Situada sobre las colinas de Judea, en la misma ruta que une Jerusalén y Hebrón, Belén hace ya más de 4.000 años que fue ocupada por los seres humanos. Desde entonces no la han dejado en ningún momento y se ha visto agitada por los vaivenes de la rica historia del próximo Oriente. Por allí pasaron los hicsos que acabaron con el Imperio Medio de Egipto y vio el contraataque de los faraones que construyeron el Imperio Nuevo. Todo esto lo vimos en la anterior ContraHistoria en la que recorrimos varios miles de años de historia. Vimos también el surgimiento del reino de Israel a través del legendario rey David, nacido por cierto en el mismo Belén, y la desaparición del reino de Judá a manos de los babilonios, a lo que sucedió el cautiverio de Babilonia. Vimos el esplendor del Reino de Herodes que hizo construir en las inmediaciones de Belén su su palacio-castillo preferido sobre una colina parcialmente artificial cerca de Belén y la represión de los emperadores romanos a las revueltas judías ya en los siglos I y II de nuestra era. Su gran momento llegaría con el nacimiento de Jesucristo. En ese momento Belén se convirtió en un hito fundamental del cristianismo. La basílica de la Natividad es un buen ejemplo de la Iglesia modelo cristiana desde el bajo imperio romano hasta el Concilio Vaticano II. En sus inmediaciones San Jerónimo elaboró en la versión canónica de la Biblia católica, la conocida como “vulgata”, qué habría de perdurar hasta hace no mucho tiempo, hasta 1979 hasta el pontificado de Juan Pablo II. Pero, sobre todo, Belén fue el refugio de los cristianos frente a los sucesivos conquistadores musulmanes: los árabes los ayubíes, los mamelucos y los otomanos. Pero el principal foco de conflicto Belén no fue entre cristianos y musulmanes como a veces se piensa, sino entre los diferentes grupos de cristianos que vivían allí. Esa situación se vio agravada tras la conquista otomana. Aunque no haya estado bajo dominio cristiano desde el siglo VII (salvo el breve paréntesis de los cruzados durante el siglo XII), la protección de los cristianos betlemitas dependía en gran medida del emperador bizantino y, en mucha menor medida, de los reyes latinos de la Europa occidental. La caída de Constantinopla en el año 1453 y la posterior conquista otomana de Tierra Santa volvía a reunir al patriarca de Constantinopla con sus feligreses de Belén bajo la misma corona, pero la corona de un musulmán. Durante los siguientes cuatro siglos los cristianos de Belén serán moneda de cambio entre la Sublime Puerta y sus aliados europeos. En siglo XIX, cuando el imperio otomano entra en descomposición, Belén será una de las fichas fundamentales en el juego de las potencias europeas de la época. Vamos a continuar hoy con la historia del de Belén, llegaremos casi hasta nuestros días, por lo menos hasta nuestro siglo. Lo haremos con Alberto Garín, recordaremos los hitos más importantes de lo que Alberto ha dado en llamar las guerras por Belén. No todas han sido violentas y algunas han tenido lugar muy lejos de aquella ciudad, tan lejos como que la que se libró en Crimea a mediados del siglo XIX entre rusos, otomanos, franceses y británicos y cuyo casus belli fue la protección de los cristianos de Belén. De ahí pasaremos al siglo XX en una región que ha dado mucho que hablar en los últimos 70 años.
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