PROCESOS, CONTINUIDADES Y CAMBIOS, 1825-2010
El historiador Mario Rommel Espinoza presentará “Los Alcaldes de Arequipa Republicana”, cumpliendo encargo de hace más de 10 años, donde plasma, hechos históricos, datos y anécdotas de los que gobernaron la ciudad.
El primer alcalde republicano que tuvo Arequipa sufrió un desaire del libertador Simón Bolívar, cuando llegó a la Ciudad Blanca, como parte de una gira política. Ocurrió en la calle Beaterio donde se formó una comitiva de recibimiento.
Manuel Ascencio Cuadros, abogado, se ganó la antipatía de Bolívar por ser opositor al proyecto bolivariano. El relato es narrado por el historiador arequipeño, Mario Rommel Espinoza, en su libro “Los Alcaldes de Arequipa Republicana”, procesos, continuidades y cambios, 1825-2010. Su trabajo es fruto de una larga investigación y cumpliendo labor encomendada hace más de 10 años por el director de El Pueblo, Carlos Meneses. El texto ya está en la imprenta.
LOS QUE GOBERNARON
El vecino notable, que no recibía remuneración, y alternaba sus funciones con otras actividades, era el perfil de las autoridades de la época. Pero hubo algunos casos peculiares. Andrés Martínez, alcalde en 1831, asumió la defensa legal de la monja Dominga Gutiérrez de Cossio, que llegó hasta la Corte Suprema de la República y a Roma.
La monja tramó un plan para lograr su libertad. Con la ayuda de sus sirvientas, por la noche, colocó un cadáver en su celda del convento Santa Teresa, prendió fuego y fugó del convento. Al día siguiente lloraron su muerte. El cadáver es enterrado y ella se esconde en la casa de sus tíos. Pronto se descubre la verdad y se desata el escándalo. Dominga buscó refugio en Lima por el rechazo de la sociedad.
Otro episodio peculiar, fue cuando Arequipa fue dividida en cuatro cuarteles. En 1846 el gobierno de Mariscal Castilla aprobó el Reglamento de Policía, que reguló la vida de la ciudad. Por ejemplo, estableció multas y dos días de arresto, para quienes ofendan la religión o no coloquen faroles en las noches, para los esclavos prófugos.
Ocurre que en 1836, las municipalidades fueron declaradas en receso por el presidente Luis José de Orbegoso, hasta que terminara la guerra, y reemplazadas por intendentes de Policía.
El restablecimiento de los municipios, ocurrió por la ley de 1853. A José María Recabarren, autoridad en 1861, lo recuerdan porque construyó una carroza mortuoria para no seguir llevando los cadáveres cargados en borricos, medio desnudos.
A otros por la reconstrucción de la ciudad afectada por los terremotos. Como al alcalde Diego Butrón, quien inició la reconstrucción de los portales de la plaza, dañados por el sismo del 13 de agosto de 1868. Su busto figura en la parte superior del Portal de la Municipalidad. Aunque murió, asesinado por una turba de pobladores, acusado de traidor, en plena guerra con Chile.
La fiscalización de las gestiones de los alcaldes, de la que suelen quejarse las actuales autoridades, fue ejercida por los concejos departamentales, que existieron desde 1873 hasta 1880, eliminados por el gobierno dictatorial de Nicolás de Piérola. El primer presidente de dicho ente, fue Juan Manuel López de Romaña, quien se interesó en la necesidad de contar con una biblioteca.
Rommel menciona el incidente que pasó el alcalde Luis Llosa, cuando su vivienda fue siniestrada por ser partidario de Avelino Cáceres, el Brujo de los Andes, derrotado por Nicolás de Piérola. En su gestión concluyeron el puente Grau. Llosa tiene vinculación familiar con Emilia Llosa Rey de Castro, la tía mayor del Nobel, Mario Vargas Llosa.
