POESIA SEMANAL
SEMANA II, AÑO I
MIGUEL HERNÁNDEZ
Nació el 30 de octubre de 1910 en Orihuela, (Alicante) España. Hijo de familia humilde, su niñez y adolescencia transcurren en la sierra oriolana ejerciendo el oficio de pastor. Durante unos años asiste a la escuela. A los quince años, tiene que abandonar el colegio para volver a conducir cabras por las cercanías de Orihuela. Pero sabe embellecer esta vida monótona con la lectura de numerosos libros de Gabriel y Galán, Miró, Zorrilla, Rubén Darío.
Desde 1930 Miguel Hernández comienza a publicar poemas en el semanario El Pueblo de Orihuela y en el diario El Día de Alicante. Su nombre comienza a sonar en revistas y diarios levantinos. Viaja a Madrid en 1931. En Madrid recibe influencia de Pablo Neruda y Vicente Alexandre, quienes tienen una visión menos sublimada de la existencia y determinan su abandono del catolicismo a un compromiso político de izquierda.
El estallido de la Guerra Civil en julio de 1936 le obliga a tomar una decisión. Miguel Hernández, sin dudar, la toma por la República. Se incorpora como voluntario en el 5º Regimiento. En plena guerra logra escapar a Orihuela para casarse con Josefina Manresa. En la primavera de 1939 Miguel Hernández intenta cruzar la frontera portuguesa y es devuelto a las autoridades españolas. Así comienza su larga peregrinación por las cárceles de Sevilla y Madrid. Con treinta y un años de edad una tuberculosis pulmonar acaba con su vida el 28 de marzo de 1942.
Entre sus obras cabe destacar: Perito en lunas (1933), El silbo vulnerado (1934), Drama sobre la revolución de Asturias (1934), El rayo que no cesa (1936), Viento del Pueblo (1937), El hombre acecha (1937 - 1939), Romancero y cancionero de ausencias (1938 - 1941).
CANCIÓN ÚLTIMA
(Viento del Pueblo)
Pintada, no vacía:
pintada está mi casa
del color de las grandes
pasiones y desgracias.
Regresará del llanto
adonde fue llevada
con su desierta mesa,
con su ruinosa cama.
Florecerán los besos
sobre las almohada.
Y en torno de los cuerpos
elevará la sábana
su inmensa enredadera
nocturna, perfumada.
El odio se amortigua
detrás de la ventana.
Será la garra suave.
Dejadme la esperanza.