol por los habitantes locales
tal vez lucía en mejores momentos un buda destruido,
conocido como Solsol por los habitantes locales
BAMIYÁN,
Afganistán – Aquí hay un recordatorio de alguien con las iniciales A.
B., quien el 8 de marzo escaló por el interior de la pared del
desfiladero en el que se esculpieron los dos budas gigantes de Bamiyán
hace 1500 años. En
una cámara abovedada (a la que se llega después de caminar por un
pasaje que avanza serpenteando hacia arriba por el interior de la pared
del desfiladero), A. B. escribió sus iniciales y la fecha, como han
hecho otros cientos de personas en muchas inscripciones, y luego añadió
un corazoncito.
Se trata de solo una de las contribuciones más recientes a la destrucción del sitio declarado Patrimonio de la Humanidad donde alguna vez estuvieron los famosos budas de Bamiyán. Lo
peor ocurrió en marzo de 2001, cuando los talibanes hicieron explotar
las dos estatuas gigantes, una de 55 metros de altura y la otra de 38
metros, que en aquella época se creía que eran los dos budas más grandes
del planeta que seguían en pie. Mediante el uso de artillería y cargas explosivas, los talibanes
tardaron semanas en reducir a los budas a miles de fragmentos apilados a
los pies de los desfiladeros, lo cual indignó al mundo.
Desde
entonces, la degradación ha continuado, en tanto Afganistán y la
comunidad internacional han pasado dieciocho años debatiendo qué hacer
para proteger o restaurar el sitio, sin llegar a una decisión final y a
menudo con un solo guardia en funciones. Hace
poco, a Janson Hu y Liyan Yu, una acaudalada pareja china, se les
ocurrió una idea. Financiaron la creación de una proyección de luz en 3D
del tamaño de la Estatua de la Libertad a partir de la visión de un
artista de cómo se habría visto en su mejor momento el buda más grande,
conocido como Solsol por los habitantes del lugar.
La imagen fue proyectada en el nicho una noche de 2015; después, la pareja donó al Ministerio de Cultura su proyector, con un valor de 120.000 dólares. Las
autoridades locales lo utilizan en ocasiones especiales, pero con muy
poca frecuencia, ya que la ciudad de Bamiyán no tiene un suministro de
energía salvo por campos de páneles solares de baja capacidad. El
proyector de imágenes en 3D requiere de energía eléctrica y necesita su
propio generador alimentado por diésel.
La
mayor parte del tiempo, los restos del monumento tienen una vigilancia
tan precaria que cualquiera puede comprar una entrada (de 4 dólares para
extranjeros y 60 centavos de dólar para afganos), entrar y hacer
prácticamente lo que le venga en gana. Y muchos lo hacen.
Los
cazadores de recuerditos desprenden fragmentos de las decoraciones de
estuco pintado de la red de cámaras o se llevan trozos desprendidos de
arenisca. Abundan los grafitis, los eslóganes e incluso los anuncios de
sexo.
Cualquiera
puede trepar, tal como hizo A. B., por los pasajes que rodean los
altísimos nichos en el desfiladero, a través de sinuosas escaleras que
forman túneles en la arenisca y subir los escalones con contrahuellas
del doble de altura de las modernas, como si hubiesen sido construidos
para gigantes. Al
final de este viaje, llegas a la parte superior del nicho oriental, que
albergaba al buda más pequeño, y quedas de pie sobre una cornisa justo
detrás de donde alguna vez estuvo la cabeza de la estatua, lo que te
permite apreciar, desde la perspectiva del desaparecido buda, la
espectacular vista de las montañas cubiertas de nieve y el exuberante
color verde del valle abajo a la distancia.
La
suave arenisca de los escalones se deshace bajo los pies, por lo que el
mero acto de subirlos se convierte, al menos en parte, en un placer
culposo, si bien ya no representa mucho peligro. Los pasamanos de hierro
torcido colocados en la piedra hacen que sea más seguro recorrer las
inclinadas pendientes y las ventanas sobre los precipicios, aunque le
resten autenticidad a la experiencia en este sitio histórico del primer
milenio. Cuando los talibanes demolieron a los budas, en gran medida realizaron un trabajo fallido.
Los
budas, construidos probablemente a lo largo de un siglo a partir del
año 550 d. C., más o menos, eran solo las partes más expuestas de un
complejo de cientos de cuevas, monasterios y santuarios, muchos de ellos
decorados de manera colorida por cientos de monjes que meditaban y
oraban en su interior.
Incluso
ya sin los budas, los nichos permanecen, impresionantes por derecho
propio; la Estatua de la Libertad cabría a la perfección en el nicho
occidental. La
Unesco ha declarado a todo el valle, incluyendo el desfiladero de más
de 800 metros y sus monasterios, como Patrimonio de la Humanidad. “Si
los talibanes regresan a destruirlo, esta vez tendrían que destruir
todo el acantilado”, afirmó Aslam Alawi, director local del Ministerio
de Cultura de Afganistán.
La Unesco también ha declarado el complejo de los budas de Bamiyán “Patrimonio de la Humanidad en peligro”, uno de los 54 sitios que hay en todo el mundo con esta denominación. El nicho occidental, que es el más grande, sigue estando en riesgo de derrumbarse. La
mayoría de los arqueólogos se oponen a la restauración, pues argumentan
que el daño fue muy grave y que sería imposible solventar los gastos.
Los cálculos rondan los 30 millones de dólares para un buda y los 1200
millones para todo el complejo.
Otros
argumentan que la propia destrucción se ha convertido en un monumento
histórico y que las ruinas deben conservarse tal como están, como un
recordatorio palpable de la iconoclasia talibana. Una
convención de científicos (en la que participaron afganos, personal de
la Unesco, científicos y benefactores) se celebró en Tokio en 2017 con
el objetivo de estudiar el asunto y discutir la solicitud formal de
recursos por parte de Afganistán para reconstruir el buda oriental. Una
declaración final redactada en términos diplomáticos instó a realizar
más estudios y hacer una pausa indefinida en los trabajos de
restauración.
Como lo expresó Ghulam Reza Mohammadi, el oficial superior de la Unesco en Bamiyán: “Los budas no serán reconstruidos jamás”. Lo importante es la estabilización y conservación de los restos tal como están, dijo Mohammadi. “El gobierno ni siquiera puede cubrir los gastos de los cinco guardias que prometieron”, dijo.
Después
del atardecer de un lunes reciente, Alawi dispuso el proyector para
hacer una demostración y, durante quince minutos llenó la profunda
oscuridad del nicho occidental con la enorme imagen de Solsol, con la
palma izquierda hacia el frente y visible desde el otro lado del valle. Arif
Taquin, de 28 años, un artista en la ciudad, se apresuró hacia el
lugar. “La primera vez que vi esto lloré”, narró. “Cada vez que lo veo
me vuelve a conmover de una manera distinta, y solo se trata de una
imagen en 3D. Pensar que tuvimos la escultura real y ahora ya no está”. Cuando
se acabó la energía del generador y la luz parpadeó hasta apagarse, lo
único que quedó en ese nicho fue, en palabras de Taquin, “todo ese
horrible andamiaje”.
Fuente: https://www.nytimes.com
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