4.4.2. En relación con el topónimo <Arequipa>, que el Inca Garcilaso prefiere transcribir como <Arequepa> , comenta a propósito de las conquistas de Maita Capac que este “passo a otra [provincia] que dizen Collahua, que llega hasta el valle de Arequipa, que según el Padre Blas Valera quiere dezir trompeta sonora“. En este caso, como vemos, lo único que hace nuestro historiador es valerse de la autoridad del célebre jesuita mestizo para transmitirnos la etimología del nombre en cuestión. Según esta, el nombre estaría compuesto de ari ‘nuevo, por estrenar’, voz de origen aimara tomada por el quechua cuzqueño, y de qipa ‘trompeta de caracol’. Lo de ‘sonoro’ ya parece metáfora elaborada por el jesuita chachapoyano, quien parece sugerirnos que por tratarse de una trompeta nueva podría ser ‘sonora’. Semánticamente, sin embargo, las interpretaciones, aparte de ser impropia como designación de un lugar, aparece desprovista de toda motivación natural, lo suficientemente como para descartarla de entrada.
Pues bien, asumiendo que estamos ante un compuesto cuyo segundo elemento puede identificarse como qhipa ‘detrás’, voz compartida por ambas lenguas, quedaría el primer elemento ari, que a su turno podría interpretarse como la voz aimara ‘cumbre, picacho’, de manera que el nombre significaría en su conjunto ’(lugar) detrás de la cumbre’. Creemos que este significado, por lo demás ya adelanto por Middendorf ([1891]), tiene una motivación más espontánea y verosímil, pero adviértase que se trataría de un nombre impuesto por gente de habla aimara. (Por lo demás, la interpretación que Murúa hace del mismo nombre, queriendo que signifique “!sí, quedaos¡”, como una suerte de perennización de la respuesta que el incale habría dado a uno de sus sacerdotes, en un dialogo imaginario sostenido entre este y el inca, es de la más pura y fantasiosa etimología popular, pero de esta y de otras etimologías similares que proporciona el mercedario nos ocuparemos en el ensayo siguiente.) Nótese incidentalmente, que ambos cronistas mestizos andaban descaminados en la etimología del mismo, con el agravante de que el ilustre chachapoyano no desconocía el aimara. ¿Dónde estaba entonces la falla? Creemos que la trampa estuvo, una vez más, en la visión cuzco-céntrica del quechua.
Página 334. Voces del Ande. Ensayos de onomástica andina. Rodolfo Cerrón-Palomino, Fondo Editorial PUCP. Lima, Perú - 2008.
3.2.5. <Arequipa>. Con respecto a la motivación semántica de este topónimo, nuestro historiador Murúa nos proporciona la siguiente explicación:
Viniendo al nombre de Arequipa, que ahora le quedado, en tiempo del valeroso Ynga Yupanqui, padre de Tupa Ynga y abuelo de Huaina Capac, hubo en el distrito de Arequipa un espantable terremoto, precedido de un volcán que estaba tres leguas della. [El Inca se dirigió al volcán e hizo allí grandes sacrificios para apaciguarlo, y] uno de los hechiceros que consigo llevaba le dijo en su lengua: señor, quedare aquí, y el Ynga le respondió: Are quepay [‘¡sí quédate!’]: y así, desde aquel tiempo se le quedó por nombre Arequipa.
Nótese que el autor, o su fuente, asumen, una vez más, que el nombre es de cuño quechua. Esto podría ser cierto para los componentes <ari>, partícula afirmativa de la lengua, y <quipa> ‘detrás’, voz esta última también registrada en aimara. Sin embargo, por razones de índole semántica y pragmática, sobra decir que la partícula afirmativa <ari> nada tiene que hacer aquí, por lo que debe descartarse, y lo propio puede decirse del sufijo imperativo quechua –y, claramente traído de los cabellos.
Ahora bien, el quechua registra también una raíz verbal <ari>, con el significado de ‘estrenar algo’ (Gonzáles Holguín, 1698), la cual parece ser préstamo del aimara <ari>, cuyo significado básico es “agudo, afilado”, y solo secundariamente “nueuo, por estrenar” (Bertonio). Pero además, <ari> refiere también, metafóricamente, a ‘cumbre, cordillera’, de manera que esta voz, en construcción frasal con <qhipa> ‘detrás’, nos da la clave de la etimología del topónimo, que vendría a ser *ari-qhipa ‘detrás de las cumbres’. Como lo hemos señalado en otro lugar, a propósito de la etimología del nombre propuesta por el Inca Garcilaso, esta explicación ya la ofrece Middendorf, al abogar en favor de su conocida tesis del aimarismo primitivo del antiguo Perú. Incidentalmente, en abono de la propuesta etimológica formulada, consideremos el ejemplo que trae el jesuita italiano justamente a modo de ilustración del empleo de <quipa>: ‘Collo quipa’ “a la vuelta del cerro” (Bertonio).
Página 367. Voces del Ande. Ensayos de onomástica andina. Rodolfo Cerrón-Palomino, Fondo Editorial PUCP. Lima, Perú - 2008.
MÁS INFORMACIÓN
- Libro: Mr. Manan. La miel del poder
- Libro: Libro Segundo Cabildo de Arequipa (El Arte de Gobernar) 1546 -1556
- Libro: Arequipa a través del tiempo. Literatura, sociedad e identidad
CADENA DE CITAS
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