EL SIGLO XX
El siglo XX llegaría, marcado por las guerras mundiales, y el surgimiento de dos grandes potencias, Estados Unidos y la Unión Soviética. En el Perú se seguía el modelo liberal de Estados Unidos. Y en Arequipa, surgieron nuevos actores sociales, como el sector obrero, precisa el historiador en su libro.
Emilio Benavides, capitán de navío, nacido en España, fue alcalde en 1905, y aprobó el reglamento de carruajes para el traslado de las personas. Los vehículos debían estar inscritos en el municipio, y pagaban una contribución por rodaje. Lucían su placa de metal con el número de registro, y tenían una tarifa por carretas y horas.
Octavio Muñoz Nájar, gobernó la ciudad tres veces. Arregló la calle de la Ranchería a la que puso su nombre. La Ranchería fue el lugar donde llegaban los migrantes de la sierra, y vivían en construcciones precarias, al igual que los arrieros. Tenía la idea de reemplazar la actual pileta de bronce coronada por el Tuturutu, por otra de mármol, que no concretó por ausencia de recursos.
De los carruajes, llegó la época del tranvía eléctrico en julio de 1913, obra de una empresa particular, la compañía W.R. Grace de Nueva York. Realizaba servicio a Miraflores, Tingo, la Estación.
El presidente José Pardo es depuesto por un golpe cívico militar encabezado por Augusto B. Leguía, generando inestabilidad. Andrés Meneses Cornejo, fue designado alcalde pero su autoridad fue desconocida por el comicio popular de julio de 1919. La población pedía renovación. En lugar de Meneses, fue aclamado como burgomaestre Muñoz Nájar.
Con el gobierno de Leguía, los alcaldes fueron sus partidarios o amigos. Arturo Núñez Chávez, fue la autoridad que abrió la avenida Leguía conocida ahora como avenida Ejército. A la caída del presidente, Núñez, fue deportado a Panamá.
José Miguel Forga, es el alcalde que donó la fuente de Neptuno con condición de cambiar la plaza Santa Marta a España. Para su uso personal construyó el llamado Castillo Forga de Mollendo, inmueble expropiado en espera de su recuperación. Siguió el burgomaestre Guillermo Lira Romaña, quien participó de la revolución cívica en Arequipa para derrocar el gobierno de Leguía.
LAS OBRAS Y CAMBIOS
Lo que significó el cuarto centenario de la fundación española de la ciudad, tiene una mención especial en el libro. Rommel resaltó al médico, Julio Ernesto Portugal, quien presentó una ciudad renovada. Inauguró el Ateneo Municipal, donde está ahora la biblioteca Municipal, el teatro Municipal, las casas para obreros, el estadio Melgar, el parque Selva Alegre, el puente Tingo, entre otras obras. Portugal participó de la formación del Frente Democrático Nacional, que aglutinó a varias fuerzas para el proceso electoral de 1945. Su consultorio fue utilizado para reuniones políticas.
Al alcalde, Alberto Rivero, se le atribuye la confección de la nomenclatura de las calles. Lo reemplazó, Pedro P. Díaz, la autoridad que retornó al cargo por aclamación popular, promotor de la fábrica América. Además instauró la Semana de Arequipa, por las fiestas de Arequipa.
La migración cambia el rostro de la ciudad. Rommel Arce, precisa que la población de la provincia de Arequipa, en 1961 era casi el doble de la población censada en 1940. De 128 mil 809 a 222 mil 377 habitantes, dando origen al crecimiento urbano desordenado.
Las tragedias no cesaron. José García Calderón, gobernó la ciudad cuando ocurrió el terremoto del 15 de enero de 1958. Realizó la reconstrucción de los portales de la Plaza Mayor, obras viales y proyectó la construcción de un terminal terrestre.
En 1963 retornó el derecho a elegir a los municipios, con el presidente de la República, arquitecto Fernando Belaunde Terry. En Arequipa, eligieron a Ulrich Neisser. Pero el periodo es nuevamente interrumpido y retomado en el segundo gobierno de Belaunde.
