sábado, 28 de enero de 2023

Cita DCCXIII: Auschwitz, el gigantesco campo de exterminio donde los nazis mataron a más de un millón de personas

 

 
Liberación del campo de exterminio de Auschwitz. 

 

Frío en el cuerpo, escarcha en el alma. El 27 de enero de 1945, resultó un día muy frío en el centro de Europa y, para la vanguardia de la 332º División de infantería del Ejército Rojo, directamente fue glaciar. Estos soldados se toparon detrás de una verja que contenía la inscripción «Arbeit Macht Frei» («el trabajo os hará libres») con el mayor campo de exterminio construido por los nazis en Polonia, Auschwitz. Un monumento grotesco al horror.

En los estertores del III Reich, último año de la Segunda Guerra Mundial, fueron apareciendo las evidencias directas del horror desatado por Hitler contra judíos, gitanos, homosexuales y enemigos políticos. Auschwitz, un gigantesco complejo compuesto por tres campos de prisioneros, se convirtió por las pesadillas que contenía en la peor prueba de hasta dónde pueden llegar los totalitarismos.

El campo fue establecido en mayo de 1940 en los terrenos de un antiguo cuartel militar polaco al sur del país. Primero hizo las veces de cárcel para prisioneros políticos, pero a medida que la guerra avanzó el régimen nazi lo transformó en un enorme entramado de campos dedicados a cultivar la muerte.

Los primeros prisioneros en ser gaseados fueron un grupo de polacos y soviéticos en agosto de 1941. Con el propósito de aplicar un método de ejecución industrial, los naziz levantaron enormes cámaras de gas donde cientos de miles fueron asesinados hasta noviembre de 1944 y crematorios donde iban a parar sus cuerpos. Además, compañías alemanas como IG Farben, Krupp o Siemens-Schuckert utilizaron a prisioneros como mano de obra esclava para sus fábricas cercanas, mientras supuestos científicos llevaban a cabo terroríficos experimentos. Auschwitz era capaz de cobijar una larguísima galería de crímenes contra la humanidad.

«Esto no va a volver a pasar, mamá»

Hasta la liberación y clausura del campo fueron conducidos a Auschwitz al menos 1,3 millones de prisioneros, de los cuales el 90% fueron asesinados al poco de llegar. La esperanza de vida dentro de sus muros era de pocas semanas. Cuando los liberadores de Auschwitz cruzaron sus verjas, encontraron a 2.819 prisioneros, muchos de ellos niños, que habían sido abandonados con vida por los guardias nazis en su precipitada huida. El olor a muerte lo impregnaba todo, incluida a las personas que vagaban sin rumbo por un campo plagado de seiscientos cadáveres sin enterrar. Para centenares de presos, demasiado débiles, fue demasiado tarde. Murieron en sus camas o hacinados en los barracones, pero muchos pudieron salir con vida del campo gracias a sus libertadores, entre ellos el escritor italiano Primo Levi y el ganador del Premio Nobel Elie Wiesel.

El Ejército Rojo ordenó el fusilamiento de todos los oficiales alemanes implicados en Auschwitz y también de los guardias que no habían huido a tiempo. De los tres jefes de las SS que tuvo el campo, Rufold Höss, Arthur Liebehenschel y Richard Baer, el primero de ellos fue condenado a muerte durante los juicios de Núremberg y ahorcado en 1947 frente al crematorio de Auschwitz I, el segundo fue juzgado por un tribunal polaco y ahorcado en 1948 y el tercero logró vivir, bajo una identidad falsa, en Hamburgo hasta que fue reconocido y arrestado. Se suicidó en prisión en 1963.

Muchos soldados que caminaron entre los montones de ceniza humana y de hombres rotos intentaron contar a sus familiares lo que habían visto, aunque no fuera fácil creer en tanta maldad. «Estuve en Auschwitz. Vi todo con mis propios ojos. Te amo ahora aún más. Por favor, no pierdas la calma: esto no va a volver a pasar, mamá. Nosotros nos vamos a asegurar de ello», escribió Vladimir Brylev, soldado del Ejército Rojo, en una carta a su madre.

Otro de los soldados, V. Letnikov, escribió a su mujer: «Ayer examinamos un campo de exterminio para 120.000 prisioneros. Postes de dos metros de alto con alambrada electrificada encierran al campo. Además, los alemanes pusieron minas en todos lados. Hay torres de vigilancia con guardias armados y ametralladoras cada cincuenta metros. No muy lejos de las barracas hay un crematorio. ¿Puedes imaginar cuántas personas deben haber quemado los alemanes ahí? Al lado de este crematorio destruido, hay huesos, huesos y pilas de zapatos que llegan a varios metros de altura. Hay zapatos de niños en la pila. El horror es total, imposible de describir».

El Ejército Rojo ordenó el fusilamiento de todos los oficiales alemanes implicados en Auschwitz y también de los guardias que no habían huido a tiempo. De los tres jefes de las SS que tuvo el campo, Rufold Höss, Arthur Liebehenschel y Richard Baer, el primero de ellos fue condenado a muerte durante los juicios de Núremberg y ahorcado en 1947 frente al crematorio de Auschwitz I, el segundo fue juzgado por un tribunal polaco y ahorcado en 1948 y el tercero logró vivir, bajo una identidad falsa, en Hamburgo hasta que fue reconocido y arrestado. Se suicidó en prisión en 1963.

Otra figura crucial de Auschwitz, el doctor Josef Mengele, consiguió irse de rositas tras su huida a Brasil. Este médico infrahumano realizó brutales experiencias con seres humanos, especialmente con niños, en busca del secreto de la gestación de gemelos y la eliminación de enfermos mentales.

¿Qué fue el Holocausto?

Cuando los nazis llegaron al poder, comenzaron una implacable persecución contra los judíos, sus propiedades, sus libertades y finalmente contra sus vidas. Tras la invasión alemana de Polonia en 1939, los nazis deportaron a miles de judíos desde Alemania y Austria hasta Polonia, donde crearon guetos que fueron acortando y extrangulando. Durante la invasión alemana de la Unión Soviética, los nazis fueron directamente masacrando a los civiles judíos que se iban encontrando en su avance hacia el este. A finales de 1941 habían matado ya a 500.000 personas, y en 1945 habían asesinado a unos dos millones de seres humanos. Las cifras globales se mueve entre los 5 y los 6 millones solo de víctimas judías.

Temiendo que dispararles pudiera ser demasiado estresante para sus soldados, los mandos nazis idearon métodos masivos de asesinato para sus siguientes planes. A imitación de las furgonetas de gas que habían usado en Polonia para matar a personas con discapacidad mental, los nazis construyeron las primeras cámaras de gas en Auschwitz. Usaban Zyklon B, un pesticida a base de cianuro creado en Alemania que, a reacción con la humedad ambiental, provocaba sofocación y luego la muerte cerebral, el coma y la muerte entre 20 y 25 minutos después de ingresadas las dosis de veneno. Una red de campos de exterminio con estas cámaras de gas pusieron en marcha la llamada «solución final» contra el pueblo judío. 


Fuente: https://www.abc.es

Por: César Cervera 

 

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