"En estas Fiestas Patrias mi pensamiento va hacia ellos y hacia los fiscales, jueces, periodistas, políticos probos y organizaciones civiles que como sus antecesores luchan por el Perú decente y grande al que millones de peruanos honestos aspiramos".
Julio es un mes muy especial para todos los peruanos, más aun para los que vivimos afuera y tenemos el inmenso privilegio de volver al terruño para celebrar las Fiestas Patrias, darnos un baño de cariño entre los nuestros y, como es mi caso particular, participar en eventos que se organizan por estas fechas. Entre ellos, la Feria Internacional del Libro de Lima, la que cada año nos sorprende por la creciente presencia de autores peruanos compartiendo su trabajo con miles de compatriotas ávidos de leerlo. Este año tuve la oportunidad de presentar dos libros, además de la gran satisfacción de participar en una mesa –organizada por la FIL y la Derrama Magisterial– en la cual se discutió el rol que jugaron los ilustrados peruanos en nuestra independencia. Para ello tuvimos como referente el ya clásico libro “Tres etapas en el desarrollo de la conciencia nacional” de Pablo Macera. Escrito hace sesenta y cuatro años, “Tres etapas”, que ganó un importante premio nacional, es un texto excepcional que no pierde su vigencia porque es la primera síntesis del denominado pensamiento precursor.
La monumental obra de Macera
no solo cubre el análisis de un fenómeno que él y otros académicos
llaman “ilustración peruana” sino que su enorme curiosidad lo llevará a
transitar caminos inexplorados, estableciendo, de esa manera, las bases
de la historia rural andina sin olvidar su fructífero recorrido por una
variedad de expresiones artísticas de nuestra Amazonía. En el caso de su
libro pionero, el autor parte de la premisa de que el Perú sí tuvo una
contribución concreta a su independencia y la obra intelectual de
personajes de la talla de Pedro Bravo de Lagunas, José Baquíjano y
Carrillo, Victorino Montero que, así como los forjadores del “Mercurio
Peruano” son prueba de ello. La aparición de una serie de autores
individuales que a medida que el tiempo transcurre sientan los
fundamentos para la cristalización de lo que el discípulo de Raúl Porras Barrenechea denominó
la “generación del ‘Mercurio Peruano’” coincidió con la crisis del
imperio español, carcomido por la competencia externa pero, también, por
una corrupción incontrolable. Ante ella y ante los abusos de un sistema
que al verse acorralado apeló a una violencia feroz, como ocurrió
durante la represión contra Túpac Amaru y sus seguidores, se alzaron
múltiples voces que buscaron salidas, sea a través de reformas
económicas, políticas e incluso la potencialización de la cultura
nativa, como es el caso de los mercuristas. Ciertamente, la gran
contribución de Macera es dar crédito a un grupo de peruanos que, en
medio de un mundo que inexorablemente caminaba a su disolución,
ensayaron soluciones algunas veces brillantes y otras bastante
extravagantes.
Macera,
quien años después tomó distancia de su temprana obra de arqueología
intelectual y por esos extraños virajes de la vida terminó atrapado en
el laberinto de la perversa política peruana, nos ha legado un modelo
fascinante que debiera ser discutido y reevaluado de cara a nuestro
bicentenario. Aquel consiste en la respuesta que un grupo de pensadores
peruanos –empezando por los precursores– dan a las sucesivas crisis que
marcan y aún siguen marcando nuestro atribulado devenir histórico. El
colapso del imperio español es un momento fundante para la conversación,
con visos de denuncia, pero una similar riqueza conceptual –pienso en
la noción de la voluntad popular propuesta por Baquíjano en el Elogio a
Jaurégui– se verá radicalizada a partir de Manuel Gonzales Prada
en adelante. Dentro de un contexto en que nuevos actores sociales
ingresan al debate tomando incluso las calles para demandar por su
legítimos derechos, es notable la repetición de los temas inaugurados
por los ilustrados. Porque la evaluación que hace Victorino Paredes,
quien solicita virreyes eclesiásticos para que no le roben al Estado,
podría muy bien ser aplicada al Perú del siglo XXI. Especialmente cuando
el autor de “Estado político del Perú” se refiere a los “gobiernos sin
leyes, ministros relajados, tesoros con pobreza, fertilidad sin cultivo,
sabiduría desestimada, milicias sin honor, ciudades sin amor patricio,
la justicia sin templo” o “la integridad tenida por locura”. Por otro
lado, el temprano nacionalismo económico de Bravo de Lagunas –subrayado
por Emilio Romero– que se emparenta directamente con el de los
pensadores decimonónicos trabajados por Paul Gootenberg en su excelente
libro (“Imaginando el desarrollo”) muestran que la mirada hacia adentro
define un análisis que cruza casi dos siglos de desventuras.
Macera,
quien afirma que la llegada del pensamiento crítico colaboró en la
socialización de un conjunto de ideas, entre ellas el de justicia que
constituye hasta hoy nuestra gran falencia, sugiere una motivación de
los ilustrados que yo considero fundamental relevar en estos tiempos de
cinismo y desesperanza. Aparte de conformar un colectivo social que
asume una “función intelectual” en tiempos de zozobra, los mercuristas,
de acuerdo con Macera, obran por “amor al Perú” y así lo dejan
ver a lo largo de toda su obra. Y si bien es cierto el peligro del
utilitarismo ilustrado que puede derivar en exclusiones, como ocurrió
con la aristocracia del saber herreriana que duró poco y nada, es
reconfortante encontrar, y a mí también me ocurre en mis estudios del
siglo XIX, una corriente de auténtico amor por el Perú y preocupación
por su destino. Son los representantes a veces anónimos de esta
tendencia, poco apreciada, los que dan la batalla a pesar de la magnitud
de la tarea que bien sabemos es titánica. En estas Fiestas Patrias mi
pensamiento va hacia ellos y hacia los fiscales, jueces, periodistas,
políticos probos y organizaciones civiles que como sus antecesores
luchan por el Perú decente y grande al que millones de peruanos honestos
aspiramos.
Por: Carmen McEvoy
Fuente: https://elcomercio.pe
MÁS INFORMACIÓN
- Revista Silex: Vol. 8, N° 2
- Cita CCCXXXIII: "De otras muchas cosas que el nombre Huaca significa"
- Letra 167: Rapsodia peruana - Un 28 de julio en Lima de Claudio Rebagliati
CADENA DE CITAS
- Antes - Cita CDXXXIX: Dos budas gigantes sobrevivieron 1500 años, pero ahora quedan solo fragmentos, grafitis y un holograma
- Después - Cita CDXLI: ¿Cuánto dinero costó la independencia del Perú?