domingo, 27 de julio de 2025

Libro: El mundo perdido. Grandes novelas de aventura

 

 

Me quedé inmóvil, como un hombre paralizado, mirando todavía con fijeza el terreno que había atravesado. Y entonces, de pronto, lo vi. Hubo un movimiento entre los arbustos, en el extremo más distante del calvero que acababa de cruzar. Una gran sombra oscura se desprendió de las demás sombras y saltó en medio del claro lunar. Dije «saltó» deliberadamente, porque la bestia se movía como un canguro, saltando en posición erecta sobre sus poderosas patas traseras, mientras mantenía dobladas las delanteras. Era de un tamaño y una fuerza enormes, parecía un elefante erguido en posición erecta, pero sus movimientos, a pesar de su corpulencia, eran sumamente activos. Por un momento, al ver su figura, confié en que fuera un iguanodonte, que conocía como un animal inofensivo, pero a pesar de mi ignorancia no tardé en advertir que ésta era una bestia muy diferente. En lugar de la bondadosa cabeza parecida a la de un ciervo, característica del gran animal de patas de tres dedos que comía hojas, esta fiera tenía un hocico ancho, aplastado, semejante al de un sapo, como el de aquel que nos había alarmado en nuestro campamento. Tanto su grito feroz como la horrible energía que ponía en su persecución me persuadieron de que era seguramente uno de los grandes dinosaurios carnívoros, o sea, una de las bestias más terribles que habían pisado la faz de la tierra. Cuando el enorme bruto saltaba, se dejaba caer sobre sus patas delanteras y acercaba su nariz al suelo cada veinte yardas o cosa así. Estaba husmeando mi rastro. A veces, por un instante, lo perdía, pero volvía a encontrarlo enseguida y avanzaba saltando rápidamente por el sendero que yo había tomado.

Extracto de El Mundo Perdido de Arthur Conan Doyle

 

Es una fascinante novela de aventuras que sigue a un grupo de exploradores en busca de una meseta inexplorada en Sudamérica. Allí descubren un territorio habitado por dinosaurios y criaturas prehistóricas. Una historia de ciencia, valentía y descubrimiento en tierras desconocidas y peligrosas.

 

ARTHUR CONAN DOYLE

Médico, escritor y, a su pesar, caballero del imperio británico. Y no porque un patriota como Sir Arthur Conan Doyle (Edimburgo, 1859-Windlesham, 1930) renegara de su tierra. El título fue fruto de una defensa férrea de la polémica guerra de los Boers, el conflicto en el que participó como sanitario y que enfrentó a Inglaterra con los colonos holandeses en el Sur de África. 

Pero a él esa defensa, que creía una obligación, no le pareció suficiente aval para merecer el honor, por lo que no utilizaba el distintivo al firmar sus libros. Doyle fue el creador del detective más famoso de todos los tiempos y uno de sus detractores: mató a Sherlock Holmes cuando se cansó de él, lo resucitó cuando se lo reclamaron y jamás consideró que este personaje ni su inteligencia hiperlógica fueran su mayor legado. Él prefirió sus novelas históricas, ésas que hoy nadie recuerda.

Sus dotes narrativas fueron fruto de las lecturas de su madre, Mary Foley Doyle, que trató, a través de estos relatos, de que su familia escapara de una situación complicada. El padre, Charles Altamond Doyle, un funcionario con aspiraciones y dotes como ilustrador, ahogó sus frustaciones en alcohol y falleció recluido en una institución sanitaria. Pero para Doyle, el padre no fue un borrón en su historial. Sobre él, afirmó: «Él tuvo sus debilidades, como las tenemos todos, pero tenía muchas virtudes».

La madre se encargó de que valores casi caballerescos, más propios de novelas, prevalecieran en los suyos. Los problemas económicos fueron solventados, en parte, por los huéspedes que alquilaban las estancias de su casa. Uno de ellos, el doctor Bryan Waller, al que los historiadores adjudican un romance con la madre del escritor, cuando su marido estaba todavía vivo, ayudó al joven Arthur a escoger sus estudios: sería médico como él y estudiaría en su misma universidad, la de Edimburgo. En la escuela fue popular por su habilidad para los deportes y conoció a un profesor, Joseph Bell que, dicen, inspiró a su legendario personaje. 

Antes de obtener el título, a principios de 1880, Conan Doyle se embarcó en un ballenero llamado 'The Hope' para ejercer de cirujano. Sustituyó a un amigo suyo y, más que sus virtudes como médico, demostró lo bien que se le daba el boxeo, que consideraba todo un arte.

Un año más tarde consiguió el título y empezaron sus planes para ejercer la medicina. Le faltaban fondos para establecer una consulta y valoró una oferta para volver a embarcarse. Se trataba del 'Mayumba', un barco enorme cuyo último destino sería el oeste de África.

Doyle aceptó el trabajo, lo abandonó al poco tiempo y, en contra de la opinión de su madre y de su mentor Bryan Waller, se marchó con su compañero de estudios George T. Budd a Plymouth para ser su socio. Budd era mejor vendedor que doctor, y sus beneficios se debían más a las medicinas que dispensaba a sus pacientes que a sus propias consultas. Doyle no estaba de acuerdo con sus métodos y terminó por establecerse por su cuenta en 1882, en Portsmouth, en Inglaterra.

Sus dos esposas

Allí conoció a Louise Hawkins, 'Toulie', su primera esposa, con la que tuvo dos hijos. En 1887, publica 'Estudio en escarlata', la primera historia de Holmes. Seis años después, su mujer enferma de tuberculosis y se muda con ella a Suiza para que mejore su salud. Junto a ella prospera su carrera literaria y parece que el matrimonio marcha bien. Vuelven a casa porque echan de menos a su gente y ese mismo año, en 1897, Conan Doyle conoce a Jean Leckie, una amazona, de la que se enamora.

Su mujer no se enterará de la infidelidad pero, tras el fallecimiento de 'Toulie' en 1906, el escritor se casa con Jean. Con ella tiene tres hijos y junto a ella acabará sus días en 1930. Al estallar la Primera Guerra Mundial, en 1914, trata de alistarse. Tiene 55 años pero en su carta defiende que es fuerte y tiene una voz audible. Le rechazan pero él ayuda con la propaganda y con el apoyo de voluntarios civiles desde Reino Unido.

La muerte de uno de sus hijos, Kingsley, por una neumonía que contrajo en la guerra, le hace estrechar su vínculo con los círculos espiritistas, con los que ya había tomado contacto y a los que había defendido públicamente, a pesar de que no todos sus fieles lo aceptaran. Se trataba de una corriente que defendía el contacto con los muertos, la hipnosis y la escritura automática, y de la que fue un miembro activo hasta su fallecimiento. Se convirtió en su principal fin y en el de su familia. Antes de morir, escribió: «El lector juzgará que yo he vivido muchas aventuras. Las mayores y más gloriosas me esperan ahora».

Fuente: https://www.elmundo.es

Por: Virginia Hernández

 

MÁS INFORMACIÓN

 

Autor(es): Arthur Conan Doyle

Editorial: Salvat

Páginas: 

Tamaño: 13 x 20 cm.

Año: 2024