Shmuel ha-Naguid
Samuel Hanaguid (993 - 1056) El primero de los grandes poetas del ciclo de oro andalucí. Nacido en Córdoba, abandonó la capital cuando las hordas bereberes la destruyeron en 1013. Renombrado talmudista y hombre de estado, fue el primer judío que recibió el título honorario de Naguid ('Príncipe'). Fue designado visir con la llegada al trono de Badis, el dominador bereber de Granada. En este cargo (y con el nombre de Ismail Ibn Nagrela con el que fue conocido en los círculos árabes) comandó las tropas granadinas en una serie de victoriosas campañas contra Sevilla y sus aliados. Los numerosos poemas que le envió a su hijo desde los campos de batalla constituyen un originalísimo diario poético de su tempestuosa vida. Su amplio dominio del hebreo y el árabe se evidencia en su maestría técnica y en su rico repertorio de formas y motivos.
LA CRITICASamuel Hanaguid (993 - 1056) El primero de los grandes poetas del ciclo de oro andalucí. Nacido en Córdoba, abandonó la capital cuando las hordas bereberes la destruyeron en 1013. Renombrado talmudista y hombre de estado, fue el primer judío que recibió el título honorario de Naguid ('Príncipe'). Fue designado visir con la llegada al trono de Badis, el dominador bereber de Granada. En este cargo (y con el nombre de Ismail Ibn Nagrela con el que fue conocido en los círculos árabes) comandó las tropas granadinas en una serie de victoriosas campañas contra Sevilla y sus aliados. Los numerosos poemas que le envió a su hijo desde los campos de batalla constituyen un originalísimo diario poético de su tempestuosa vida. Su amplio dominio del hebreo y el árabe se evidencia en su maestría técnica y en su rico repertorio de formas y motivos.
Samuel haNaguid. Poeta, visir y jefe de las
tropas musulmanas. Granada. Escribiendo un
poema a su hijo en vísperas de la batalla
tropas musulmanas. Granada. Escribiendo un
poema a su hijo en vísperas de la batalla
Había imaginado tu poema como a la hija del rey,
la delicia de un hombre, una mujer placentera;
o como un fuego encendido en la chimenea:
en sus rincones, cálamo, canela y mirra.
Y lo encontré exquisitamente transcrito:
todas las vocales estaban dispuestas con precisión.
En el pasado, he visto poemas de tus amigos:
eran oscuros, mientras que los tuyos eran fascinantes.
Tu discurso fluía como el agua más pura
para abluciones; pero este nuevo es una mancha.
Tú has sido para mí como un hijo preciado,
cuya calidad me siento obligado a mantener.
Así que afina tus poemas y sus temas,
y recuerda que cada uno a su manera avanza
hacia el día en que será juzgado. Y teme a los críticos,
cuyas lenguas son pulidas y afiladas como espadas.
FUENTES