Cuando gobernaba, Héctor Zuzunaga Meneses, la ciudad tuvo una visita real. El rey de España, Juan Carlos y la reina Sofía, en 1978. A René Forga Sanmartí recordado por el historiador por su interés en proteger el Centro Histórico.
El retorno a la democracia, en 1980, ocasionó cambios políticos. Hubo una búsqueda de alternativas. "Del vecino notable se pasó al buen vecino", escribió Rommel. De ahí la elección de José Villalobos Ampuero, el alcalde de la izquierda, conocido como el "Médico de los pobres".
Desde la época de los 80, los alcaldes comenzaron a cobrar por ejercer la función. En Arequipa el primero que recibió remuneración fue el polémico exalcalde Luis Cáceres Velásquez, reelecto en el cargo. Por su vida política, del elogió pasó al rechazo. Cáceres estuvo preso.
Juan Manuel Guillén Benavides, enfrentó una situación difícil en su gestión como alcalde. El terremoto de 2001 dañó las torres de la basílica Catedral. Lideró la Gesta de Junio, rechazando la privatización de las empresas públicas de energía eléctrica. El protagonismo que ganó le permitió llegar a la Región. El libro de Rommel concluye con el alcalde Simón Balbuena Marroquín, quien fue electo para su quinta gestión en Hunter. La peatonalización de la calle Mercaderes, recuperación de las vías y fachadas del Centro Histórico, y el proyecto del Sistema Integrado Transportes (SIT), son algunas de sus obras.
El primer alcalde republicano que tuvo Arequipa sufrió un desaire del libertador Simón Bolívar, cuando llegó a la Ciudad Blanca, como parte de una gira política. Ocurrió en la calle Beaterio donde se formó una comitiva de recibimiento.
Manuel Ascencio Cuadros, abogado, se ganó la antipatía de Bolívar por ser opositor al proyecto bolivariano. El relato es narrado por el historiador arequipeño, Mario Rommel Espinoza, en su libro “Los Alcaldes de Arequipa Republicana”, procesos, continuidades y cambios, 1825-2010. Su trabajo es fruto de una larga investigación y cumpliendo labor encomendada hace más de 10 años por el director de El Pueblo, Carlos Meneses. El texto ya está en la imprenta.
LOS QUE GOBERNARON
El vecino notable, que no recibía remuneración, y alternaba sus funciones con otras actividades, era el perfil de las autoridades de la época. Pero hubo algunos casos peculiares. Andrés Martínez, alcalde en 1831, asumió la defensa legal de la monja Dominga Gutiérrez de Cossio, que llegó hasta la Corte Suprema de la República y a Roma.
La monja tramó un plan para lograr su libertad. Con la ayuda de sus sirvientas, por la noche, colocó un cadáver en su celda del convento Santa Teresa, prendió fuego y fugó del convento. Al día siguiente lloraron su muerte. El cadáver es enterrado y ella se esconde en la casa de sus tíos. Pronto se descubre la verdad y se desata el escándalo. Dominga buscó refugio en Lima por el rechazo de la sociedad.
Otro episodio peculiar, fue cuando Arequipa fue dividida en cuatro cuarteles. En 1846 el gobierno de Mariscal Castilla aprobó el Reglamento de Policía, que reguló la vida de la ciudad. Por ejemplo, estableció multas y dos días de arresto, para quienes ofendan la religión o no coloquen faroles en las noches, para los esclavos prófugos.
Ocurre que en 1836, las municipalidades fueron declaradas en receso por el presidente Luis José de Orbegoso, hasta que terminara la guerra, y reemplazadas por intendentes de Policía.
El restablecimiento de los municipios, ocurrió por la ley de 1853. A José María Recabarren, autoridad en 1861, lo recuerdan porque construyó una carroza mortuoria para no seguir llevando los cadáveres cargados en borricos, medio desnudos.
