sábado, 3 de septiembre de 2011

Poeta 100: Stephen Crane


STEPHEN CRANE






Novelista y poeta estadounidense, uno de los primeros exponentes del estilo naturalista. Crane nació el 1 de noviembre de 1871, en Newark (Nueva Jersey), y estudió en las universidades de Lafayette y Syracuse. En 1890, se marchó a Nueva York para trabajar por su cuenta como reportero de los barrios bajos, trabajo que junto a su pobreza le proporcionaría material para su primera novela, Maggie, una chica de la calle (1893). La novela, que hubo de publicar a su costa con el seudónimo de Johnston Smith, mereció los elogios de los escritores Hamlin Garland y William Dean Howells, pero no tuvo éxito. En cambio, la siguiente, La roja insignia del valor (1895), fue reconocida internacionalmente como un estudio psicológico, realista y profundo de un soldado joven en la Guerra Civil estadounidense. A pesar de que nunca vivió experiencias militares, la descripción de las duras pruebas de combate que revelaba en su obra indujo a varios periodistas estadounidenses y extranjeros a contratarle como corresponsal en las guerras entre Grecia y Turquía (1897) y España y Estados Unidos (1898). En 1896, el barco en el que acompañaba a una expedición de Estados Unidos a Cuba naufragó, desastre que le hizo pasar tales privaciones que le ocasionaron una tuberculosis, experiencias que narra en el libro de cuentos El barco abierto y otros relatos (1898). En 1897, se estableció en Inglaterra donde hizo amistad con los escritores Joseph Conrad y Henry James.


POEMAS

- A -

Un hombre le espetó al universo:
"Señor, existo."
Sin embargo, respondió el universo:
"Ese hecho a mí
no me obliga a nada."


- B -

En el desierto
Encontré a una criatura, desnuda, bestial,
Que, agachada en el suelo,
Sostenía entre las manos el corazón,
Y lo mordía.
Le pregunté: “¿Está bueno, amigo?”
“Está muy amargo,” me respondió;
“Pero me gusta
Porque está amargo,
Y porque es mi corazón.”

- C -

Había un hombre con una lengua de madera
que intentaba cantar,
y en verdad eso era lamentable.
Pero hubo uno que oyó
el claqueo de esa lengua de madera
y supo que el hombre
quería cantar.
Y con esto el cantante se sintió feliz.


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