"La cafetera vacía. La media docena de mandiles con sus salpicaduras
multicolores colgados de la pared. La foto del hijo fallecido. La
computadora aún encendida. Y un mensaje de puño y letra de su amada Lila
pegado sobre la pared: “Te quiero, eres el amor de mi vida. Tuya, L.”.
En el taller de Fernando de Szyszlo, apunta su hijo Vicente, todo sigue igual como quedó el día de la súbita muerte del artista en octubre pasado,
cuando fue hallado junto a su esposa Liliana Yábar sin vida en su casa
de San Isidro. Ambos habían caído de la escalera que da al salón
principal luego de tropezar con un cable suelto, según cree la familia.
Sentado en el
patio de ingreso de la casa de su padre, ante la pequeña piscina
salpicada de hojarasca, Vicente de Szyszlo –cuya madre fue la poeta
Blanca Varela– indaga alrededor de la figura paterna y las dificultades
que se presentan para la preservación de su legado. Con su hablar veloz,
arranca de saque la conversación:
– Mi padre
siempre tenía casi toda su producción comprada desde antes, y entonces
no ha quedado mucho en la casa. Queríamos hacer una especie de lugar que
lo recuerde, una fundación o patronato que permitiera mantener sus
cosas vivas, pero nos hemos dado con que hay muy pocas cosas, dos o tres
cuadros, y algunas esculturas. Lo que íbamos a hacer acá se desinfló.
— Algo como la casa-museo de Guayasamín en Quito, digamos.
O la fundación Tamayo en México. Acá todavía estamos peleando para eso. Alguna vez lo conversamos con mi padre y él estaba enamorándose de la idea.
— ¿Un poco tarde quizá?
Muy
tarde, muy tarde. Ya habíamos comenzado a concebirlo, pero pasó esto,
pues. No hay cosas que ver de él y eso sí me molesta. Es un pintor
importante y creo que su obra tendría que ser más visible porque tiene
valores de identidad y culturales que expresan nuestra realidad de una
manera estética, que no te habla racionalmente, sino a través de las
formas y el color.
— Luego de la muerte de tu padre, ¿es esto como una segunda pérdida?
Sí,
pues, quizá es egoísta de mi parte. Quiero seguir viéndolo, que esté
presente, todavía no he tenido tiempo de darme cuenta de la magnitud del
drama de esta tragedia, no he tenido mi duelo, no he procesado mis
propias emociones. Yo ya vengo de la experiencia de mi madre, y en su
caso sí hemos encontrado eco y se ha podido ubicar libros y cosas, se
han hecho exposiciones, hemos logrado difundir su memoria. Pero mi mamá
era discreta, no le gustaba la cosa pública. Mi padre sí era una persona
pública y, entonces, su vacío es enorme, su vacío es mucho más
importante. Opinaba todo el tiempo, siempre estaba haciendo cosas. Con
esto de Kuczynski, con esta situación política, estaría como loco.
— ¿Y a ti personalmente qué es lo que te ha dejado como padre?
A
mí y a mi hermano nos dio una formación que nos abrió a una percepción
distinta de las cosas, desde el punto de vista artístico, de los valores
estéticos. Y creo que me ha dejado una responsabilidad también: que eso
que yo encuentro tan valioso que él tenía, su pensamiento, su arte y su
forma de ver las cosas subsistan.
— Además de la herencia de tu madre.
Es
un privilegio haber sido hijo de ellos, pero también una
responsabilidad enorme, enorme. Siempre será una de mis
responsabilidades. Y yo me he quedado solo, pues mi hermano se fue
también. Caracho, cuando me pongo a pensar… es fuerte.
— Primero se fue tu hermano.
Luego
mi madre y ahora mi padre, y dos de ellos violentamente: mi hermano y
mi padre, que es la antítesis de la muerte de mi madre, que fue una
muerte larga, penosa, agónica, que duró años.
— ¿Te sientes solo?
Sí,
siento que tengo una situación que es difícil de hacer que otros
entiendan, y difícil de explicar y de llevar día a día. Uno siempre
tiene que tratar de estar en un nivel, no se puede meter la pata, no se
puede fallar en las entrevistas...
— ¿En qué momentos te sientes más solo?