A otros por la reconstrucción de la ciudad afectada por los terremotos. Como al alcalde Diego Butrón, quien inició la reconstrucción de los portales de la plaza, dañados por el sismo del 13 de agosto de 1868. Su busto figura en la parte superior del Portal de la Municipalidad. Aunque murió, asesinado por una turba de pobladores, acusado de traidor, en plena guerra con Chile.
La fiscalización de las gestiones de los alcaldes, de la que suelen quejarse las actuales autoridades, fue ejercida por los concejos departamentales, que existieron desde 1873 hasta 1880, eliminados por el gobierno dictatorial de Nicolás de Piérola. El primer presidente de dicho ente, fue Juan Manuel López de Romaña, quien se interesó en la necesidad de contar con una biblioteca.
Rommel menciona el incidente que pasó el alcalde Luis Llosa, cuando su vivienda fue siniestrada por ser partidario de Avelino Cáceres, el Brujo de los Andes, derrotado por Nicolás de Piérola. En su gestión concluyeron el puente Grau. Llosa tiene vinculación familiar con Emilia Llosa Rey de Castro, la tía mayor del Nobel, Mario Vargas Llosa.
EL SIGLO XX
El siglo XX llegaría, marcado por las guerras mundiales, y el surgimiento de dos grandes potencias, Estados Unidos y la Unión Soviética. En el Perú se seguía el modelo liberal de Estados Unidos. Y en Arequipa, surgieron nuevos actores sociales, como el sector obrero, precisa el historiador en su libro.
Emilio Benavides, capitán de navío, nacido en España, fue alcalde en 1905, y aprobó el reglamento de carruajes para el traslado de las personas. Los vehículos debían estar inscritos en el municipio, y pagaban una contribución por rodaje. Lucían su placa de metal con el número de registro, y tenían una tarifa por carretas y horas.
Octavio Muñoz Nájar, gobernó la ciudad tres veces. Arregló la calle de la Ranchería a la que puso su nombre. La Ranchería fue el lugar donde llegaban los migrantes de la sierra, y vivían en construcciones precarias, al igual que los arrieros. Tenía la idea de reemplazar la actual pileta de bronce coronada por el Tuturutu, por otra de mármol, que no concretó por ausencia de recursos.
De los carruajes, llegó la época del tranvía eléctrico en julio de 1913, obra de una empresa particular, la compañía W.R. Grace de Nueva York. Realizaba servicio a Miraflores, Tingo, la Estación.
El presidente José Pardo es depuesto por un golpe cívico militar encabezado por Augusto B. Leguía, generando inestabilidad. Andrés Meneses Cornejo, fue designado alcalde pero su autoridad fue desconocida por el comicio popular de julio de 1919. La población pedía renovación. En lugar de Meneses, fue aclamado como burgomaestre Muñoz Nájar.
Con el gobierno de Leguía, los alcaldes fueron sus partidarios o amigos. Arturo Núñez Chávez, fue la autoridad que abrió la avenida Leguía conocida ahora como avenida Ejército. A la caída del presidente, Núñez, fue deportado a Panamá.
José Miguel Forga, es el alcalde que donó la fuente de Neptuno con condición de cambiar la plaza Santa Marta a España. Para su uso personal construyó el llamado Castillo Forga de Mollendo, inmueble expropiado en espera de su recuperación. Siguió el burgomaestre Guillermo Lira Romaña, quien participó de la revolución cívica en Arequipa para derrocar el gobierno de Leguía.
LAS OBRAS Y CAMBIOS
Lo que significó el cuarto centenario de la fundación española de la ciudad, tiene una mención especial en el libro. Rommel resaltó al médico, Julio Ernesto Portugal, quien presentó una ciudad renovada. Inauguró el Ateneo Municipal, donde está ahora la biblioteca Municipal, el teatro Municipal, las casas para obreros, el estadio Melgar, el parque Selva Alegre, el puente Tingo, entre otras obras. Portugal participó de la formación del Frente Democrático Nacional, que aglutinó a varias fuerzas para el proceso electoral de 1945. Su consultorio fue utilizado para reuniones políticas.
