Héroes esculpidos en piedra o diosas de mármol blanco: esa es la imagen que tenemos de las estatuas griegas y romanas. Pero en realidad, el arte antiguo era más colorido. El Renacimiento, una de las causas del mito.
Al acercarse al templo de Afaia, en la isla griega de Egina, hace 2500 años, los visitantes se encontraban con la escultura de un joven arquero. Estaba pintado con colores brillantes, un recurso habitual en la Antigüedad para que las figuras parecieran lo más reales posible.
Muchos escritos documentan que las esculturas de mármol no se dejaban blancas, sino que se pintaban de colores. Sin embargo, hoy resulta difícil imaginar que brillaran originalmente a todo color. Hay muchas razones que explican el mito de que las estatuas antiguas siempre fueron blancas.
Los colores se han apagado
"La extraña idea de las esculturas incoloras se remonta al Renacimiento, cuando se valoraba más la forma que el color", declaró el arqueólogo Vinzenz Brinkmann en una entrevista con DW, en 2020.
De acuerdo con Brinkmann, en aquella época se encontraron muchísimas esculturas en Roma. Ellas eran blancas porque los colores se habían desvanecido, pero la gente no lo sabía. Así, las estatuas encajaban en el gusto de la época: una pureza inspirada en Dios, sin que el color o los accesorios ornamentales distrajeran de lo esencial.
Cuando se descubrían restos de pintura en los hallazgos, explicó Brinkmann: "A menudo se decía: estos son ingredientes posteriores de bárbaros que han rozado las estatuas", ocultando esa información deliberadamente para ajustarse a los ideales sociales.
Ideas modernas de racismo
Las estatuas blancas de la Antigüedad también encajaban perfectamente en la visión del mundo de los europeos blancos del siglo XVIII. El blanco representaba pureza y claridad, que correspondían al espíritu de la época. Los colores, en cambio, representaban la sensualidad, que estaba mal vista.
"Históricamente, las sociedades aplican sus propios criterios ideológicos a la hora de contemplar el mundo", afirma Nikos Stampolidis, director general del Museo de la Acrópolis, en entrevista con DW. "La gente de la época admiraba la sencillez del color blanco del mármol. Eso se correspondía con sus ideas de la superioridad de los blancos", dice.
En el siglo XX, los fascistas abrazaron la idea de que las antiguas figuras blancas simbolizaban la superioridad de la "raza blanca". Tanto Benito Mussolini como Adolf Hitler alabaron el arte y la arquitectura de las antiguas Grecia y Roma, y su resurgimiento en el Renacimiento. Para los nacionalsocialistas, estas figuras significaban la visualización perfecta de la mítica raza aria.
Pintar las estatuas era una práctica cotidiana
Las excavaciones realizadas en Pompeya en el siglo XVIII podrían haber demostrado que pintar estatuas y esculturas era una práctica cotidiana en la Antigüedad. La ciudad quedó sepultada por una erupción volcánica en el año 79 d.C. Bajo la ceniza, los colores de las estatuas se conservaban bien.
Uno de los ejemplos más conocidos de una escultura antigua en la que se han encontrado restos de pintura es la "Kore del Peplo", una escultura de una niña, realizada hacia el año 530 a.C. La escultura, descubierta en el siglo XIX, en la Acrópolis, tenía restos de pintura naranja en el pelo. Y los arqueólogos lo documentaron; sin embargo, hicieron copias en yeso para enviarlas a exposiciones mundiales, lo que hizo que se consolidara la imagen de la estatua blanca.
No todo el mármol es igual
Para reconstruir estatuas antiguas con el mayor realismo posible, hay que tomar un determinado tipo de mármol, y sobre este material hay que intentar utilizar colores minerales o vegetales, tal como se hacían en la Antigüedad, explica Stampolidis, del Museo de la Acrópolis, a DW. Señala que cada clase de mármol tiene una composición cristalina diferente: "Unos son más grandes, otros más pequeños, unos tienen más o menos propiedades lumínicas".
Para Stampolidis, la investigación está lejos de haber terminado. Pero se abren así las puertas a un colorido mundo antiguo, hasta ahora desconocido.
Fuente: https://www.dw.com
MÁS INFORMACIÓN