Hay
que tomar muchas decisiones todo el tiempo, y la gente es muy generosa,
pero no es constante, o sea, yo soy el único que tiene la obligación
permanente. Y también digo: “Bueno, si él no hizo nada, ¿por qué tendría
que hacerlo yo?”. O sea, ¿por qué me voy a comer yo esta parte? Uno
tiene la sensación de que él debería haber dejado algo preparado para
que sea manejable. Él tenía una visión de la realidad que la decía a
través de sus pinturas, y creo que su importancia es que la gente sí
lograba reconocerse en eso. Como con mi madre. La gente tiene mucho
contacto con su poesía simplemente porque les dice algo que no les dice
un discurso racional o político.
—¿Fue una falta de tu padre el no prever esto?
Él
era una persona que no creía en la vida después. Entonces, para él todo
se terminaba en la muerte. Su biblioteca, por ejemplo, tiene un valor
como conjunto, y además tiene libros valiosos, cosas especiales, fotos. Y
si no hay demasiadas pinturas, esos espacios, la biblioteca, los
arreglos de huacos se pueden reproducir, volver a hacer algo que lo
recuerde, porque la verdad que acá todo se cae a pedazos, no está
acondicionado, y las cosas como están se van a picar, se van a deshacer.
Hay que mantener su intención en un sitio que permita perpetuarlo.
—¿Qué se llevó tu padre?
Bueno,
siempre tenía un espacio de cosas nuevas, de futuro, de proyectos, de
descubrimientos. Estábamos trabajando en esculturas grandes y yo estaba
muy asociado a él en eso.
— ¿Se llevó el futuro, digamos?
Sí,
pero tampoco era mi profesión. Ahora tengo que recuperar mi normalidad,
mi oficina de arquitectura, que hace cosas chiquitas pero que me gusta
hacer. Y eso es algo que me dejaron tanto él como ella: hacer lo que
quieres hacer, lo que te gusta hacer, más que someterte a lo que te
imponen. Él era una persona muy generosa, demasiado generosa, que
siempre estaba atento a tus carencias, dificultades y problemas. Hay una
frustración de no haber terminado de armar un sitio que perpetúe sus
trabajos, su mundo, su visión de las cosas.
— ¿Qué es lo que más le agradeces?
Haber
sido siempre consistente moralmente. Él podría haber estado equivocado a
veces, pero era totalmente honesto en lo que creía y coherente. Jamás
era doble. Y eso es algo muy importante y que también es raro.
— ¿Cómo es tu sueño de preservación de su legado?
En
realidad hay dos partes. Una es un lugar donde se puedan ver sus
cuadros. Y, por otro lado, está también la persona que era él con lo que
lo alimentaba, y cómo arreglaba lo que le gustaba: la cerámica
precolombina, las telas o los cuadros de terceros, los muebles modernos y
los muebles antiguos. Esa era su fascinación. Entonces, él ha logrado
en esta casa rincones muy bonitos y simpáticos que son hechos con cosas
valiosas, y el valor está en cómo las ha juntado, cómo las ha
ensamblado. Tienen valor como piezas, pero también como su estética. Es
un poco lo que Tamayo hizo en su casa en Oaxaca, donde armó su colección
precolombina de una forma que no era arqueológica, sino estética. Eso
era algo con lo que mi padre vivía. Estaba siempre sacando un huaquito y
poniendo otro. Él mismo los colgaba, todo lo hacía él mismo, era un
gran 'bricoleur', siempre estaba haciendo huecos con el taladro, era el
rey de jalar cables y poner enchufes. Así era él, pues. Si ves la casa,
en ese sentido es un desastre, está llena de cables jalados, como ese
cable… En mis sueños esto debía techarse y hacerse una galería con los
cuadros de él, y hacer el instituto, la biblioteca y la sala de
reuniones, sabe Dios. Pero eso había que planearlo con él vivo, y que
esas exposiciones pudieran viajar y traer cosas de Tamayo o Botero.
Entrar en un circuito.
— ¿Te quedaste con las manos vacías?
Sí,
bueno, pero con lo que queda quiero hacer algo que todavía tenga
sentido. Y si no, pues ya tiraré la esponja, porque él realmente no me
dejó las cosas y yo no puedo dedicar tampoco el resto de mi vida a hacer
de esto mi actividad principal.
—¿A gestionar su legado?