Al alcalde, Alberto Rivero, se le atribuye la confección de la nomenclatura de las calles. Lo reemplazó, Pedro P. Díaz, la autoridad que retornó al cargo por aclamación popular, promotor de la fábrica América. Además instauró la Semana de Arequipa, por las fiestas de Arequipa.
La migración cambia el rostro de la ciudad. Rommel Arce, precisa que la población de la provincia de Arequipa, en 1961 era casi el doble de la población censada en 1940. De 128 mil 809 a 222 mil 377 habitantes, dando origen al crecimiento urbano desordenado.
Las tragedias no cesaron. José García Calderón, gobernó la ciudad cuando ocurrió el terremoto del 15 de enero de 1958. Realizó la reconstrucción de los portales de la Plaza Mayor, obras viales y proyectó la construcción de un terminal terrestre.
En 1963 retornó el derecho a elegir a los municipios, con el presidente de la República, arquitecto Fernando Belaunde Terry. En Arequipa, eligieron a Ulrich Neisser. Pero el periodo es nuevamente interrumpido y retomado en el segundo gobierno de Belaunde.
Cuando gobernaba, Héctor Zuzunaga Meneses, la ciudad tuvo una visita real. El rey de España, Juan Carlos y la reina Sofía, en 1978. A René Forga Sanmartí recordado por el historiador por su interés en proteger el Centro Histórico.
El retorno a la democracia, en 1980, ocasionó cambios políticos. Hubo una búsqueda de alternativas. "Del vecino notable se pasó al buen vecino", escribió Rommel. De ahí la elección de José Villalobos Ampuero, el alcalde de la izquierda, conocido como el "Médico de los pobres".
Desde la época de los 80, los alcaldes comenzaron a cobrar por ejercer la función. En Arequipa el primero que recibió remuneración fue el polémico exalcalde Luis Cáceres Velásquez, reelecto en el cargo. Por su vida política, del elogió pasó al rechazo. Cáceres estuvo preso.
Juan Manuel Guillén Benavides, enfrentó una situación difícil en su gestión como alcalde. El terremoto de 2001 dañó las torres de la basílica Catedral. Lideró la Gesta de Junio, rechazando la privatización de las empresas públicas de energía eléctrica. El protagonismo que ganó le permitió llegar a la Región. El libro de Rommel concluye con el alcalde Simón Balbuena Marroquín, quien fue electo para su quinta gestión en Hunter. La peatonalización de la calle Mercaderes, recuperación de las vías y fachadas del Centro Histórico, y el proyecto del Sistema Integrado Transportes (SIT), son algunas de sus obras.
Fuente: El Pueblo - Las memorias de los alcaldes de Arequipa por Rossmery Puente de La Vega P.
CONTENIDO
(Parcial)
- Presentación
- Prólogo
- Introducción
- Continuidad en el cambio
- La turbulencia política
- La reconstrucción de la ciudad
- Los años dificiles de la Guerra
- Los retos del progreso
- Cambios en el nuevo siglo XX
- En los tiempos de Leguía
- El ideal político de la descentralización
- El IV Centenario
- El crecimiento urbano de Arequipa
- Elección popular de los municipios
- De nuevo "agentes del Poder Ejecutivo"
- De vuelta a la elección popular
- Una nueva era de continuidades y cambios
- Consideraciones finales
- En el siglo XIX
- En el siglo XX
- Conclusiones
- Bibliografía
OTROS LIBROS
- Libro: Calles, plazas y puentes de Arequipa
- Libro: Belisario Llosa y Rivero. El primer escritor de la familia Llosa de Arequipa
- Libro: Mariano Melgar. Perspectivas y análisis de su tiempo
Autor(es): Mario Rommel Arce Espinoza
Editorial: Universidad Católica Santa María
Páginas: 337
Tamaño: 14,5 x 20,5 cm.
Año: 2015