"Cuando leí que se trataba de un carguero fenicio del siglo XIV a.C. me quedé perplejo ¡Un barco construido hace más de tres mil cuatrocientos años! Me encontraba ante el Ulu-Burum, la embarcación más antigua cuyos restos han podido ser rescatadas. Pertenecía a la época micénica, aun en la Edad de Bronce, más cien años anterior a la guerra de Troya y probablemente coincidente con la etapa en que el faraón Akhenatón y su esposa Nefertiti gobernaban Egipto. Es tan antiguo que ni siquiera se le puede catalogar de como fenicio -sí acaso, sería protofenicio-, pues con anterioridad a las invasiones de los "Pueblos del mar", a finales del siglo XIII a.C. la franja litoral de lo que hoy es el Líbano estaba habitada por los cananeos. Su cargamento que iba destinado a algún puerto del sur de Anatolia, había sido estibado en Egipto y en Chipre y comprendía colmillos de hipopótamo y elefante, copas de oro, troncos de ébano, piezas de marfil tallado, cascaras de huevo de avestruz, cerámica, cuentas de esteatita, calcedonia y ámbar, una tonelada de resina de terebinto envasada en ánforas destinada a la elaboración de perfumes y, sobre todo, muchísimos lingotes: nada menos que quince toneladas de cobre y una tonelada de estaño. Con la aleación de todos esos lingotes habría de obtenerse suficiente bronce como para armar a un ejército entero.
Por lógica, el ejército al que iba ese cargamento debía ser los hititas, civilización que dominaba entonces gran parte de Anatolia. Las mercancías rescatadas eran tan valiosas que se cree que el destinatario podría ser el mismísimo rey hitita. No obstante, una tormenta debió truncar su objetivo, algo bastante habitual en esa época: aquellos barcos no están preparados para salir a alta mar -por ello siempre procuraban no perder de vista la línea de costa- y solo eran capaces de navegar a vela con viento de popa. La invención de la orza quedaba aun lejísimos, pues no vería la luz hasta el siglo XVIII d.C. La orza es esa pieza de forma trapezoidal que va sujeta bajo la quilla de los barcos y que se sumerge debajo del casco. Ese elemento tan simple evita que una ráfaga de costado desplace lateralmente la embarcación ya que reconduce toda esa energía hacia adelante y permite algo tan básico en la navegación moderna como que barco escore sin derivar y puede avanzar en contra del viento. La historia del Humanidad tiene estas cosas; habitualmente uno se asombra de que nuestros antepasados hayan sido capaces de realizar tantísimos descubrimientos que han ido elevando de forma paulatina nuestro bienestar -sobre todo en el último siglo-, pero en algunas pocas ocasiones resulta chocante constatar que ciertos hallazgos han tardado una eternidad en llegar. De este modo, hasta que no se ideó la orza -hace tan solo tres siglos-, si un barco que trazaba una ruta de cabotaje que era sorprendido por una tormenta cerca de unas zona rocosa tenía muchas probabilidades de naufragar, sobre todo si el viento provenía de mar adentro y si su intensidad hacia inútil los esfuerzos de los remeros."
Por lógica, el ejército al que iba ese cargamento debía ser los hititas, civilización que dominaba entonces gran parte de Anatolia. Las mercancías rescatadas eran tan valiosas que se cree que el destinatario podría ser el mismísimo rey hitita. No obstante, una tormenta debió truncar su objetivo, algo bastante habitual en esa época: aquellos barcos no están preparados para salir a alta mar -por ello siempre procuraban no perder de vista la línea de costa- y solo eran capaces de navegar a vela con viento de popa. La invención de la orza quedaba aun lejísimos, pues no vería la luz hasta el siglo XVIII d.C. La orza es esa pieza de forma trapezoidal que va sujeta bajo la quilla de los barcos y que se sumerge debajo del casco. Ese elemento tan simple evita que una ráfaga de costado desplace lateralmente la embarcación ya que reconduce toda esa energía hacia adelante y permite algo tan básico en la navegación moderna como que barco escore sin derivar y puede avanzar en contra del viento. La historia del Humanidad tiene estas cosas; habitualmente uno se asombra de que nuestros antepasados hayan sido capaces de realizar tantísimos descubrimientos que han ido elevando de forma paulatina nuestro bienestar -sobre todo en el último siglo-, pero en algunas pocas ocasiones resulta chocante constatar que ciertos hallazgos han tardado una eternidad en llegar. De este modo, hasta que no se ideó la orza -hace tan solo tres siglos-, si un barco que trazaba una ruta de cabotaje que era sorprendido por una tormenta cerca de unas zona rocosa tenía muchas probabilidades de naufragar, sobre todo si el viento provenía de mar adentro y si su intensidad hacia inútil los esfuerzos de los remeros."
Página 45 y 46. Trás las huellas de Heródoto. Crónicas de un viaje histórico por Asia Menor. Antonio Penadés. Almuzara. Córdoba, España - 2015.
CADENA DE CITAS
- Antes - Cita CDLXXI: Argel
- Después - Cita CDLXXIII: Coronavirus. Cómo proteger a las personas mayores