viernes, 20 de marzo de 2020

Poeta 517: Cabalgata del tiempo de Olga Orozco

OLGA OROZCO

Nació el 17 de marzo de 1920 en Toay, en la provincia de La Pampa. Egresó de la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires. Becada por el Fondo Nacional de las Artes y el gobierno de Italia, realizó estudios en Europa. Una de las más destacadas poetas argentinas con una prolífica obra que se desarrolló entre las décadas de los 40's y los 80's. Dentro de su obra poética destacan: Desde lejos (1946), Los muertos (1951), Los juegos peligrosos (1962), Museo salvaje (1974), Canto a Berenice (1977) y Mutaciones de la realidad (1979). Autora de la novela La oscuridad es otro sol (1968). Orozco fue integrante del movimiento surrealista argentino, representado también por Enrique Molina, Aldo Pellegrini y Juan José Caselli. Sus poemas y textos han sido incluidos en diversas antologías y otras publicaciones, además de ser traducidos al francés, inglés, italiano, alemán, rumano, hindú, portugués y japonés. En 1971, fue distinguida con el Gran Premio de Honor de la Fundación Argentina de Poesía y en 1980, recibió el Gran Premio del Fondo Nacional de las Artes. Olga Orozco falleció en Buenos Aires el 15 de agosto de 1999.

CABALGATA DEL TIEMPO

Inútil. Habrá de ser inútil, nuevamente,
suspender de la noche, sobre densas corrientes de follaje,
la imagen demorada de un porvenir que alienta en la memoria;
penetrar en el ocio de los días que fueron dibujando con terror y paciencia
la misma alucinada realidad que hoy contemplo,
ya casi en la mirada;
repetir todavía con una voz que siento pesar entre mis manos:
-Alguna vez estuve, quizás regrese aún, a orillas de la paz,
como una flor que mira correr su bello tiempo junto al brazo de un río.

Todo ha de ser en vano.
Manadas de caballos ascenderán bravías las pendientes de su infierno natal
y escucharé su paso acompasado, su trote, su galope salvaje,
atravesando siglos y siglos de penumbra,
de sumisas distancias que irremediablemente los conducen aquí.

Tal vez sería dulce reconquistar ahora una música antigua,
profunda y persistente como el eco de un grito entre los sueños,
sumirse bajo el verde sopor de las llanuras
o morir con la lluvia, tristemente,
entre ramos llorosos que sombrearan viejísimas paredes.

Imposible. Sólo un fragor inmenso de ruinas sobre ruinas.
Es el desesperado retornar de los tiempos que no fueron cumplidos
ni en gloria de la vida ni en verdad de la muerte.
Es la amarga plegaria que levantan los ángeles rebeldes
llamando a cada sitio donde pueda morar su dios irrecobrable.
Es el tropel continuo de sus lucientes potros enlutados
que asoman a las puertas de la noche la llamarada enorme de sus greñas,
que apagan con mortajas de vapor y de polvo toda muda tiniebla,
agitando sus colas como lacios crespones entre la tempestad.
La sangre arrepentida, sus heroicas desdichas.

Y nada queda en ti, corazón asediado:
apenas si un color, si un brillo mortecino,
si el sagrado mensaje que dejara la tierra entre tus muros,
se pierden, a lo lejos,
bajo un mismo compás idéntico y glorioso como la eternidad.
 
Fuente y más poemas: http://amediavoz.com

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