viernes, 10 de febrero de 2012

Poeta 123: Robert Lowell


ROBERT LOWELL

Poeta estadounidense que destaca por su virtuosismo lírico, la riqueza de su lenguaje y su preocupación por las cuestiones sociales. Era primo de los distinguidos intelectuales Amy, Percival y Abbott Lowell. Nació el 1 de marzo de 1917, en Boston, y estudió en la Universidad de Harvard y el Kenyon College. Lowell tuvo grandes dudas religiosas y durante un tiempo se convirtió al catolicismo; fue encarcelado por negarse a combatir en la II Guerra Mundial e internado en un hospital psiquiátrico. A su salida participó en campaña antibelicista y en movimientos de defensa de las libertades civiles. Poseía una notable habilidad para expresar en su poesía una visión tanto objetiva como subjetiva del torbellino del mundo contemporáneo. Su primer volumen de poesía, Tierra improbable (1944), refleja los dramáticos efectos de la II Guerra Mundial. En (1946) obtuvo el Premio Pulitzer con El castillo de Lord Weary, que incluye su famoso poema 'Coloquio en Black Rock'. El principal poema narrativo incluido en Los molinos de los Kavannaugh (1951) es una leyenda griega ambientada en Nueva Inglaterra. Estudios en directo (1959), una obra galardonada con el Premio Nacional del Libro, revela el sufrimiento del autor. Posteriormente escribió poemas de carácter político, como Por los muertos de la Unión (1964) y Cerca del océano (1967). Otras obras de poesía dignas de mención son Imitaciones (1961) y El delfín (1973). Su trilogía teatral La antigua gloria (1965) es un estudio histórico sobre la cultura americana. Lowell adaptó además los dramas griegos Fedra (1963) y Prometeo encadenado (1969). Murió el 12 de septiembre de 1977 en Nueva York.

Fuente: El poder de la palabra





LA HORA DE LA MOFETA

La heredera ermitaña de la isla Nautilus
aún sobrevive el invierno en su cabaña espartana;
sus ovejas aun pastan sobre el mar.
Su hijo es obispo. Su mandador
sigue siendo concejal en nuestra aldea,
ella vive su senectud.

Sedienta por
la privacidad jerárquica
de la era Victoriana
compra todos los adefesios
que ven hacia su costa
y los deja caer.

La temporada enferma--
hemos perdido a nuestro millonario veraniego,
que parecía haber saltado de un
catálogo. Su velero de nueve nudos
fue subastado a langosteros.
Una mancha, roja como el zorro, cubre la Colina Azul.

Y ahora nuestro remilgado
decorador alegra su tienda para el otoño,
sus medias repletas de corcho naranja,
naranja su banca de zapatero y su lezna,
no hay dinero en su trabajo,
preferiría casarse.

Una noche oscura,
mi Ford Tudor trepó la calavera de la colina,
busqué carros enamorados. Con las luces apagadas,
se arrimaban juntos, casco con casco,
en donde el cementerio engaveta al pueblo...
Mi cabeza no esta bien.

Una radio da balidos,
"Amor, ay amor descuidado..." escucho
mi espíritu enfermo llorando en cada célula de sangre,
como si mi mano estuviera en su garganta,
Yo mismo soy el infierno,
no hay nadie aquí --

solo mofetas, que buscan
bajo la luz de la luna un bocado para comer.
Marchan sobre sus suelas hacia la Calle Central:
lineas blancas, ojos lunáticos, rojos como el fuego
bajo el mástil seco y puntiagudo
de la iglesia Trinitaria.

Me paro encima
de nuestros peldaños y respiro el aire puro--
una madre mofeta con su columna de cachorros se abalanza sobre la basura
mete su cabeza picuda en un envase
de crema, deja caer su cola de avestruz
y no asustara.

 
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