Sí, sí, que yo creo que en los museos podría estar bien, si es que se exhibiera.
—¿Su obra no se exhibe lo suficiente?
No, la verdad que no, y no me parece por la importancia que él tiene como pintor. Es parte de la historia.
— ¿Dónde está su obra?
MALI,
MAC, colecciones privadas y museos de afuera. Lo que pasa es que la
forma en que funcionan los museos ha cambiado mucho, hay una especie de
guardarse cosas y mostrarlas un poquito, y después esconderlas. No lo
entiendo muy bien, capaz tiene una orientación comercial, o sea, te
escondo esto para cuando yo lo saque tú tengas que venir. Ya no es el
sitio donde vas a ver la obra de este pata.
— ¿Cómo recuerdas a tu padre?
Como
una persona hiperactiva, pero tenía una paz a la hora del té y del
almuerzo, y cuando éramos chicos estaba tres o cuatro meses fuera, se
iba a enseñar a Cornell o a Yale, y entonces siempre los reencuentros
eran muy bacanes. Pero hay una edad a partir de la cual ya éramos como
amigos, íbamos al cine, jugábamos Monopolio, nos íbamos de viaje. Se
divertía, le gustaba jugar. Nosotros nos sentábamos al lado de él en el
asiento del copiloto, los dos juntos, y él nos iba haciendo "pin, pin,
San Agustín". Siempre tenía unos carritos muy chiquitos en los que iba
muy rápido, y eso nos gustaba: que le gustara correr, que le gustaran
los carros deportivos.
— Normalmente uno puede tender a admirar más al padre o a la madre, pero en tu caso debe ser más difícil esa definición.
Sí,
es fregado, la valla es alta, y creo que por eso terminaron separados.
Como que el espacio era poco para que los dos estuvieran a todo meter. Y
Godi quería, necesitaba una compañía perpetua al lado, y mi mamá tenía
su vida, pues, ni por asomo. Mi mamá, además, siempre era crítica de
todo, rescataba lo que hacía él, pero podía tener una opinión distinta.
Por otro lado, Lila era una admiradora muy honesta, creo que había una
admiración muy auténtica por él, y una devoción. Vivía pegada al lado de
Godi, y Godi necesitaba que ella estuviera ahí. Había una simbiosis.
— ¿Por qué crees que él necesitaba alguien así?
[Resopla]
No lo sé muy bien, mira, hay gente que tiene una debilidad por ser
admirada y querida, que le gusta reforzarse. Para ellos eso era amor. Y
eran muy románticos. Hay muchas manifestaciones entre ellos que eran
casi infantiles, de te amo y secretitos, se mandaban mensajitos. Era
amor, pues.
— ¿Te dolió lo que se habló a raíz de la muerte de ambos? Se rumoreó que se habían suicidado.
Sí,
una tontería, porque nadie se suicida de una manera tan improbable de
acertar. Nadie se tira de cabeza [de la escalera], y menos en una forma
tan poco estética. Dos personas que aman la belleza de las cosas no le
ofrecen a su familia un espectáculo tan poco estético, tan difícil de
digerir, de superar.
— Tu papá había declarado que esperaba ser capaz de suicidarse.
Sí,
él tenía esa cosa de avisar: “Me van a encontrar muerto, nos van a
encontrar así”, pero lo habría hecho de otra forma, con pastillas, sin
sangre. Pero él estaba con muchas cosas. Nadie se suicida si está
pidiendo pinturas a Alemania. Él acababa de hacer un pedido que llegó al
día siguiente, sus acrílicos que le mandaban porque acá no conseguía.
— Y sin embargo, hay quienes han dicho que ha sido una muerte romántica.
Es
bello el hecho de que haya sido juntos. Ellos siempre habrían escogido
morir juntos. Eso sí es lo mejor que hubiera podido pasarles, pero la
forma no, la forma no, no. Porque, además, estaban yendo al pedicurista,
o sea, estaban bajando para ir al pedicuro, y nadie se suicida en el
camino al pedicurista."
Fuente: https://elcomercio.pe
Por: Maribel De Paz
CADENA DE CITAS
- Antes - Cita CCCLXIV: La verdad sobre los suplementos de vitaminas y minerales
- Después - Cita CCCLXVI: ¿Qué tan preparado estás ante un posible sismo?