Roma acaba de nacer como república, siglo V aC. No hay emperadores, solo patricios y plebeyos enfrentados. Y en medio, un joven noble llamado Cayo Marcio, criado por su madre Volumnia para ser un ejemplo de honor, valor y disciplina. Lo fue. Pero también de soberbia. Tras conquistar la ciudad de Coriolos a un pueblo itálico, los volscos, gana su sobrenombre: Coriolano. Pero su soberbia, su altivez hacia el pueblo lo condena. Cuando la plebe se rebela y abandona la ciudad —la primera huelga general de la historia—, el Senado cede y crea el cargo de tribuno de la plebe. Coriolano se opone. Además, rechaza repartir grano en medio de una hambruna, desprecia al pueblo, y acaba desterrado. Y entonces se convierte en lo que más temía: enemigo de Roma. Se une a los volscos y marcha contra la ciudad. Solo una fuerza lo detendrá: su madre. Volumnia, al frente de un grupo de mujeres, se adentra en el campamento enemigo, a las puertas de Roma y en un discurso memorable, en el que pone a la patria por encima de su hijo, y lo desarma (moralmente). Roma se salva. Coriolano muere. Y Plutarco convierte su historia en una tragedia del carácter: “la virtud sin prudencia es ruina”. Shakespeare vio la fuerza dramática y moral de la historia y escribió una de sus grandes tragedias, “Coriolanus”. Y por algo Beethoven le dedicó una de sus oberturas más intensas: “Coriolano”. Como no hay nada más moderno que los clásicos grecolatinos, les ponemos música actual. La banda sonora de Coriolano está formada por: “Coriolano” de Beethoven; “The Partisan” de Leonard Cohen;“Novecento” de Ennio Morricone; “Brothers in Arms” de Dire Straits y “The Thin Red Line” de Hans Zimmer.
Fuente: Locos por los clásicos
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